La última parte de la franquicia Expedientes Warren ya tiene fecha de estreno. The Conjuring: Last Rites se estrena el 5 de septiembre de este año, para dar punto final a la extensa y rentable saga de James Wan en el cine. Pero también, será una despedida a dos de los personajes más icónicos del género de terror actual. Lorraine (Vera Farmiga) y Ed Warren (Patrick Wilson), se han convertido no solo en la punta de lanza de varias de las historias de terror más interesantes de la última década.
Además, se han convertido en símbolos de un tipo de investigación sobre lo sobrenatural que parece más cercana a la ciencia que a la simple creencia o superstición. Desde su estreno en 2013, la franquicia utilizó al dúo de autoproclamados demonólogos de la vida real, para profundizar en lo desconocido. Por lo que, mientras Lorraine mostraba sus asombrosas capacidades psíquicas, Ed le daba un toque mucho más mundano a las investigaciones. Una combinación que les convirtió en varios de los personajes más queridos y emblemáticos del cine dedicado a lo terrorífico.
No obstante, la historia que rodean a los verdaderos Ed y Lorraine es más compleja y mundana que la que muestra la franquicia cinematográfica. En especial, porque a lo largo de cinco décadas, la pareja enfrentó el escándalo, acusaciones de fraude y hasta señalamientos de prácticas fraudulentas. De modo que buena parte de su legado e importancia, se encuentra en un precario equilibrio entre la charlatanería y una cuestionable fama como investigadores científicos. Una mezcla complicada que todavía les envuelve y que se ha vuelto, progresivamente, más complicada de analizar.
Un punto de vista poco común sobre lo paranormal


Para comprender la historia de los Warren, vale la pena explorar un poco en la época de su mayor fama. A lo largo de 1970, la ciencia intentó dar respuesta a lo sobrenatural. Eso, utilizando todo tipo de instrumentos que permitieran — al menos, de manera hipotética — recabar datos y pruebas sobre fenómenos inexplicables. Por lo que la década estuvo marcada por todo tipo de supuestas investigaciones que permitieron mostrar o incluso, desmentir, sucesos paranormales de toda índole.
Un personaje destacado por la época fue el escritor Hans Holzer, que escribió más de 120 libros sobre eventos sobrenaturales y conclusiones científicas al respecto. Un ámbito en el que compartió protagonismo con Doris Bither, que aseguraba haber sido atacada y malherida por una entidad invisible. Su caso causó furor en Norteamérica e inspiró el libro El ente de Frank De Felitta, publicado en 1978.
También, fueron los años en que prosperaron organizaciones que dedicaron esfuerzos y recursos en desmentir supuestos eventos inexplicables. En 1976, James Randi fundó el Comité para la Investigación Escéptica (en inglés Committee for Skeptical Inquiry, CSI). El grupo, formado por científicos y profesores universitarios, se convirtió en abanderado para establecer parámetros tecnológicos al indagar en sucesos en apariencia sobrenaturales.
Al mismo tiempo, desacreditar fraudes y desenmascarar a tipo de charlatanes sobre tópicos relacionados con lo sobrenatural. Una labor que les llevó a chocar de manera frontal y pública con el matrimonio Warren. Pero en específico, convertirse en contrapeso de sus extravagantes afirmaciones de ataques demoníacos y de ser testigos de excepción de todo tipo de sucesos misteriosos. En medio de un clima semejante, los Warren se convirtieron en polémicas celebridades, escritores superventas y además, motivo de amplio debate sobre el fraude basado en la supuesta ciencia de lo oculto. Un panorama complicado que se extendió por más de treinta años.
Una pareja controversial y misteriosa


Ed y Lorraine Warren se conocieron siendo adolescentes durante el año 1944. Ambos pertenecían a la iglesia católica de Bridgeport (Connecticut). Con 15 años, Lorraine Moran ya era conocida en la ciudad, por sus supuestas capacidades como médium. De hecho, incluso siendo muy niña, hay menciones acerca de experiencias inexplicables a su alrededor, que provocó que su madre pidiera asesoría a la iglesia local.
Por su parte, Ed Warren pasó buena parte de su infancia en una granja, que mucho antes de su nacimiento se consideraba embrujada. Por lo que desarrolló una curiosidad temprana por todo tipo de eventos inexplicables. Una vivencia que le llevó a escribir y tratar de llevar registros de lo que, siendo un adulto, calificó como un contacto directo con lo oculto. Antes de conocer a Lorraine, Ed había dedicado tiempo e interés en llevar un diario sobre sus vivencias, que se publicó en un fanzine en su natal Bridgeport.
Luego de la Segunda Guerra Mundial y ya como matrimonio, ambos se esforzaron por explorar en el terreno de lo inexplicable. Para entonces, Ed estudió arte en la universidad y junto con Lorraine, se dedicaba a viajar por Connecticut en busca de propiedades con actividad paranormal. Una vez que las encontraban, él pintaba el paisaje circundante para regalarlo a los habitantes del lugar. Una estrategia que usualmente, le permitía la visita a casas y granjas privadas, ocasiones en las que Lorraine mostraba sus supuestas capacidades.


Lo anterior, les convirtió con rapidez en un dúo de peculiares personalidades públicas. Ya para 1950, varios periódicos les señalaban como cazadores de fantasmas y después, demonólogos. Esta última aproximación, debido a su educación católica y un amplio conocimiento sobre la religión y su aproximación acerca de la sobrenatural. En 1951, ya se les consideraba autoridades sobre el tema y su fama se había extendido más allá de Nueva Inglaterra.
Una larga carrera singular


En el año 1952, los Warren dieron el paso definitivo para convertir sus inquietudes por lo oculto en un negocio lucrativo. De modo que fundaron la Sociedad de Nueva Inglaterra para la Investigación Psíquica (NESPR por sus siglas en inglés), que aún existe y se encuentra en funciones. Para el momento de su creación, la organización ofrecía ayuda para testigos de eventos paranormales, así como consejo religioso y científico sobre el tema.
De inmediato, la novedad de un espacio dedicado exclusivamente a indagar en lo sobrenatural, causó sensación. Para 1956, ya los archivos de los Warren, contenían más de 1000 casos. Todos incluían entrevistas, visitas a lugares con actividad inexplicable, fotografías y grabaciones. La publicidad expedita que disfrutó la sociedad en periódicos y revistas, volvió a los Warren una curiosidad médica. Particularmente, cuando varios fueron recopilados en artículos y después en libros, autoeditados por los Warren y que se vendían en su propiedad en Monroe, Connecticut.


A lo largo de los años, la organización llegó a recopilar más de 10.000 casos de supuestos sucesos sobrenaturales. La mayoría, se trataban de transcripciones de conversaciones con testigos, además de imágenes sobre propiedades y objetos supuestamente malditos. A comienzos de 1970, los Warren se habían convertido en invitados frecuentes de programas de televisión y de radio acerca de lo oculto. Una circunstancia que les empujó a una celebridad controvertida gracias a sus investigaciones más conocidas.
Los Warren acusados de fraude


En 1972, con dos libros autopublicados, docenas de apariciones en la televisión nacional y rodeados de la curiosidad pública, los Warren dieron un nuevo paso en su carrera pública. Eso, al comenzar a obtener contratos para libros con la editorial St. Martin’s Press, además de ganancias por publicidad en artículos y regalías por material intelectual. La época de mayor esplendor de los Warren, coincidió con un furor cultural acerca de lo sobrenatural.
En especial, debido a los rumores del supuesto proyecto Stargate, una iniciativa de la CIA para la investigación formal y científica de fenómenos paranormales. Gracias a la curiosidad pública, temas relacionados con el ocultismo, demonología y demás sucesos sobrenaturales, se hicieron de interés nacional. Un momento que los Warren aprovecharon para promocionar a la NESPR y además, demostrar su valor como aparentes autoridades en tópicos semejantes.


Ya para entonces, profesores universitarios, estudiantes de ciencias y escépticos, comenzaron a acusar a los Warren de manipular pruebas. En especial, porque los archivos de su organización no estaban a disposición de expertos para su contraste y desmentido. Las críticas se volvieron mucho mayores, cuando los Warren restringieron el acceso a sus recursos a únicamente, creyentes de la iglesia católica y miembros de su organización. Por lo que la posibilidad de que sus estudios pudieran ser comparados o, en cualquier caso, analizados por expertos independientes, quedó descartada.
Casos polémicos y acusaciones criminales


Uno de los casos más polémicos relacionados con los Warren, fue el ocurrido alrededor del incidente de Amityville (Long Island). El 13 de noviembre de 1974, Ronald DeFeo Jr. asesinó a sus padres y cuatro hermanos en la propiedad. Una vez capturado, el criminal aseguró que había escuchado voces, que le obligaron a cometer los homicidios. Por lo que alegó locura durante el juicio, aunque sin éxito. DeFeo fue declarado culpable y condenado a seis penas de entre 25 años y cadena perpetua. Finalmente, falleció en prisión en marzo de 2021. Nunca hubo indicios reales de que había cometido el crimen por algún trastorno psiquiátrico.
A pesar de eso, una serie de periódicos sensacionalistas, aseguraron que DeFeo afirmó estar poseído, una versión que no pudo ser comprobada. Pero la mera posibilidad, convirtió a la casa en ícono de lo oculto. De modo que cuando la familia Lutz compró la propiedad dos años después de los sucesos, hubo un inmediato interés acerca de qué ocurriría a continuación. La expectativa aumentó en especial gracias al interés de la prensa amarillista por los rumores acerca de apariciones terroríficas y eventos sin explicación en la casa.


Veintiocho días después de haberse mudado, los Lutz salieron huyendo de la casa y aseguraron que se debió a una malévola aparición. Insistieron que habían dejado atrás ropa y mobiliario, aunque después se comprobó que apenas habían llevado cosas suyas al lugar. Una semana después de que la familia abandonara la casa, los Warren visitaron el lugar y tomaron fotografías. La más polémica, la que supuestamente muestra la aparición de uno de los niños DeFeo asesinados. Pero se demostró que la imagen era falsa.
Más acusaciones en contra de los Warren


Para finales de 1979, se demostró que los Luzt inventaron su supuesta experiencia aterradora en Amityville para enriquecerse con la publicidad. Sin embargo, para el momento, había una lucrativa publicidad alrededor del caso, la propiedad y la actuación de los Warren. De una serie de películas, a libros y entrevistas. Pronto, su actuación en la casa les convirtió en personalidades públicas y referencia obligada acerca de investigaciones paranormales.
Otro caso polémico es de los Snedeker, que según su testimonio, vivían en una propiedad centro de una intensa actividad inexplicable. Todo debido a que antes la casa se usó como una funeraria. De inmediato, el relato alrededor del lugar se volvió un tema recurrente en publicaciones sensacionalistas. Mucho más, cuando la familia concedió entrevistas en las que afirmaba haber visto apariciones e incluso, enfrentarse a demonios. Ed y Lorraine Warren contribuyeron no solo a la investigación, sino a la campaña de medios de la familia.


Finalmente en 1992, se publicó el libro In a Dark Place, coescrito con el autor Ray Garton en colaboración los Snedeker y los Warren. En la novela, se cuenta con detalle los eventos terroríficos ocurridos en la casa. O al menos, una versión exagerada, poco clara y sin duda, fantasiosa de las primeras versiones. Incluso el mismo Ray Garton afirmó en una entrevista, haber inventado datos y sucesos por recomendación de Ed Warren. En el mismo artículo, el escritor insiste en que los Warren decidieron autoproclamarse demonólogos, debido al éxito del libro y película El exorcista.
Trampas, trucos y mentiras


Pero sin duda, el caso más controversial de los Warren, es el que se relata en Expediente Warren: Obligado por el demonio de 2021. En la cinta, se muestra cómo los Warren debieron enfrentar a un demonio, que abandonó el cuerpo de un niño al que poseía, para entrar en el de su cuñado. Poco después, este último terminó por cometer un crimen atroz y aseguró en la corte estar poseído. Siempre claro, con el apoyo de Ed y Lorraine Warren.
Como es de suponer, el caso es mucho más complejo y mundano que el relatado por la película. En 1980 y en pleno auge del pánico satánico, los padres de David Glatzel pidieron la ayuda de los Warren, convencidos de que el niño de once años estaba poseído. Por lo que debía someterse a un exorcismo llevado a cabo por el matrimonio de demonólogos. En medio de ese escenario, Arne Johnson, novio de la hermana mayor de Glatzel, insistió en que el demonio había pasado a su cuerpo. Una versión que detalló luego de asesinar en una pelea a su casero Alan Bono.


Y aunque es cierto que Johnson alegó estar poseído en el momento del crimen, el tribunal descartó la defensa y condenó al culpable por homicidio. A pesar de eso, los Warren publicaron el libro El diablo en Connecticut, de 1983 e insistieron en su versión sobre un elemento sobrenatural en el homicidio. Un punto de vista que la propia familia Glatzel rechazó y que provocó en 2007 una demanda por parte de Carl Glatzel, hermano mayor de David. En palabras de este, todo lo relatado por los Warren en el libro era falso y estaba lleno de sucesos inventados.
Un incómodo legado para los Warren


En la actualidad, la huella en la cultura pop de los Warren, debe además enfrentar la directa acusación de pederastia contra Ed Warren. Eso, debido a las afirmaciones de Judith Penney, que se desempeñó como asistenta de la pareja, de haber sido abusada por Ed Warren cuando ella tenía quince años. Una situación que se mantuvo a lo largo de dos décadas y que, además, provocó que Penney se practicara un aborto a los 16 años.
Entre la controversia, las mentiras y una larga lista de situaciones escandalosas, la imagen real de los Warren se encuentra muy lejos de su versión cinematográfica. Un terreno complicado que en la actualidad se resume en el Museo de artefactos malignos que le sobrevive a la pareja. Una mezcla entre el folclore, la charlatanería y un espacio dedicado a las curiosidades de una época en la que lo sobrenatural todavía era motivo de sorpresa. Un giro que la carrera de los Warren encarnan de una manera u otra.