No hace ni 24 horas que se publicó un hallazgo que cambia nuestra concepción sobre el origen de la Tierra y ya tenemos una nueva publicación sobre este tema. La primera hacía referencia a cómo llegó a nuestro planeta una de las piezas clave para formar el agua. Por su parte, la segunda investigación, realizada por un equipo internacional, pero liderada por científicos españoles, demuestra que la acumulación de oxígeno en la Tierra empezó antes de lo que creíamos.

Y es que, en realidad, el oxígeno no llegó a nuestra atmósfera repentinamente. Primero fue necesario que se formase en el océano, inicialmente de forma casi residual y luego en lo que se conoce como oasis de oxígeno. Esto último ocurrió hace aproximadamente 3.000 millones de años. Más tarde, hace entre 2.200 y 2.400 millones de años, el oxígeno pasó a aparecer libremente en la atmósfera. El nuevo hallazgo, liderado por la doctora Fuencisla Cañadas, del Centro de Astrobiología (CAB) CSIC-INTA, se centra concretamente en los oasis de oxígeno. Y es que, según sus hallazgos, no solo se formaron medio milenio antes de lo que se creía. También lo hicieron por un método muy diferente.

Concretamente, la causa de la aparición de esos oasis de oxígeno en la Tierra fue el reciclaje del fósforo. Este elemento es muy usado por microorganismos capaces de generar oxígeno a través de sus reacciones metabólicas. A más fósforo para metabolizar, más oxígeno que podría acumularse para, poco a poco, conseguir hacer de la Tierra el lugar habitable y confortable (de momento) que es hoy en día.

¿Cómo han hecho este hallazgo sobre el oxígeno en la Tierra?

Este estudio se ha llevado a cabo mediante el análisis de un testigo de perforación de 2.930 millones de años, procedente del área de Red Lake, en Ontario, Canadá. Un testigo es una muestra de roca obtenida mediante la perforación con una herramienta similar a un barreno. En este caso concreto, procede de la plataforma marina carbonatada más antigua que se conoce en la Tierra. Por lo tanto, los sedimentos que acumula tienen firmas muy interesantes sobre una Tierra en la que los océanos eran mayormente anóxicos, sin apenas oxígeno, pero con mucho hierro. 

Por otro lado, estas muestras contienen estromatolitos. Es decir, estructuras laminadas, parecidas a rocas, compuestas por microorganismos muy antiguos. Sobre todo hay cianobacterias. Por lo tanto, en estas muestras se encierran algunos de los signos de vida más antiguos de nuestro planeta, como bien señalan en un comunicado del CAB. 

Utilizando técnicas avanzadas, estos científicos han podido reconstruir la dinámica de nutrientes y las condiciones de oxidación-reducción que se daban hace casi 3.000 millones de años. Vieron, sobre todo, que el fósforo, presente en los sedimentos, se reciclaba de forma intermitente hacia la columna de agua. Esto ocurría en periodos en los que se estaba dando un enriquecimiento de hierros y sulfuros.

Dicho fósforo era esencial para el metabolismo de las cianobacterias, con cuyas reacciones se generaba ese oxígeno tan necesario. Así surgieron los oasis de oxígeno de la Tierra, formados por acumulaciones de este gas en aguas superficiales. 

Eran algo efímero

En la Tierra se dan constantemente reacciones de oxidación-reducción, en las que unos compuestos pierden oxígeno, reduciéndose, y otros lo ganas, oxidándose. También se puede contemplar como un flujo de electrones. El elemento que pierde electrones se oxida, mientras que el que los gana se reduce.

Todo esto ocurre en un flujo constante. Los electrones u oxígeno que pierde un elemento van a parar a otro. Por eso, este oxígeno que se formó en los océanos pasaba rápidamente a átomos reducidos, que lo necesitaban para volver a su estado inicial.

Como consecuencia, los oasis de oxígeno de la Tierra eran más bien algo efímero. Fue necesario que llegase otro proceso, conocido como gran evento de oxidación, para que se acumulase aún más oxígeno y pudiese pasar a formar parte de la atmósfera.

¿Qué implica todo esto?

Este es un hallazgo muy interesante, ya que, según indican sus autores, podría indicar que, cuando se busca vida en otros planetas, no se hace en el lugar adecuado. Lo ha señalado la doctora Cañadas en un comunicado: “Este estudio sugiere que las biofirmas pueden ser sutiles, localizadas y transitorias, y deberíamos diseñar nuestra estrategia de exploración teniendo esto en cuenta”. 

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