Durante la madrugada del sábado 29 al domingo 30 de marzo tendrá lugar el primer cambio de hora de 2025. A las 2 pasarán a ser las 3 y daremos por inaugurado el horario de verano. Todos los años ocurre lo mismo, aunque con algunas diferencias. Cada país tiene sus propias fechas y costumbres. No todos eligen el último fin de semana de marzo para cambiar la hora. Pero hay algo en lo que sí coincidimos la mayoría: realizar el cambio justo a las 2 de la mañana.
No importa si se trata de adelantar el reloj de las 2 a las 3 de la mañana o atrasarlo a las 3 para que vuelvan a ser las 2. Esas dos horas siempre están implicadas. Podríamos pensar que sería más intuitivo realizar el cambio de hora a la medianoche, pues es justo cuando empieza el nuevo día, pero hay una explicación para ello.
Bueno, en realidad hay dos. Si el cambio de hora se realizase a las 12 de la noche habría mucho lío, porque se cambiaría la hora y el día. Al fin y al cabo, es también la hora que inicia un nuevo día. Esto podría ser engorroso, pero no es la razón principal. El motivo por el que, en realidad, el cambio de hora siempre ocurre a las 2 de la mañana es una cuestión de trenes.
Antes de empezar: ¿de quién fue la idea del cambio de hora?
Vamos a ver por qué el cambio de hora siempre se hace a las 2 o las 3 de la mañana, pero antes de eso no está de más recordar quiénes fueron los impulsores de esta tradición.
Hay varias hipótesis y posiblemente todas tengan algo de cierto. Hubo tres personas que pensaron que el cambio de hora sería una buena idea. Pero lo curioso es que a ninguno de ellos se le hizo caso en un principio, por lo que resulta complicado decidir cuál fue el que más inspiró la decisión final.
El primero, según muchos historiadores, fue el mismísimo Benjamin Franklin. En 1784, el político y científico ejercía como embajador de Estados Unidos en Francia, por lo que tenía su residencia ubicada en París. Disponía de una mente muy despierta, siempre maquinando, y fue en una de esas maquinaciones cuando tuvo la idea del cambio de hora. Se dio cuenta de que en verano el Sol salía mucho más temprano que el resto del año. Esto obligaba a los parisinos a levantarse muy temprano y acostarse igualmente pronto si querían ahorrar todo lo posible en aceite para las lámparas. Benjamin pensó que esto era incómodo y que se podía solucionar con un cambio de hora que desplazase todo 60 minutos. Podrían levantarse más tarde y tener más horas de luz por la tarde.


Su idea no llegó a ponerse en práctica. Por eso, en 1895 otro científico se unió a sus propuestas. Fue el neozelandés George Vernon Hudson. Su mayor pasión era el coleccionismo de insectos. Sin embargo, su profesión era otra. Solo podía dedicarle tiempo a la búsqueda, observación y clasificación de invertebrados por las tardes, cuando acababa su jornada laboral. En verano, las tardes eran más cortas, por lo que no podía trabajar tanto tiempo. Por eso, se le ocurrió que, si se desplazara el tiempo una hora, podría trabajar sin luz artificial durante más tiempo.
Pero, en realidad, quien terminó de inspirar el cambio de hora fue el constructor inglés William Willet. El hombre tenía la costumbre de pasear a caballo muy temprano por las mañanas. Un día de 1907, se encontraba dando su paseo matutino cuando pensó que si fuese una hora más decente sus vecinos podrían disfrutar de la mañana veraniega tanto como él. Propuso el cambio de hora por tercera vez y tampoco se le terminó de tomar en serio. Sin embargo, su petición, finalmente, no cayó en saco roto.
¿Por qué a las 2?
En 1918, tras todas esas peticiones (y algunas más) se implantó por primera vez el cambio de hora en Reino Unido. Corría el final de la Primera Guerra Mundial y se pensó que podría ser una buena forma de ahorrar carbón.
Lógicamente, se barajaron varias horas para dar el pistoletazo de salida, pero finalmente se decidió que el mejor momento eran las 2 de la mañana. Y es que, en esa fase de la Segunda Guerra Mundial, con los horarios de trenes mucho más restablecidos, la madrugada del domingo, a las 2, era de los pocos momentos en los que no se interrumpiría ningún trayecto.


Con el tiempo, otros países fueron implantando el cambio de hora. En España se introdujo también en 1918, aunque luego hubo épocas en las que se detuvo el cambio, e incluso distintas regiones del país con distintos horarios. Pero, fuese como fuese, el cambio de hora se siguió haciendo a las 2 o las 3 de la mañana, dependiendo de si se adelantaba o atrasaba.
Hoy en día sigue siendo esa la tradición. Lo que ya no está tan claro, según los expertos, es que el ahorro energético sea tan alto como señaló Benjamin Franklin. Quizás sí lo fuese en la época de las lámparas de gas, pero no ahora, con nuestras fuentes de energía y, sobre todo, nuestro estilo de vida. Por otro lado, los expertos sí que suelen coincidir en que el cambio de hora no es saludable. Lo ideal sería dejar una hora fija. Algunos países prometen que lo harán pronto, pero la realidad es que sigue siendo una tradición bianual que nos cuesta quitarnos de encima. Hasta que finalmente desaparezca, no olvides el cambio del próximo fin de semana.