¿Quién no ha sentido alguna vez que el simple olor del café ya lo revive tras una noche sin dormir? Incluso hay veces que bebemos un café descafeinado y sentimos que un poquito sí que nos espabila. Puede parecer que son espejismos, sensaciones confusas, pero la realidad es que no. Según un estudio, los bebedores habituales del café con cafeína podrían experimentar cambios reales tanto en su cerebro como en su corazón con el simple consumo de café, independientemente de si tiene cafeína o no.

Es una buena noticia. Puedes tomar un café descafeinado si necesitas un empujón para seguir despierto por la tarde. Te espabilarás lo justo, pero no te impedirá conciliar el sueño por la noche.

Incluso si un día te levantas y recuerdas que te habías olvidado de comprarlo con cafeína, puedes relajarte también. Basta con tomar un descafeinado o incluso oler el aroma del desayuno del vecino que te entra por la ventana. Ahora bien, ¿a qué se debe todo esto? ¿Es un simple caso de sugestión o hay algo más?

¿Café descafeinado o con cafeína? A tu cerebro le da casi igual

Para la realización de este estudio, un equipo de científicos de Eslovenia y Países Bajos reclutaron a 20 estudiantes universitarios. Todos ellos se definieron como bebedores habituales de café con cafeína. De hecho, tomaban una media de tres tazas al día.

El experimento en el que participaron constaba de dos partes, con una preparación previa. Dicha preparación consistía en dormir al menos 7 horas, no tomar café en las 8-11 horas previas a su visita al laboratorio y no comer en las 3 horas previas. 

Hecho esto, todos se sometieron a una prueba de electroencefalograma, que mide las ondas cerebrales, así como a la medición de una serie de parámetros cardiovasculares en reposo. También tuvieron que resolver un cálculo aritmético para evaluar sus habilidades cognitivas, y una prueba de audición, con la que se mide el tiempo de reacción.

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En el grupo placebo bebieron café descafeinado, en el experimental café con 6 mg de cafeína por kg de peso corporal. Crédito: Anthony Tran (Unsplash)

Después se dividieron en dos grupos, según el tipo de café que tomaron. Los del grupo placebo tomaron café descafeinado. En cambio, los del grupo experimental tomaron café con cafeína. La dosis de dicha sustancia fue de 6 mg por cada kg de peso corporal. Lógicamente, nadie sabía cuál era su grupo.

Tras media hora de descanso, se les repitieron las pruebas y volvieron a hacer los exámenes. Hubo bastante variación con respecto a los datos tomados antes del café, pero la diferencia entre los dos tipos de bebida fue casi inexistente.

Para empezar, en ambos grupos no hubo mejorías en la realización del cálculo, aunque sí hubo cambios en las ondas generadas en las áreas cerebrales asociados al procesamiento cognitivo. Dichos cambios se vieron tanto con el café con cafeína como con el descafeinado, aunque solo fueron estadísticamente significativos en el primero.

Por otro lado, el tiempo de reacción disminuyó notablemente en ambos grupos después de tomar el café. Estaban más atentos, como es normal cuando tomamos este preciado líquido. Pero también estaban más atentos quienes tomaron café descafeinado. Eso sí, de nuevo, los resultados solo fueron estadísticamente significativos con el café con cafeína. 

¿Y qué pasó con los parámetros de salud?

En ambos casos, aumentó su presión arterial y disminuyó la frecuencia cardíaca. Este efecto es normal con el café, pero no esperaban detectarlo también con el café descafeinado.

Una cuestión de habituación

Estudios anteriores han demostrado que los bebedores habituales de café experimentan algunos de los efectos de su consumo simplemente con olerlo. Esto indica que, de algún modo, el cerebro ha interiorizado ya una relación de causa efecto entre el consumo de café y la disminución del tiempo de reacción o las mejoras cognitivas. A base de probar este estímulo una y otra vez, no necesita percibirlo por completo.

Si ocurre con el aroma, lo normal es que pase también con el sabor. Es cierto que el sabor del café descafeinado no es idéntico al del café con cafeína, pero se parecen mucho. Lo justo para que la habituación dé sus frutos.

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El aroma del café puede causar casi los mismos efectos que su consumo. Crédito: Battlecreek Coffee Roasters (Unsplash)

Este estudio también tiene sus limitaciones

Lógicamente, no podemos dejar a un lado las limitaciones. Por ejemplo, solo han participado 20 personas en el estudio. Es un grupo muy muy reducido. No obstante, los resultados, que cuadran con los relacionados con el aroma, suponen una buena línea en la que seguir investigando.

Por otro lado, es cierto que las diferencias solo son estadísticamente significativas con el café con cafeína. Es lógico que este genere efectos más contundentes. Pero, aun así, que el café descafeinado también afecte al desempeño de tareas cognitivas y de tiempo de reacción, así como a los parámetros cardiovasculares, es una buena señal para los días que no te quedé café con cafeína en casa. Al final, puede que te venga bien engañar un poco a tu cerebro. 


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