Apple TV+ acaba de estrenar The Studio, una de sus apuestas más potentes para este 2025. La plataforma de streaming, que acaba de terminar la emisión de la temporada 2 de Severance, no quiere perder el buen ritmo. Por eso, para compensar la ausencia de la serie de ciencia ficción, se lanza de lleno ahora con una comedia que promete cautivar al público como nunca.

Y es que, no en vano, The Studio debutó en Rotten Tomatoes (la base de datos más importante del mundo) con una puntuación perfecta del 100% en sus primeras críticas. Las semanas han pasado desde aquello y, aunque ha bajado ligeramente, aún se mantiene en un increíble 98%. Su ingrediente principal no es otro que Seth Rogen, que ha escrito la serie, la dirige, la produce y, por si fuera poco, la protagoniza. Un proyecto con el que el artista aspira a ganarse a todos los cinéfilos del planeta para que esta se convierta en su nueva serie favorita. Y, por descontado, una de las mejores del año.

La trama de The Studio sigue a Matt Remick, un hombre que logra convertirse en el jefe de Continental Studios. Con el cine tradicional intentando mantenerse vivo y relevante, Matt y su equipo luchan contra sus propias inseguridades, artistas narcisistas y grandes capos corporativos, siempre con el objetivo de hacer grandes películas. Visitas a rodaje, fiestas, entregas de premios, reuniones incómodas con actores y directores… Es una serie que se mete de lleno en la vida diaria de Hollywood.

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El Hollywood real

Lo mejor que los espectadores van a encontrarse en The Studio es que la serie no se ambienta en un Hollywood ficticio, como estamos acostumbrados. Lo que vemos es la industria auténtica. Se hacen chistes sobre Barbie y sobre Netflix, se nombra constantemente a famosos reales e incluso un episodio tiene lugar durante la entrega de los Globos de Oro. Y, por supuesto, para hacerlo todo aún más verosímil, Seth Rogen ha conseguido unos cameos loquísimos.

No desvelaremos todos porque no acabaríamos, pero ya en los materiales promocionales pueden verse los rostros de figuras como Martin Scorsese, Olivia Wilde, Steve Buscemi, Sarah Polley, Ron Howard e incluso Ted Sarandos, el CEO de Netflix. Todos interpretándose a sí mismos. Cada episodio va a hacer las delicias de los verdaderos cinéfilos a los que les gusta saber cómo va Hollywood. «A algunos les pedimos específicamente que actuaran de forma muy diferente a su forma de ser y subvirtieran las expectativas que la gente tiene sobre su personalidad», nos cuenta Seth Rogen en una mesa redonda a la que asistimos en Hipertextual.

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«A otros, como Parker Finn u Owen Kline, se les pidió que fueran ellos mismos y que interpretaran cómo lidiarían con estas situaciones. Así que fue un poco diferente para cada uno, dependiendo de su papel. Pero, en general, la gente fue muy atrevida y les gustó burlarse de sí mismos, participar en las bromas», celebra en cualquier caso el creador de The Studio. «Creo que para muchos directores es divertido actuar. Es genial intentar estar frente a la cámara y ver cómo es esa experiencia. Creo que, en última instancia, probablemente mejora su dirección en algunos aspectos, porque les da una mayor comprensión de cómo es todo el proceso», sugiere incluso Rogen.

«Nos divertimos tanto rodando The Studio que, cada vez que aparecían estas grandes estrellas, era como un regalo extra», se une Ike Barinholtz, que en la serie da vida a Sal Saperstein, uno de los asistentes creativos de Matt. «Fue increíble ver el trabajo que hicieron en esos papeles. Fue muy divertido», coincide Kathryn Hahn, que interpreta a Maya Mason, la jefa de marketing de la compañía ficticia.

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El plano secuencia

Una de las características más interesantes de The Studio es que todas sus escenas (sí, todas) están grabadas en planos larguísimos e incluso en planos secuencia. Es decir, que no hay cortes dentro de una misma escena para cambiar de plano. Es uno de los recursos más completos que tiene el cine por toda la información que transmite, además de uno de los más atractivos. Pero es también uno de los más difíciles de realizar por toda la planificación previa que requiere y por los numerosos ensayos que hacen falta para que salga bien cuando se grite la orden de «¡Acción!».

Y por si fuera poco, Seth Rogen incluso se puso trampas a sí mismo. Y es que, por ejemplo, el episodio 2 se desarrolla casi en su totalidad en una única escena que tiene lugar durante la «hora mágica», ese punto del atardecer (o amanecer) tan socorrido por fotógrafos y cineastas. «Por eso, solo podíamos rodar unos 90 minutos, quizás dos horas al día», explica el artista. De esta forma, tuvieron que plantear trucos para falsear el plano secuencia sin que se note en pantalla. «Planeamos unas conexiones muy ingeniosas que, en cierto modo, unían cada parte», reconoce.

«Habría sido literalmente imposible hacerlo en una sola toma interrumpida. Solo lo habríamos conseguido si hubiéramos tenido meses para ensayarlo o algo así, pero no los tuvimos. Era un calendario muy ajustado», insiste Rogen. «Creo que el episodio tenía unas 40 páginas, así que quizá rodábamos unas 10 páginas al día. Llegábamos esa mañana y ensayábamos hasta las 18:00, que era cuando podíamos rodar, entre las 18:00 y las 19:30. Intentábamos ajustar el trabajo del día y, en cuanto empezábamos a rodar, era un frenesí desenfrenado», prosigue el director de The Studio.

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¿La muerte del cine?

The Studio reflexiona sobre muchos asuntos. Desde los egos de una industria podrida de dinero hasta cómo el cine ha cambiado en los últimos años. Detrás de toda esa comedia, la serie da una perspectiva general algo vacía de magia sobre lo que es Hollywood a día de hoy. Las decisiones se toman exclusivamente con fines económicos y comerciales y cada vez se da menos espacio a la creatividad. Pero el equipo de la serie no siente que el cine esté muriendo ni mucho menos.

«Siempre hay una especie de crisis existencial en esta industria, de una forma u otra. Dicho esto, cada año se hacen muchísimas películas geniales que muchísima gente ve y que, en ocasiones, alcanzan una verdadera relevancia cultural más allá de los fans de Hollywood», defiende Rogen. Así, junto a Catherine O’Hara, enumeran algunas recientes como La sustancia, Robot Salvaje o Aún estoy aquí.

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«Mientras eso siga sucediendo, cada vez más gente querrá intentar alcanzar ese objetivo y lograrlo. Por eso creo que la magia del cine sigue viva. Creo que a veces puede ser un entorno muy frustrante. Las personas involucradas en esos momentos toman decisiones que resultan molestas, confusas y desconcertantes. Pero diría que, en general, suceden muchas cosas increíbles en Hollywood constantemente», sentencia el creador de The Studio.

«Creo que la gente siempre lo dice y luego la cosa cambia. Siempre busco cosas que me inspiren. Me encantó Anora. Y me encanta que Sean Baker hiciera una comedia disparatada de 5 millones de dólares que acaba de ganar los premios», apunta por su parte Barinholtz. «Y el solo hecho de ver una película en el cine me emociona al instante y me hace muy feliz de estar en este negocio y seguir con ello», dice también.

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Dirigir un estudio de cine no es fácil

Otra de las reflexiones que se lanzan en The Studio tiene que ver con cómo debe ser un buen jefe de un estudio de cine. El gran conflicto, claro, está entre primar lo económico o el cine como arte. «Este negocio siempre se ha basado en la mezcla de arte y comercio, y en la lucha entre ambos. Creo que un buen ejecutivo es alguien que se deja llevar por su instinto y entiende que se le ha confiado este trabajo porque tiene muy buen gusto», dice Barinholtz.

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