En las últimas horas, el nombre de Lily Philips está resonando por todo internet por haber cumplido el reto de acostarse con 100 hombres en un día. Bueno, para ser exactos, 101 hombres. La creadora de contenido de OnlyFans reunió a hombres de varios países en una casa de Airbnb en Londres y les concedió 5 minutos para tener sexo con ella. Aunque al final solo fueron 2. 

Todo esto ocurrió el pasado mes de octubre, pero la historia se ha dado a conocer más extensamente hace apenas unos días, con la publicación del documental presentado por Josh Pieters. Lily habló con el documentalista antes y después del reto. Además, este pudo entrevistar a alguno de los 101 hombres que se acostaron con ella y a su asistente durante las 24 horas que duró el reto.

Todo ha sido un éxito si nos ceñimos al objetivo conseguido de acostarse con 100 hombres en un día. ¿Pero cuáles son las consecuencias más allá de eso? En el documental podemos ver algunas. Al final aparece Lily llorando por lo duro que ha sido el reto. Pero, en realidad, ese es solo el pico del iceberg.

¿Es realmente voluntario acostarse con 100 hombres en un día?

Lily ha aceptado este reto de forma totalmente voluntaria. Nadie la ha coaccionado ni le ha puesto una pistola en la sien para que lo haga. Da su consentimiento en todas las relaciones sexuales que mantiene. De hecho, es ella la que las convoca. ¿Pero aun así podemos considerar esto tan voluntario como una relación sexual que ocurre de forma genuina, sin retos por medio?

Para responder a esta pregunta nos hemos puesto en contacto con la psicóloga y sexóloga Laura Marcilla, quien hace mucho hincapié en la reversibilidad del consentimiento. “Antes de hacer algo puedes decidir que sí quieres, pero luego en el transcurso de las 100 relaciones podrías cambiar de opinión”, explica. “¿Qué consecuencias tendría para ella si no lo cumpliese?” 

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Es cierto que Lily no ha manifestado arrepentimiento en ningún momento, pero al tratarse de un reto público tampoco podemos estar seguro de que se sintiese cómoda para hacerlo. “Aquí intervienen muchas personas que están visualizando esto”, recuerda Marcilla. “Incluso cuando nadie está juzgando públicamente lo que hacemos, muchas veces nuestras propias expectativas o nuestras propias exigencias hacen que vayamos mucho más allá de lo que realmente querríamos, así que en ese caso puede pasar aún más”. 

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