El universo de Harry Potter es uno de los más queridos y populares de los últimos cincuenta años. No obstante, a pesar de eso, la muy publicitada serie de HBO que adaptará para la televisión la historia, se enfrenta a todo tipo de problemas. En particular, la posibilidad que la producción deba enfrentar el rechazo e incluso, el malestar de un fandom conocido por su fidelidad. Pero precisamente esa cualidad, puede volverse un arma de doble filo. En especial, de cara a los cambios que la producción debe atravesar para contar — otra vez — su épica fantástica. 

La serie, que profundizará en cada libro por separado, promete una mayor fidelidad al universo original que la saga cinematográfica. Una decisión que permitiría a cada entrega, profundizar en mucho del material que, por razones de tiempo y estructura, las películas no pudieron mostrar. Pero a esta amplitud de miras, también le acompaña un inconveniente. Y es el de plasmar un universo mágico que, desde la publicación del primer libro en 1997, se ha hecho más complejo y singular. Eso al incluir juegos de video, obras de teatro y una nueva trilogía

A lo anterior habría que añadir, que la franquicia atravesó algunos fracasos recientes, como, precisamente, los decepcionantes resultados de las nuevas películas. Un giro de los acontecimientos que pone en duda su éxito inmediato y por descontado. De modo que Warner Bros. y HBO se enfrentan a un terreno nuevo, que puede, además, hacer de la nueva perspectiva sobre la saga más complicada de lo que podría suponerse.

En particular, cuando el público e incluso, el mundo del espectáculo que rodea al nuevo proyecto, es por completo distinto al del momento más brillante de la saga. Un punto incómodo que, sin duda, podría influir en el éxito de la producción e incluso, su permanencia a futuro. 

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Decisiones problemáticas para el elenco

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Alan Rickman como Severus Snape.

Hasta ahora, sin verdaderos detalles sobre la trama — más allá de hacer hincapié en una mayor fidelidad —, se sabe más bien poco del desarrollo del proyecto. Pero lo que sí está claro, es que elegir al elenco que dará vida a los icónicos personajes, es uno de los puntos más complicados que la producción de la serie debe sobrellevar. Especialmente, en medio de una incómoda batalla de objeciones públicas hacia cualquier actor seleccionado. 

Por ahora, solo se han revelado los nombres de varios de los intérpretes que encarnarán a los profesores de Hogwarts. El primero en conocerse, fue el de John Lithgow (de Cónclave), como el querido Albus Dumbledore. Y aunque la mayoría del fandom tomó como una buena noticia la participación de un actor de renombre conocido por su talento, hubo una inmediata queja. El actor es norteamericano, lo que parece romper la regla tácita de que todos los escogidos para el elenco de la saga, sean británicos. 

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Paapa Essiedu, que interpretará a Severus Snape en la serie de HBO.

No obstante, la mayor polémica en medio del anuncio, fue la selección del actor Paapa Essiedu, nominado al BAFTA y al Emmy, como Severus Snape. El actor británico de origen ghanés supone un reto para la trama y en específico, para la historia de contexto del antihéroe de la saga. Como se recordará, Severus, un supremacista que apoyó al villano Voldemort y que terminó por jugar el papel de espía para Dumbledore, tiene un pasado turbulento. Algo que incluye, ser acosado durante la niñez por James, padre de Harry Potter y su grupo de amigos. Un punto delicado que el guion deberá manejar de cara a una nueva audiencia y con un nuevo actor a bordo.

Los dilemas de ser Snape

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Alan Rickman como Severus Snape en la saga de ‘Harry Potter’ – Warner Bros. Pictures

Con un intérprete afroinglés para Severus, el guion deberá cuidar que los puntos más complicados de su historia, respeten la identidad racial y cultural de su personaje. Eso, al añadir una nueva capa de discriminación y prejuicio alrededor del controvertido profesor de Hogwarts. Como en la obra de teatro Harry Potter y el legado maldito, en que la actriz Noma Dumezweni encarnó a Hermione, la serie deberá cuidar de la identidad cultural de Snape. 

Además, evitar que el turbio entorno de violencia y discriminación alrededor del personaje, se torne en abuso racial. Una tarea compleja que el proyecto deberá asumir con cuidado y sin dejar de ser respetuoso con respecto al material original, sobre la peligrosa ambigüedad del profesor. 

La figura de J.K Rowling

Cuando en 2011 se estrenó la segunda parte de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, la saga se encontraba en su punto más brillante. No solo se había convertido en una multimillonaria franquicia cinematográfica. Los libros eran considerados parte de los clásicos infantiles más queridos y una nueva generación empezaba a descubrirlos gracias a las películas. Pero tan o más importante que lo anterior, la autora J.K. Rowling, era una querida personalidad pública. En particular, por su innovadora forma de interactuar con los fanáticos. 

De su web personal, que incluía easter eggs interactivos para fanáticos, hasta la llegada de Pottermore, que centralizó toda la información sobre la saga. Eso, pasando por una poderosa presencia en redes sociales. Lo cierto es que la escritora era cercana, ingeniosa y siempre parecía dispuesta a mantener contacto cercano con sus fanáticos. Incluso, para revelar datos trascendentales acerca de la obra en los momentos más inesperados, como ocurrió en 2009 al anunciar que Albus Dumbledore era gay. 

Pero a partir de 2018, la autora se ha convertido en una figura pública incómoda, cuando no directamente controversial. Un trayecto complicado, que incluye una serie de polémicas acerca de su posición contra la identidad trans, hasta apoyar de manera directa iniciativas para limitar los derechos de la comunidad. La autora ha utilizado su considerable visibilidad y poder, para abrir un debate malsonante cada vez más duro y desagradable. 

Una crisis de reputación cada vez más complicada

J.K. Rowling celebrando el fallo de la corte suprema británica

La postura de la escritora le ha valido rechazo, desencuentros y en la actualidad, una complicada posición pública. En marzo de 2025, Rowling atacó al elenco original de las películas y les acusó de arruinar la saga. Eso, después de que Daniel Radcliffe, Rupert Grint y Emma Watson criticaran su enfrentamiento con la comunidad trans. Poco después, Warner Bros. tuvo que aclarar que las opiniones de la escritora no influirían en la producción. Una poco convencional acotación que dejó claro que el estudio es consciente de la posición crítica de Rowling en la actualidad. 

El punto álgido de lo anterior ocurrió cuando, el 16 de abril, la corte suprema de Reino Unido, dictaminó que la definición legal de mujer, solo atañe al sexo biológico. Por lo que se excluye a las mujeres trans. Poco después trascendió que la campaña para la decisión legal, contó con el apoyo monetario de la escritora. Un dato que Rowling se apresuró a confirmar, al publicar un post en X (antes Twitter) con una fotografía con un cigarrillo y una copa, para celebrar el histórico fallo. 

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La oleada de rechazo en su contra no se hizo esperar. El actor Pedro Pascal, cuya hermana es una mujer trans, insultó directamente a Rowling a través de un comentario en Instagram. Por otro lado, Paapa Essiedu, firmó una carta para expresar su apoyo a la comunidad trans. Algo que provocó especulación sobre la posible reacción de la escritora, que terminó por declarar que respetaba el punto de vista del actor. 

La gran pregunta es si el proyecto de una nueva adaptación, podrá enfrentar una polémica en paralelo que no hace más que crecer. Un punto que se hace más crítico, cuando se recuerda que la obra de Rowling, que explora en la necesidad de la lucha por la justicia, se convirtió en símbolo de tolerancia. Por lo que el comportamiento de la autora, podría ser un elemento decisivo y complicado contra el cual tendrá que lidiar la futura serie. 

Una nueva sensibilidad para la obra

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Unsplash

Algo de lo anterior también impacta en una nueva generación de lectores y espectadores. Para 1997, momento de la publicación del primer libro de la saga del niño mago, el ambiente político era radicalmente distinto al actual. El mayor punto de diferencia es, sin duda, la sensibilidad social y cultura hacia diferentes temas. La mayoría tratados de manera más o menos torpe por J.K. Rowling en la saga literaria. 

Con protagonistas esencialmente blancos, una limitada diversidad racial, a menudo estereotipada, la historia de Harry Potter no parece haber envejecido bien. En particular, porque el hecho apenas haya alumnos de minorías en el clásico Hogwarts refleja a la población británica de la época. Algo radicalmente al panorama actual y que la serie, deberá plasmar de una forma u otra. También, la producción deberá atender las inevitables preguntas sobre moralidad, raza, sociedad étnica y cultura que podrían formularse alrededor del concepto de un mundo mágico universal. 

La relativa cercanía de las películas

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Puede parecer un problema menor, pero lo cierto es que con la franquicia cinematográfica todavía fresca en la cultura popular, una nueva serie deberá enfrentar una brecha generacional importante. La saga en cines no es solo una de las más rentables, populares y queridas de la historia de Hollywood. También es el plato fuerte de cableras en todo el mundo y del catálogo de la plataforma Max. Por lo que se mantiene más o menos fresca en la memoria de sus fanáticos y público en general.

Por lo que la serie, tendrá que competir, y de manera directa, con las inevitables y en este caso, directa comparaciones entre dos formatos que no son del todo incluyentes. Las películas, que cosecharon 12 nominaciones a los premios de la Academia y marcaron un hito en la fantasía contemporánea, serán la medida para evaluar la serie. 

Mucho más, se convertirán en el rasante a través del cual se analizará la forma de trasladar el mundo mágico a la televisión. Un reto complejo que la serie debe asumir desde todo punto de vista y que podría ser un verdadero escollo que enfrentar en adelante.

Un elenco infantil que crecerá frente al público

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Todavía no hay indicios de que Warner Bros. y HBO haya escogido a los niños que interpretarán a Harry Potter, Hermione Granger y Ron Weasley. Pero incluso, desde ya, a los jóvenes actores les espera una década en que deberán crecer frente a las cámaras. De la misma forma que los intérpretes del trío original, el crecimiento — y sus dificultades — del elenco es un punto a tener en cuenta para los más jóvenes del reparto. En particular, porque la producción, que cubrirá a detalle cada libro, deberá plantear su eventual madurez de manera progresiva y natural. 

Ahora bien, el mayor problema podría surgir si el tiempo entre temporadas se alarga, por lo que los cambios físicos y psíquicos de los actores sean más obvios. Un tema complejo que la serie deberá afrontar desde el principio y que puede convertirse en un problema que sobrellevar a lo largo de los diez años en que la producción planea estar en el aire. 

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