En 2018, Un pequeño favor de Paul Feig se convirtió en una de las comedias favoritas del año. No solo por su historia impredecible, sino por la evidente química entre sus estrellas Anna Kendrick y Blake Lively. Una combinación que se repite para su secuela Otro pequeño favor, disponible en Prime Video. Para la continuación de la historia, no solo regresa su dúo protagonista, sino también Feig detrás de las cámaras. El resultado es una cinta que conserva la frescura de la original y además, explora con ingenio en su particular universo. 

Por lo que el guion de Jessica Sharzer y Laeta Kalogridis, se enfoca de nuevo en la madre bloguera Stephanie Smothers (Kendrick). Ahora, una celebridad por derecho propio y con más ambición que nunca para triunfar. Como se recordará, en la cinta original, el personaje logró descubrir lo que había pasado en realidad, con su supuesta amiga Emily Nelson (Lively). Un giro de los acontecimientos que llevó a esta última a la cárcel. Eso, al revelarse su complejo plan para asesinar a su padre y hermana gemela. De modo que en Otro pequeño favor, Stephanie capitalizó la experiencia y finalmente, se convirtió en escritora, con un libro publicado contando la experiencia.

Y es justamente en uno de los eventos de promoción, que descubre lo inesperado. Emily no solo salió de la cárcel gracias a una estratagema legal. También, está a punto de contraer matrimonio con el poderoso y apuesto Dante Versano (Michele Morrone), un sujeto misterioso con vínculos con la mafia. La situación no puede ser más retorcida. Mucho más, cuando Emily obliga a Stephanie a convertirse en su dama de honor, para su boda en Italia. Un suceso que, por supuesto, no es tan inocente. Y que, de hecho, es el primer paso en una serie de situaciones caóticas y extravagantes, que ambas mujeres tendrán que enfrentar juntas. Para bien o para mal. 

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Un viaje que termina en un desastre

Uno de los puntos fuertes de Otro pequeño favor, es la habilidad del guion para jugar con los mismos elementos de la cinta inicial. Pero de forma mucho más compleja y graciosa. En especial, al poner el énfasis de la historia en la disfuncional relación entre Stephanie y una cada vez más peligrosa Emily. A la fórmula se une la asistente de la primera, Vicky (Alex Newell). También Sean (Henry Golding), su ex amante, ahora sumido en el alcoholismo.

Todos coincidirán en la boda de Emily y terminarán involucrados sin querer, en lo que parece ser un plan siniestro que provoca varios asesinatos. La situación se volverá más crítica y demencial, cuando se unan a la supuesta celebración Portia Versano (Elena Sofia Ricci), la madre de Dante, y a Margaret (Elizabeth Perkins), la de Emily. Por lo que cuando ocurra el primer asesinato — de varios —, el grupo tendrá que lidiar no solo con el miedo. También, con la posibilidad de que alguno del grupo, sea en realidad un asesino.

Gradualmente, lo comienza como el escenario de una boda lujosa, se convierte en una melodramática búsqueda de un criminal cada vez más violento. Eso, mientras la atmósfera de suspenso de la cinta original, se vuelve más densa y el humor, más corrosivo e irónico. Mucho del encanto de Otro pequeño favor, es tener la capacidad de equilibrar diálogos brillantes y rápidos, con una trama clásica de Whodunit, en la que nada es lo que parece. Eso, mientras el argumento deja a su paso una serie de pistas falsas cada vez más elaboradas. 

En su estreno, Un pequeño favor fue descrita como la mezcla de un drama de aeropuerto con un thriller de suspenso más o menos original. Su segunda parte eleva la apuesta y convierte a la historia de dos mujeres en medio de una situación delirante, en una peculiar reflexión sobre el poder y la manipulación. Eso, sin que falten las risas y que la cinta tenga la capacidad para reflexionar sobre temas en apariencia serios, desde puntos de vista extravagantes. 

El resultado es una película que no se toma en serio a sí misma y tiene la suficiente agudeza, como para encontrar dobles y triples significados a sus escenas. El mayor mérito lo llevan sus protagonistas: tanto Blake Lively como Anna Kendrick hacen gala de un sentido de la comedia que sorprende por su versatilidad. En especial, Lively, logra alejarse de sus papeles como interés romántico o, en cualquier caso, figura dramática, para explorar en un personaje lleno de matices. Particularmente, porque Emily tiene mucho de parodia y de humor negro, ambos elementos que la actriz explota a cabalidad. 

Sin embargo, lo más llamativo de la cinta, es la capacidad de Paul Feige para entremezclar los puntos más oscuros de su historia, con una visión desenfadada. Por lo que en muchos de los mejores momentos, Otro pequeño favor sorprende y provoca carcajadas a la vez. El director también convierte a Italia en un escenario exótico, que en cierta manera recuerda a The White Lotus. Pero aunque el realizador evita convertir la cinta en otra visión de muy contemporáneo género eat the rich, sí brinda al argumento un disparatado tono retorcido. 

A mitad de camino entre un homenaje a la recordada primera película y explorar en todas las posibilidades de su argumento, Otro pequeño favor es una delicia para los que quieren reír sin muchas pretensiones. También, para los fanáticos de la historia original, que disfrutarán de una nueva dimensión de sus personajes predilectos. Todas buenas noticias para los amantes de la comedia con algunos toques perversos. 

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