Kraven the Hunter llega a los cines y, con ella, el Universo Spider-Man de Sony llega a su fin (por ahora). La nueva película de la franquicia seguirá al legendario villano en una historia de orígenes protagonizada por Aaron Taylor-Johnson. El actor se pone en la piel del temible Sergei Kravinoff. Pero en esta ocasión, el personaje no tratará de dar caza a Peter Parker sino que seguirá un despiadado camino de venganza con brutales consecuencias para su futuro. Y es que, a diferencia de filmes como Venom o Madame Web, esta es una película con calificación R (solo para adultos) debido a su violencia explícita.
La historia de Kraven the Hunter viaja hasta los primeros pasos del protagonista. Sergei es el hijo de un implacable gángster ruso. De niño, sufrió un accidente con un león que estuvo a punto de costarle la vida pero que, de alguna forma, le otorgó poderes sobrenaturales. Así, tras algunas desavenencias con su padre, aprendió a convertirse en el mayor depredador del planeta. Ahora, ya como adulto, se dedica a cazar a personas poderosas que pretenden dominar a base de terror, asesinatos y demás crímenes.
Kraven the Hunter
La película presenta a un nuevo villano clásico de los cómics de Spider-Man. Una historia de orígenes que, por desgracia, no le hace justicia al personaje. A pesar de sus buenas intenciones ofreciendo acción salvaje, el conjunto resulta flojo y aburrido, lastrado por un guion sin alma y mal ejecutado.
Un guion que hace aguas
La premisa de Kraven the Hunter era cuanto menos interesante. La película opta por darle un enfoque tarzanesco para convertirle en un superhombre apegado a la naturaleza. Exactamente lo que debería ser Kraven. Sin embargo, las buenas ideas del filme terminan ahí. Todas las demás capas que conforman la historia están bañadas por un sentimiento de intrascendencia provocado por un guion muy flojo y vago.
La película encuentra fácilmente su tono de thriller de acción. Pero todos sus personajes están muy mal planteados y desarrollados. Es algo especialmente llamativo en sus villanos, sus propósitos y la justificación de sus fechorías. En ningún momento resultan mínimamente interesantes, obligando a los espectadores a ver sus enfrentamientos con Kraven the Hunter bajo un prisma de tedio y desidia que no desaparece en ningún momento.
La historia es tan vacía y genérica que nunca genera una mínima conexión emocional que pueda acercar al público a la película. La sensación de distancia, de estar viendo a personajes que no importan, es constante. Y ni siquiera está bien hilado. Las motivaciones no están claras y todo se mueve por una pesada inercia que lastra por completo lo que podría haber sido no ya una buena película de superhéroes sino simplemente un filme eficaz y divertido.
Potencial desaprovechado
Ese es el mayor pecado de Kraven the Hunter. Había una buen planteamiento, un gran personaje, villanos que sobre el papel resultaban fascinantes y amenazadores, un futuro muy prometedor gracias a cómics como La Última Cacería de Kraven, ideas interesantes y un impresionante reparto con dos ganadores de Oscar como Russell Crowe y Ariana DeBose y dos estrellas en plena ebullición como Aaron Taylor-Johnson y Fred Hechinger.
Pero nada cuaja y es una lástima. Todo resulta francamente aburrido. Las expectativas con esta película eran que al menos se situaran en la escala de la trilogía de Venom. No son cintas que vayan a marcar la historia del cine pero tampoco han desencantado al público, que respondió en taquilla. Por desgracia, Kraven the Hunter se aleja de ese grupo y se sitúa más en sintonía de Morbius y Madame Web. Quizá sea la mejor de las tres, pero no es un hito especialmente celebrable.
Al salir de la sala el pensamiento es el de que estaba muy cerca y, sin embargo, todo el potencial se ha desaprovechado. Si por algo duele es porque se trata de la última película del Universo Spider-Man. La franquicia se despide con un mal sabor de boca que no toca su fondo más bajo pero que se queda lejos de un colofón aceptable que nunca llegó. Ha resultado ser un universo cinematográfico cadavérico y con muy poca razón de ser.
Mucha acción
Kraven the Hunter intenta compensar sus evidentes carencias con numerosas escenas de acción salvaje. Es evidente que Aaron Taylor-Johnson se ha preparado muy a fondo para las exigencias físicas del rodaje. El actor demuestra su compromiso total entregando cuerpo y alma con infinitas secuencias corriendo, dando saltos, haciendo parkour y todo tipo de ejercicios gimnásticos.
El estilo animalesco elegido para la forma de luchar de Kraven the Hunter es interesante y se aprecia el trabajo que hay detrás. Además, al ser una cinta de calificación R, deja un enorme rastro de sangre y violencia explícita que le sienta francamente bien. Hay incluso algunas muertes bastante imaginativas. El frenesí y su acción feroz bañan todo el metraje y al menos consiguen que el trago pase más fácilmente.
Pero hay en estas escenas otro gran fallo que supone la puntilla definitiva a un filme que debería haber estado mucho mejor de lo que está. Se trata del apartado visual. Los efectos especiales están muy mal trabajados. Las criaturas parecen sacadas de un videojuego de hace varios años. Y en los propios movimientos de Kraven the Hunter, al utilizar lo digital para querer hacerlos más espectaculares, lo que se consigue es que resulten falsos. Las películas de superhéroes de hace 20 años estaban mucho mejor logradas en este aspecto.
Al final, todo se resume en que Kraven the Hunter ha sido el último clavo en el ataúd del Universo Spider-Man de Sony. La película ha repetido los mismos errores que han lastrado a la saga en los últimos años. Y aunque sí que intenta ser diferente metiéndole más esteroides a su acción y a su oscuridad, no resulta suficiente. En un mundo tan saturado de películas de superhéroes, no consigue destacar, quedando como algo genérico, con un guion poco conseguido y que solo entretiene en momentos puntuales. Aaron Taylor-Johnson merecía algo mejor.