Los servicios por suscripción tienen más de una ventaja. Una de las más interesantes, la de incluir en sus catálogos las temporadas de series que, a pesar de su calidad, no son muy populares. Es el caso de El descubrimiento de las brujas, que recientemente acaba de llegar al catálogo de Netflix con sus capítulos completos. La historia de hechicería y vampiros que terminan por enamorarse, concluyó en el 2022. Pero solo recién se ha convertido en un fenómeno gracias a la plataforma de la N mayúscula.
Pero el argumento es mucho más complejo que solo la del conocido romance prohibido y sobrenatural entre dos personajes atractivos. Basada en la trilogía All Souls de Deborah Harkness, la trama también explora en un sistema mágico completo, además de una mitología que se vuelve más rica de temporada en temporada. Eso, gracias a la posibilidad de convertir el punto de partida de la búsqueda de un libro poderoso y legendario, en una excusa para explorar varios puntos intrigantes a la vez.
Por un lado, se encuentra la pugna ancestral y siempre muy cercana a la violencia, entre tres especies no humanas. En El descubrimiento de las brujas, los vampiros, hechiceras y demonios, coexisten en una convivencia complicada condenada al secreto. Hasta ahora, los cuidadosos acuerdos para mantener la paz, han resultado efectivos. Pero todo eso cambia, cuando los bebedores de sangre, se encuentran en mitad de un dilema. Sin que nadie sepa cómo, son incapaces de crear a miembros nuevos de su especie. Algo que provoca que la selecta comunidad inmortal termine por decrecer el número y desaparecer. Un giro de los acontecimientos que producirá un enfrentamiento inevitable entre razas.
El amor y la esperanza entre brujas


Eso, cuando Diana Bishop (Teresa Palmer) descendiente de una larga línea de brujas poderosas, pero que rechaza ser una, tropiece con un libro en la Biblioteca Bodleiana de Oxford. Uno que, además, parecía estar fuera del alcance de cualquier criatura sobrenatural y que, para sorpresa de nadie, contiene el secreto de la creación de cada especie en el mundo. Como si eso no fuera suficiente, las páginas del enigmático volumen, despiertan ante el contacto mágico de Diana. Lo que llamará la atención de las brujas que residen cerca del campus académico.
Más peligroso todavía, la de Matthew Clairmont (Matthew Goode), uno de esos vampiros centenarios, que ahora se desempeña como bioquímico en la universidad. Y que, como es de suponer, también va en busca del arcano grimorio, para tratar de comprender el motivo por el cual, la sangre de su especie comienza a perder poder. Cuando la vida de ambos personajes termine por colisionar, el amor será el lenguaje común que les permitirá no solo trabajar codo a codo. También, luchar contra las fuerzas oscuras que les acechan.
Aire fresco para una historia conocida


A pesar de parecer una premisa trillada, lo cierto es que la serie va más allá de tórridas escenas de amor con vampiros y alguna que otra sangrienta. Que las hay, a mayor deleite de los amantes del drama y el romance sobrenatural. Pero lo particularmente interesante en El descubrimiento de las brujas es que, a medida que la trama avanza, también lo hace el mundo de sus protagonistas. Desde explicar los orígenes, alcance y el poder de la magia que las brujas practican, hasta la complicada jerarquía de los vampiros.
Paso a paso, la producción — de la misma manera que los libros — explora en un universo rico, mitológicamente profundo y lleno de reflexiones filosóficas sobre el bien y el mal. Mucho más, para cuando su segunda temporada, incluya en su conflicto a los demonios y sus descendientes. Estos últimos, híbridos entre humano y los maléficos seres, que se encuentran a medio camino entre el ámbito de lo sobrenatural y el más corriente.
Un amor de leyenda


Sin embargo, claro está, El descubrimiento de las brujas es un romance a toda regla y no lo disimula. A medio camino entre la saga Crepúsculo y True Blood, el romance entre Diana y Matthew tiene todos los giros de una relación trágica condenada al dolor. A pesar de eso, los amantes son el vivo ejemplo de un nuevo tipo de pareja en el género, que mezcla la complicidad intelectual, con la química sexual.
Juntos, atraviesan no solo el mundo contemporáneo. También, las diversas dimensiones del tiempo y el espacio, un extremo de la trama que coincide en varios puntos con el universo plantado por Outlander. Gradualmente, Diana tendrá que aceptar sus poderes, cada vez mayores, peligrosos y destinados a romper el delicado equilibrio entre especies. También Matthew deberá de una forma u otra, aprender que su naturaleza inmortal le llevará a un destino inesperado y al descubrimiento que cambiará su vida para siempre.
Con tres temporadas — que coinciden con fidelidad con la saga literaria —, la historia cierra con su tercera entrega con un final brillante y emotivo. Una buena noticia tanto para los devotos de la historia original, si no también para los que el éxito de su llegada a Netflix, le está permitiendo cosechar. Un placer para cualquier fanático de la fantasía que se precie.