Los juegos de mesa son una parte fundamental de la Navidad. No solo porque son una gran idea de regalo, sino porque se convierten en la fuente de entretenimiento de muchas veladas y sobremesas festivas. Hay todo tipo de juegos. Unos son de estrategia, otros colaborativos y algunos simplemente de azar. Pero, ojo, porque si estamos hablando de juegos de lanzar dados, no hay un resultado aleatorio como siempre hemos pensado.
Cuando estudiamos probabilidad en el colegio, casi siempre nos ponían los mismos ejemplos: una moneda tirada al aire, un dado, varias bolas de distintos colores dentro de una bolsa… Sin embargo, la mayoría de esos ejemplos no son realmente aleatorios. Ni siquiera lo es tirar una bola al aire. La probabilidad de cara o cruz no es de un 50%.
Podría serlo en un mundo ideal. En un sistema perfecto e hipotético en el que no intervenga ningún factor externo. Pero la realidad es que hay muchos factores que influyen: desde el gesto de la mano al lanzar los dados hasta la cantidad de puntos que hay en cada cara. Todo eso hace que, en realidad, no se trate para nada de una cuestión de azar. De hecho, si tuviésemos más manejo sobre nuestros movimientos, podríamos incluso sacar el resultado que deseásemos haciendo solo unos cuantos cálculos. ¿Es eso posible? Ojalá. De momento, nadie lo ha conseguido. Pero eso no significa que realmente lanzar los dados sea aleatorio.
Lanzar los dados y el gato de Schrödinger
La probabilidad en ciertos juegos de azar, como la física cuántica, se suele calcular en un escenario hipotéticamente perfecto. Es algo así como el famoso problema del gato de Schrödinger. Este señala la existencia de un gato que está dentro de una caja con un frasco de veneno que se rompe si una partícula radiactiva en el interior de un dispositivo se libera. Por el fenómeno de superposición cuántica, mientras la caja permanezca cerrada estaríamos ante un sistema perfecto en el que la partícula se libera y no, por lo que el gato está vivo y muerto a la vez. Esto, lógicamente, no es posible en la vida real. Es un ejemplo que nos ayuda a entender ese mundo cuántico perfecto, pero nada más.
Con la acción de lanzar los dados pasa lo mismo. En un mundo perfecto la probabilidad de obtener cualquier número sería ⅙. Es decir, el número casos favorables partido el número de casos totales. Este último es 6, porque el dado tiene 6 caras, y el de arriba 1, porque hay solo un número de cada una de las opciones.
No es azar, lo que tu sientes se llama determinismo
Vivimos en un mundo determinista. Esto quiere decir que toda efecto tiene una causa determinada y viceversa. Todos los acontecimientos están determinados por una cadena de acontecimientos anterior. Por eso, en realidad no podemos hablar de azar al lanzar unos dados.
Se han realizado muchísimos experimentos en los que se ha lanzado un dado cientos o miles de veces para comprobar si realmente se cumple lo que dictaría el azar. Y no es así. Siempre parece haber resultados que se repiten más. Por azar podría ocurrir, pero no se repetiría siempre el mismo patrón.
Por ejemplo, en un experimento realizado con un dado de 20 caras se vio que el 14 salía poquísimo. Podría ser azar, sí, pero en realidad había una causa que dio lugar a ese efecto. Los científicos notaron que en la fabricación de estos dados se gerbera un pequeño borde de plástico que sobresale de una cara. Esta siempre es el 7, que se encuentra en el lado opuesto al 14. Por eso, el dado tira en sentido contrario.
Algo parecido pasa por el hecho de que los puntos de los dados suelen hacerse a través de pequeños orificios sin llegar a abrirse del todo. Estos restan plástico de la cara del dado. En el 6 habrá 6 veces menos plástico que en el 1. Y eso, lógicamente, también influye en el lugar hacia el que cae el dado. Pasa lo mismo con la posición de la mano, la velocidad a la que se lanza y otra gran variedad de parámetros.
Lanzar dados no tiene nada que ver con el azar. Por eso, si esta Navidad alguien te dice que has ganado a un juego de mesa por suerte al lanzar los dados, dile que la suerte no existe cuando se trata de un dado. Quedarás super bien aunque en realidad no sabías cómo tirabas y sí que se tratase en buena parte de la suerte.