La noticia de la supuesta desextinción del lobo terrible, la especie extinta que inspiró a George R.R. Martin en su descripción del lobo huargo de Juego de Tronos, tiene las redes sociales echando fuego. Los responsables de dicho hito científico, la empresa Colossal Biosciences, aseguran que han traído de vuelta a este animal extinto hace 10.000 años con el objetivo de devolverlo al lugar del que nunca debió desaparecer. Todo suena muy loable, pero la historia tiene una inmensidad de lagunas sobre las que la comunidad científica está tratando de avisar a la población.
La primera y más importante es que el estudio realizado por Colossal Bioscience no se ha sometido a ningún tipo de revisión. Ni revisión por pares ni nada que se le parezca. Lo único que tenemos es la palabra de sus científicos y algunas fotografías. Además, el procedimiento científico que parece que han llevado a cabo no sería una desextinción como tal. Por otro lado, es muy bonito querer devolver a un animal extinto al lugar del que desapareció. ¿Pero realmente eso sería beneficioso ahora para su ecosistema? Acaso no desplazaría el lobo terrible a otros depredadores de su hábitat o disminuiría demasiado las poblaciones de los animales que se convertirían en sus presas?
Los ecosistemas siguen un equilibrio muy fácil de romper. Ese es el motivo por el que en los últimos años se ha alertado tanto del peligro de las especies invasoras. Estas son especies que, por un motivo u otro, proliferan en un hábitat que no es el suyo, desplazando a las especies autóctonas por motivos como la competición por los recursos disponibles o un exceso de depredación, entre otros. En este caso no estaríamos hablando de una especie de otro hábitat, sino de una de otra época. Muchos científicos han alertado en numerosas ocasiones del riesgo que esto supondría. No solo con el lobo terrible, también con otras especies cuya desextinción está en proyecto. Posiblemente el remedio fuese peor que la enfermedad; pero, de todos modos, en este caso parece que el remedio ni siquiera es tal como lo describen.
¿Qué ocurrió con el lobo terrible?
El lobo terrible vivió entre América del Norte y la Pampa Argentina durante el Pleistoceno Tardío y el Holoceno temprano. Es decir, desde hace 125.000 años hasta hace 10.000 años.
Hay muchísimos registros fósiles, especialmente en un yacimiento ubicado en Los Ángeles, conocido como Rancho La Brea. Allí se han encontrado hasta 3.500 esqueletos completos. Fueron muy parecidos al lobo gris actual. Prácticamente del mismo tamaño, aunque más robustos. Aun así, cuentan con factores diferenciales que, según los análisis realizados, indican que posiblemente se separaron del linaje de los cánidos vivos hace unos 5,7 millones de años. Por lo tanto, son familia de los lobos actuales, pero muy lejana.
Gracias a la gran cantidad de fósiles que se han encontrado hay una idea bastante aproximada de cómo fueron, aunque lógicamente no se puede saber con seguridad. Con respecto a su ADN, fue muy difícil de estudiar. Los primeros intentos de extraer y analizar una muestra genética fueron imposibles, ya que el alquitrán reinante en el yacimiento de la Brea dejaba las muestras muy dañadas.


Finalmente, en 2021 sí que se consiguió analizar una muestra de ADN. Esto fue lo que permitió esclarecer su divergencia hace 5,7 millones de años. Según citan en el estudio publicado tras dicho análisis, “los lobos terribles evolucionaron de forma aislada de los antepasados del Pleistoceno de estas especies”. Los científicos añaden que sus resultados “también apoyan un origen temprano en el Nuevo Mundo de los lobos terribles, mientras que los antepasados de los lobos grises, los coyotes y los dholes evolucionaron en Eurasia y colonizaron América del Norte hace relativamente poco tiempo”.
Camino a la desextinción
En realidad, el deseo de desextinguir especies no es algo que hayan puesto por primera vez sobre la palestra los científicos de Colossal Bioscience. Lleva más de 100 años intentando hacerse.
Los primeros en proponer algo parecido fueron dos científicos alemanes, que en la década de 1920 se empeñaron en devolver a la vida al uro euroasiático. Este animal caminó sobre la Tierra durante miles de años, pero en 1627 murió su último ejemplar conocido, después de que su población desapareciera poco a poco a causa de la caza excesiva y la pérdida de su hábitat.
Las técnicas de edición genética en esa época eran ciencia ficción. Por eso, estos dos científicos optaron por la cría selectiva. Pasaron mucho tiempo cruzando distintas razas de ganado bovino hasta obtener un animal muy parecido a lo que se describe que fue el uro euroasiático. Dicho animal fue bautizado como Toro Heck y dio lugar a mucho interés mediático, pero no tardó en ser desacreditado por científicos que insistieron en que podría ser un animal parecido al euro euroasiático, pero no la misma especie.
Más tarde, la irrupción de las técnicas de edición genética y, sobre todo, la clonación, ofrecieron una nueva forma de devolver a la vida especies extintas. Tras el éxito de la clonación de la oveja Dolly se probó a hacer algo parecido con una especie extinta. Fue aquí en España, precisamente, donde se intentó clonar el bucardo. Esta subespecie de cabra montesa se había extinguido en el año 2000, pero los científicos habían tenido la precaución de guardar muestras de ADN de los últimos ejemplares. La mayoría de intentos no llegaron a un embarazo a término. Solo un clon logró nacer, pero no llegó a vivir ni siquiera un día.
Para hacer algo así, es necesario tener una muestra de ADN muy bien conservado del animal que se quiere clonar. Es difícil con especies de las que solo se ha extraído ADN fósil. Por eso, Colossal Bioscience ha querido resucitar al lobo terrible mediante la modificación genética del libro gris. Spoiler: sale mal.
No es un lobo terrible
Rómulo, Remo y Khaleesi son los tres cachorros de lobo terrible que han nacido de este experimento de Colossal Science. Ahora bien, ¿de verdad son crías de lobo terrible?
Jeremy Austin, del Centro Australiano de ADN, ha explicado en declaraciones a Science Alert que, básicamente, lo que han hecho estos científicos es modificar el ADN del lobo gris hasta obtener un animal parecido a lo que ellos creen que fue el lobo terrible. Ni siquiera pueden estar seguros, ya que los cánidos son morfológicamente muy parecidos y no se puede saber con seguridad cómo fue. Desde Colossal Bioscience señalan que es un lobo terrible porque es blanco, pero esto no es tan sencillo.
El propio Austin ha explicado también que, de lo poco que han hecho público estos científicos, se sabe que han hecho unas 20 modificaciones al ADN del lobo gris. Esto, si tenemos en cuenta lo que se sabe del análisis genético realizado en 2021, sería insuficiente. Austin señala que harían falta decenas de miles de ediciones adicionales, si no más.


Por lo tanto, es muy osado decir que han resucitado al lobo terrible. Igual que, de momento, no parece que vayan a hacer lo propio con el mamut. Hace años que señalaron que tienen intención de desextinguirlo también. Pusieron como fecha 2027 o 2028, pero de momento solo han logrado obtener ratones con pelo de mamut. La desextinción, si se logra, no es lo que hace esta compañía. Pero, de todos modos, tampoco está muy claro que vaya a ser beneficioso lograrla. Deberíamos preocuparnos mucho más de trabajar para que no se extingan las especies que todavía nos rodean, en vez de empeñarnos en traer a la vida especies extintas. En este caso, evitar los errores del futuro es mucho más beneficioso que enmendar los del pasado.