Los grandes éxitos de Netflix suelen ser una combinación entre producciones de alta factura y, en ocasiones, las situaciones más impredecibles. El juego del calamar, que se estrenó casi sin promoción y que de inmediato se convirtió en uno de los contenidos más vistos de la plataforma, parece demostrar la singular combinación. La serie surcoreana, que su creador Hwang Dong-hyeok intentó vender sin lograrlo por casi diez años, sorprendió. No solo por su retorcida premisa. También, por su duro comentario social.
Por lo que la historia de una competencia sangrienta en que cada participante debe matar o morir, se volvió un fenómeno de popularidad. Durante la primera temporada de El Juego del Calamar, el argumento estableció algunos elementos de su universo. Entre ellos, que cada uno de los participantes, era escogido por sus dificultades económicas y situación personal desesperada.
Al mismo tiempo, que la terrorífica arena de juegos, es parte de un entretenimiento depravado. Todo lo anterior, en medio de una sucesión de puntos oscuros acerca de la identidad de los patrocinadores y la forma en que escogen a sus jugadores. Incluso, el lugar en que se encuentra la isla en que ocurre la trama.
Datos que, con toda seguridad, la segunda entrega de El Juego del Calamar revelará. Pero mientras llega el estreno, todavía puedes dar un repaso a los primeros capítulos. Para refrescar todo lo relacionado con la historia, te dejamos lo que debes recordar para ver la nueva temporada de El juego del calamar. Desde sus personajes hasta la naturaleza de sus retorcidas competencias. Un recorrido por una de las premisas más originales y terroríficas de los últimos años.
Un hombre capaz de todo
La primera entrega de la serie, explora el mundo de los juegos a través de un hombre y su experiencia al ser reclutado para participar. Seong Gi-hun (Lee Jung-jae, de The Acolyte) es un hombre divorciado, con una hija a la que apenas ve, debido a su precaria situación económica. En medio de la peor época de su vida, sin superar su adicción al juego y viviendo junto a su anciana madre, Gi-hun intenta sobrellevar como puede su complicada situación financiera. Pero lo cierto es que debe enfrentar la pobreza y además, la posibilidad de ser asesinado por sus deudas.
En ese punto de su vida, un extraño (Gong Yoo), le hace una oferta tentadora. Si acepta participar en una arena de juegos y cumplir determinado número de retos, podrá ganar el dinero suficiente para evitar la cárcel o la muerte. Gi -hun termina por hacerlo, lo que le llevará a ser prácticamente secuestrado y llevado a un lugar desconocido, en el que se convertirá en parte del grupo de concursantes.
Un hábil negociante
Un punto intrigante que el Juego del calamar promete responder en su nueva temporada, es la identidad del Vendedor. El encargado de reclutar a las futuras víctimas de la competencia, tiene la suficiente información para encontrar a las personas correctas y manipularlas para aceptar. Lo que le hace uno de los enigmas más singulares de la trama.
Como se muestra en los primeros episodios de la serie, el Vendedor aborda a Gi-hun, con la certeza de que la oferta de un premio millonario le tentará. Mucho más, cuando se trate de formar parte de lo que parece una aventura sencilla, sin mayor riesgo. Claro está, el Vendedor jamás revela la verdadera naturaleza de la tétrica arena de juegos, aunque es obvio la conoce. Un punto en el que el argumento de la nueva entrega profundizará para brindar algunas pistas de quién puede ser en realidad el personaje.
Una competencia terrorífica
Uno de los elementos que más sorprendió de la primera temporada de El juego del calamar, fue el hecho que los retos dentro del circuito de pruebas, no eran especialmente complicados. De hecho, todos son juegos de niños, adaptados a una escala adulta y con reglas muy específicas para asegurarse que cada participante las cumpla.
Sin embargo, el punto más escalofriante de la competencia es que perder, no implica ser expulsado o solo, no tener la oportunidad de alcanzar el premio en metálico. Casi de inmediato, la entrega inicial de la serie, muestra que la arena de pruebas, está pensada para que perder una competencia, sea un riesgo mortal. Por lo que ganar, se convierte en un acto de supervivencia.
Un premio que aumenta a media que transcurren las pruebas
Según la premisa de la arena de juegos, nadie está obligado a quedarse y seguir, como muestra el tercer capítulo de la serie. No obstante, al haber elegido un grupo de candidatos desesperados por obtener el abultado premio en efectivo, la opción es enfrentar de nuevo una situación desesperada. Así que la mayoría de los participantes, deciden permanecer en la arena.
Más duro todavía, resulta que, una vez que están dentro del juego, descubren que ganar implica necesariamente matar a alguien más. Eso, porque el juego está diseñado para que los perdedores sean asesinados y que cada una de esas muertes, agregue $100 millones al premio mayor. Por lo que, cada jugador termina por saber que deberá asesinar y evitar que le maten. Un subtexto paranoico que hace a la competencia aún más peligrosa.
No hay verdaderos aliados en El Juego del Calamar
Uno de los aspectos más sádicos del argumento, es dejar claro que en El juego del calamar, no hay posibilidad de forjar alianzas. Eso, a pesar de que cada una de las etapas de los retos, en ocasiones se debe colaborar con otros participantes para lograr triunfar. Sin embargo, al final, la dinámica de las competencias provocará que deba haber una traición o, directamente, un enfrentamiento entre cada sobreviviente.
Lo que plantea algunas de las situaciones más incómodas, duras y conmovedoras del argumento. Gi-hun deberá enfrentar a Cho Sang-woo (Park Hae-soo), su amigo de la infancia, que termina en la competencia debido a malversación de fondos. También, tendrá que esforzarse por vencer a Kang Sae-byok (Jung Ho-yeon), una inmigrante de Corea del Norte que intenta ganar el dinero para traer a su familia a lugar seguro. Lo cierto es que cada personaje, tiene sus propios motivos para hacer cualquier cosa por ganar. Aunque eso signifique morir o matar.
Un peligroso infiltrado
Entre todo el mapa de concursantes — y sus motivaciones — , una de las historias más interesantes es la de Hwang Jun-ho (Wi Ha-joon). Este oficial de policía en busca de su hermano desaparecido, logra infiltrarse en el lugar en que ocurren los juegos. También, en el complicado sistema de vigilancia que rodea a los concursantes. Por lo que termina por descubrir varios de los secretos más macabros de la competencia, que le llevará a un hallazgo inesperado.
Que no es otra cosa, que su hermano — al que daba por muerto en medio de los crueles retos — estaba vivo. No solo eso: además es el líder y uno de los organizadores del sangriento torneo. Y aunque el arco del personaje termina con una aparente muerte, sin duda es parte de la nueva temporada.
Un público misterioso
Otra revelación de la primera temporada, fue que la competencia y su sádico circuito, tienen espectadores. Como lo demostró el penúltimo capítulo de la primera temporada, todo lo que ocurre se muestra a través de un mirador privilegiado. En este, un grupo en traje de gala, máscaras de animales y por lo visto, sin problemas para ver la sangre correr, disfrutar desde un punto de vista privilegiado de la arena.
El argumento de El juego del calamar no responde de manera directa a la pregunta acerca de la identidad del grupo. Pero deja algo claro: la competencia está creada para ser un espectáculo y complacer lo que parece, a un público perverso. Por lo que apunta que para detener la competencia, al mismo tiempo, hay que enfrentar a los que la sostienen.
Una sorpresa turbia para el final
La temporada inicial de la serie estuvo llena de giros sorprendentes. Pero pocos, como la revelación de la identidad de un personaje en el último capítulo. Oh Il-Nam (O Yeong-su), la persona de más edad en la competencia, forjó una relación cercana con Gi-hun.
Por lo que cuando este tuvo que traicionar al anciano para seguir adelante, la secuencia se convirtió en una de las más duras de la serie. Todo, para que, en el capítulo final, el guion revelara el más tortuoso de sus misterios. Oh Il-Nam en realidad no había muerto en la arena. Mucho peor, era un multimillonario que, aburrido de su vida de lujos, había creado los juegos. Por lo que aquejado de un tumor cerebral, decidió pasar sus últimos meses en el sádico circuito de competencias que había imaginado.
Un ganador sin nada que celebrar
Gi-hun ganó El Juego del Calamar, pero luego de convertirse en un asesino. Lo que tiñó de amargura el haber salvado la vida. Buena parte del último capítulo de la primera temporada de El juego del calamar dedica tiempo a explicar esta aparente contradicción. Más complicado todavía, el cómo, a pesar de sus esfuerzos, ganar el premio en metálico no mejoró su vida.
Lo que conduce, a su decisión final de volver a la arena y enfrentar, por lo que deja entrever tanto la escena de cierre como los avances de la nueva temporada, al sistema. Un punto de vista, que además reflexiona acerca de uno de los puntos esenciales de la serie: la ética, el carácter moral e incluso, la naturaleza de la avaricia en la actualidad.