Fundación de Apple TV+ logró lo que parecía imposible. Brindar personalidad a una historia que adapta, de manera libre, la clásica saga de ciencia ficción de Isaac Asimov. Eso, a pesar de que el relato fundacional tiene reglas propias, muchas de ellas difíciles de trasladar a la pantalla sin perder la esencia. Pero la serie producida por David S. Goyer y Josh Friedman, ha conseguido algo notable: transformar una obra cerebral en una experiencia visual que no solo entretiene, sino que también respeta la lógica interna del material original.
Claro está, el mayor reto siempre fue humanizar una historia marcada por teorías matemáticas y estructuras políticas colosales. Y aunque no siempre lo logra con equilibrio, esta tercera temporada demuestra que la serie ha aprendido a caminar sobre esa cuerda floja. El foco se ha desplazado inteligentemente hacia los personajes, sin abandonar del todo el peso de los conceptos abstractos. Esto le permite conectar con una audiencia más amplia sin diluir su identidad.
Claro, no todo funciona perfectamente. Para quienes no están familiarizados con este universo, los primeros episodios pueden resultar densos, especialmente por los saltos en el tiempo que fragmentan la continuidad emocional. Aun así, hay algo admirable en el esfuerzo: esta no es solo una adaptación más. Es una reinterpretación ambiciosa que consigue mantener vivo el espíritu de Asimov, incluso cuando se desvía de su letra. Pero, aun así, captura lo esencial del relato literario para convertirlo en una colosal perspectiva de la ciencia ficción contemporánea.
Un escenario que crece para ‘Fundación’


La tercera temporada comienza con ritmo acelerado y sin pausas para la recapitulación. La historia simplemente sigue adelante, empujada por nuevos escenarios y personajes que exploran el mundo de manera cada vez más compleja. Por lo que esta vez, los cambios temporales son más agresivos, y eso exige al espectador un esfuerzo adicional para adaptarse. Pero a pesar de eso, el guion tiene la suficiente habilidad para combinar lo conocido con lo novedoso, sin volverse confusa.
En los primeros episodios, buena parte del relato se dedica a ubicar a cada personaje en su nueva realidad. Por lo que volvemos a encontrarnos con los tres emperadores clonados Dawn (Cassian Bilton), Day (Lee Pace) y Dusk (Terrance Mann). También con Demerzel (Laura Birn), la figura más compleja del consejo imperial y cuya lealtad está cada vez más en entredicho.
Paralelamente, la trama de Hari Seldon (Jared Harris) y Gaal Dornick (Lou Llobell) se expande hacia un futuro distante. Eso, a través saltos temporales que dejan claro que ya nada será lineal. En este nuevo tramo de la historia aparece, por fin, el antagonista más esperado: la Mula (Pilou Asbæk), un mutante con capacidades mentales que lo convierten en una amenaza real.


A medida que avanzan los episodios, la historia se ramifica aún más, introduciendo a personajes como Toran Mallow (Cody Fern) y Bayta (Synnøve Karlsen), cuyas conexiones familiares aportan un matiz de continuidad. La narrativa apuesta por construir lazos emocionales, pero exige atención constante para seguir la red de vínculos y saltos cronológicos. A pesar de eso, no resulta desordenada o incomprensible.
Nuevos personajes para una premisa ambiciosa


La llegada de nuevos personajes juega un papel importante esta temporada, pero también es una fuente de complicaciones narrativas. Sin embargo, Fundación lo supera con habilidad. A medida que se introducen más figuras dentro del extenso universo de la saga original, la serie dedica bastante tiempo a explicar quién es quién, de dónde vienen y cuál es su papel en el conflicto galáctico. Esto puede hacer que el ritmo se sienta desigual, sobre todo al principio.
Pero el guion tiene en cuenta el problema y lo soluciona de manera inteligente. Por lo que hay esfuerzos evidentes por vincular cada cara nueva con elementos ya conocidos, como ocurre con Hans Pritcher (Brandon P. Bill), quien sirve de puente entre la Segunda Fundación y los personajes clásicos. Otros, como Song (Yootha Wong-Loi-Sing), que se mueve dentro de los círculos más íntimos del emperador Day, aportan nuevas dinámicas de poder y lealtad.


El problema es que en tan pocos episodios es difícil desarrollar del todo a cada uno. Algunos consiguen destacar –Toran y Bayta tienen una relación bien dibujada, sencilla pero efectiva– mientras que otros apenas logran definir su propósito. Incluso con esta dispersión, la intención del guion es clara: abrir el universo, mostrar que la historia no depende solo de un par de protagonistas. La apuesta es ambiciosa, pero no siempre equilibrada. Aun así, la expansión del elenco enriquece el conjunto y deja claro que la serie no piensa quedarse estática ni cómoda.
El poder, el amor y la crueldad en ‘Fundación’


Uno de los aspectos más interesantes de esta temporada es cómo se ha seguido trabajando la figura de los Cleon. Estos clones imperiales, que podrían haber sido simples villanos de opereta, han ganado profundidad con el paso del tiempo. La serie no los justifica, pero tampoco los presenta como monstruos planos. Son autoritarios, pero también están marcados por sus propias limitaciones, sus dilemas internos y la presión de mantener un sistema que ya empieza a mostrar grietas.
Lo más destacado de la tercera temporada, sin duda, es el desarrollo de Day. Esta versión específica del emperador muestra una vulnerabilidad poco vista en sus predecesores, y eso lo vuelve más interesante. Lee Pace consigue dar matices distintos a cada encarnación del personaje, haciendo que cada Day tenga su propia identidad. Mientras tanto, Dawn y Dusk sirven más como contrapunto ideológico que como figuras activas del relato.


Por otro lado, Demerzel sigue siendo el corazón emocional de esta trama imperial. Su situación no ha cambiado mucho: sigue atrapada por un sistema que la obliga a actuar en contra de su voluntad. Pero Laura Birn logra que cada gesto y cada palabra tengan peso. Hay una tensión constante entre su obediencia programada y su conciencia emocional, lo que la convierte en uno de los personajes más interesantes del panorama actual de la ciencia ficción televisiva.