Tom Cruise quiere volver a revolucionar los cines con Misión Imposible: Sentencia Final. La octava entrega de la saga aterriza al fin en todo el mundo para regalar un nuevo espectáculo épico a los fans. Acostumbrado a protagonizar acrobacias y secuencias de acción al límite, el actor apunta a despedirse de la legendaria franquicia casi treinta años después con una película que sirva de nostálgico cierre pero sin perder su frenética esencia.

En Misión Imposible: Sentencia Final, Ethan Hunt y su equipo del FMI se embarcan en su aventura más peligrosa hasta el momento. Deben rastrear una nueva y aterradora arma que amenaza a toda la humanidad antes de que caiga en las manos equivocadas. Se trata de La Entidad, una Inteligencia Artificial autodidacta que poco a poco está tomando el control de todo el ciberespacio y, por tanto, del planeta. Solo ellos podrán evitar el apocalipsis nuclear al que el mundo se dirige imparable.

Misión Imposible: Sentencia Final pósterMisión Imposible: Sentencia Final póster

Misión Imposible: Sentencia Final

Tanto Tom Cruise como el director Christopher McQuarrie entienden a la perfección el objetivo de Misión Imposible: Sentencia Final y ofrecen un espectáculo épico a la altura de lo mejor de la saga. Una aventura de grandes dimensiones, con secuencias impresionantes y que, además, sirve como homenaje a los treinta años de una franquicia que, quién sabe, podría haber llegado a su fin.


























Puntuación: 4 de 5.

De menos a más

Hay que ser sinceros. Misión Imposible: Sentencia Final no empieza demasiado bien. De las tres horas que dura, la primera es bastante caótica y desorganizada. La tijera se nota demasiado en muchos tramos para no alargar de más una introducción que tampoco resulta demasiado necesaria. Ya habíamos tenido la película anterior para presentarnos esta historia sobre La Entidad y el riesgo mundial que supone. No hacía falta tantísimo contexto para recordarlo y echar a andar.

Sobre todo porque ni siquiera está particularmente bien contado. El filme va dando saltos de un lado a otro con secuencias sueltas e inconexas que no terminan de trazar un hilo narrativo claro. Sobresaturación de flashbacks, diálogos que repiten lo mismo una y otra vez… Se ve por pura inercia, pero el principio de Misión Imposible: Sentencia Final no es precisamente brillante. Por fortuna, de repente mete un cambio de ritmo y cambia por completo.

En cuanto termina ese primer acto tedioso, la película se permite respirar y crece una barbaridad. Porque hace lo que mejor saben, darnos una gran historia de acción y espías. Como si se tratara de una producción totalmente diferente, de pronto Misión Imposible: Sentencia Final empieza a funcionar sola. Y es una maravilla. Un festival entretenidísimo que combina a la perfección grandes dosis de acción, tensión y mucha emoción. Desde ese punto de inflexión y hasta el final, nos regala una de esas películas blockbuster con sabor a único, a artesanal y a experiencia cinematográfica de grandes dimensiones.

Misión Imposible: Sentencia FinalMisión Imposible: Sentencia Final

Un homenaje a sí misma

Por supuesto, hay que tener algo en cuenta. Misión Imposible: Sentencia Final se anunció como la supuesta última entrega de la saga. En teoría, Tom Cruise cuelga las botas (o el paracaídas, o lo que sea) como Ethan Hunt y ya no regresará más. Sea o no cierto, lo que es evidente es que la película sí tiene aires de despedida. A lo largo del metraje se incluyen infinidad de guiños y referencias al pasado de la franquicia.

Cameos, objetos icónicos, flashbacks, escenas readaptadas… Misión Imposible: Sentencia Final sabe que debía ser un homenaje a la que durante treinta años ha sido la gran franquicia de acción del cine palomitero. Lo cierto es que lo hace bastante bien. Quizá sobran algunos flashbacks y varios diálogos sobrexplicativos para recordarnos lo mucho que ha sacrificado Ethan durante todos estos años. Pero tampoco molestan en exceso. Y los homenajes que sí funcionan son sensacionales, cayendo en le fanservice sin dejarse arrastrar demasiado por él para no empañar su propia historia.

Misión Imposible: Sentencia FinalMisión Imposible: Sentencia Final

Tom Cruise sabe a lo que venimos

Y si no molestan es porque Tom Cruise y el director Christopher McQuarrie tienen clarísimo a lo que juegan. Después de colgarse de cables, trepar montañas y edificios, agarrarse a aviones despegando, lanzarse en moto por acantilados y el sinfín de escenas legendarias que nos ha dado en las entregas anteriores, Misión Imposible: Sentencia Final no podía quedarse atrás.

En general toda la película está bastante llena de escenas de mucha acción. Pero hay dos que destacan especialmente. Sobre todo la más anunciada, la que involucra a un submarino. No vamos a spoilear cómo o por qué Tom Cruise acaba ahí. Pero sí podemos decir que solo por ver esta secuencia completa en la pantalla más grande posible (y si es en IMAX, aún mejor), ya merece la pena cada céntimo de la entrada. No hay diálogos, solo respiración e imágenes espectaculares. Es una larguísima escena que lleva a los espectadores al borde del infarto, con la tensión por las nubes. Una gozada.

Más adelante, también hay otra escena sublime con Tom Cruise agarrándose a avionetas, saltando de una a otra mientras vuelan a toda velocidad y giran sobre sí mismas. Saber que estas escenas se rodaron de verdad y no están generadas por un ordenador provoca aún mayor sensación de inmersión y espectacularidad. En definitiva, cuando Misión Imposible: Sentencia Final termina, solo queda aplaudir agradecidos por lo que hemos podido ver. Los fans del cine de acción van a estar muy bien alimentados.

Misión Imposible: Sentencia FinalMisión Imposible: Sentencia Final

De esta forma, tras una primera hora irregular, Misión Imposible: Sentencia Final vuelve a elevarse. Abraza su faceta de espectáculo épico para deleitarse con una gran aventura que, a la vez, sirve como homenaje definitivo a sí misma. Un portento de cine de atracciones que resulta aún mejor por el momento actual que vive el séptimo arte, donde el 90% de los blockbusters del género parecen sacados del mismo molde ultradigital y aburrido. Si este era el final, es un cierre más que digno.


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