Durante los últimos años, el cine exploró con frecuencia en la vanidad de nuestra época y la forma en que el atractivo tiene relación con el éxito. La sustancia, nominada al Oscar como mejor película, lo mostró desde la perspectiva del body horror y la sátira perversa. Pero A different Man (2024) se va a un extremo más filosófico y más cercano al humor negro. Eso, gracias a que el director y guionista Aaron Schimberg reflexiona sobre los temas más duros de la cinta, a través de una premisa muy poco frecuente. Eso, al sugerir el hecho de que la belleza física sea más una condena que una ventaja.
Por lo que el argumento sigue a Edward (Sebastian Stan, Bucky Barnes en el Universo Cinematográfico de Marvel), un actor con una malformación en el rostro que le desfigura. Pero a pesar de eso, el personaje se esfuerza por demostrar su valor y talento. Los primeros minutos de la película tienen un especial interés en explorar en el hecho de que el mundo del espectáculo, es una gran vitrina para nuestra época. Por lo que cada persona en él será observada con una atención cruel. Algo que es aún más doloroso y extremo en el caso de Edward, cuya enfermedad le hace objeto de burlas, críticas y señalamientos. La trama de A Different Man, es muy directa al mostrar la violencia que la obsesión por la apariencia contemporánea provoca. Y también, cómo eso impacta en la psiquis de Edward.
El guion no recurre a la lástima para describir a Edward, que tiene una insólita rapidez mental y un sentido del humor envidiable. Eso a pesar de su timidez y torpeza general. Después de todo, la enfermedad que le aqueja provoca que muy poca gente, intente ver más allá de su rostro. Un detalle que el personaje acepta con resignación. Buena parte del tono de la primera parte de la película, está muy relacionado con la tristeza y angustia existencial que Edward soporta lo mejor que puede. Hasta que, encuentra la posibilidad de cambiar su vida para siempre.
Una historia de redención que toma caminos inesperados


Eso, gracias a un tratamiento revolucionario que le permitirá tratar los tumores que cubren su cara. Un punto interesante de A Different Man, es que el argumento no está interesado en dar explicaciones exageradas o pseudocientíficas, de la cura de Edward. En lugar de eso y al estilo de ¡Olvídate de mí! (Eternal Sunshine of the Spotless Mind) (2004), la tecnología milagrosa es una herramienta para explorar en su personaje. Paso a paso, la dolencia del protagonista desaparece y bajo las gravísimas lesiones que cubrían su piel, descubre que tiene un rostro realmente atractivo.


Solo que su nueva apariencia, no soluciona sus problemas de fondo. A Diffferent Man profundiza con sutileza en la complejidad de su personaje. Pero en especial, en los motivos, en ocasiones difíciles de señalar, provocan el dolor emocional y la desesperanza. Ahora, con un rostro hermoso, sin los problemas de audición que le producía su padecimiento y con toda la confianza que siempre quiso tener, Edward intenta encontrar su lugar en el mundo. Sin embargo, no es tan fácil como creyó que podría ser. Y es entonces, cuando los rápidos cambios que atraviesa se hacen más complejos.
En especial luego que Ingrid (Renate Reinsve), su vecina y buena amiga, decida llevar al teatro una obra basada en Edward. En un giro singular y hábil, el argumento explora entonces en toda la inseguridad y malestar emocional de su personaje. Mucho más, cuando luego de presentarse de incógnito a un papel, descubre al actor que le interpretará. Oswald (Adam Pearson), también sufre de la grave enfermedad que antes aquejaba a Edward. Solo que su actitud ante la vida es por completo distinta.


El director logra, así, diseccionar a su protagonista de manera ingeniosa. Por un lado, Edward es el hombre atractivo que siempre soñó con ser y a pesar de eso, sus dolores emocionales siguen siendo los mismos. Al otro, Oswald es brillante y tiene una personalidad magnética. La cinta contrapone ambas actitudes y sin ser moralista, explora en la insatisfacción de Edward desde el pesimismo. Un punto de vista, que permite cuestionar la importancia de la apariencia. O en cualquier caso, lo poco que puede significar al momento de consolar el sufrimiento que alguien puede padecer en su vida adulta.
Una obra sensible que evita el melodrama


La trama de A Different Man tiene muy clara la historia que desea contar, por lo que evita ser melodramática o sensiblera. La forma en que muestra que Oswald brilla bajo sus propios términos, ya sea en la vida corriente o en una obra de teatro, no es una declaración de intenciones. Antes que eso, demuestra que Edward sufre por heridas que no tienen relación con la enfermedad que le deformaba. Por lo que el contraste entre el uno y el otro, es una brillante reflexión sobre la manera en que la vida se puede interpretar y disfrutar.
Abstracta y filosófica como parece, A Different Man es realista al mostrar visualmente su premisa. El mundo de Edward se muestra gris, deprimente y lleno de situaciones incómodas. En cambio, Oswald busca la plenitud con una energía espiritual y emocional que conmueve.
Por si todo lo anterior no fuera suficiente, la cinta también muestra una crítica sutil acerca de cómo el mundo contemporáneo percibe las discapacidades. Para su final, la película dejó a su paso unas cuantas lecciones acerca del origen de la infelicidad. Sin embargo, ninguna de ellas es sermoneadora ni quiere dejar una lección edulcorada. El punto más interesante de esta historia.