Este viernes, 27 de junio, se ha estrenado en Amazon Prime Infiltrada en el búnker, el documental con el que el director Pablo de la Chica ha querido poner de nuevo sobre la mesa el caso de Vivotecnia. En 2021 salieron a la luz las imágenes tomadas por Carlota Saorsa (nombre ficticio), una mujer que se infiltró en la compañía de experimentación animal para grabar algunas de las malas prácticas que allí se realizaban. Los laboratorio permanecieron cerrados durante 3 meses y el caso sacó a miles de personas a las calles, además de protagonizar varias intervenciones en el congreso de los Diputados. Lamentablemente, una vez que disminuyó la presión mediática, Vivotecnia volvió a abrir sus puertas y todo quedó en el olvido.

Con Infiltrada en el Búnker, Pablo de la Chica ha querido sacarlo del olvido. Para la realización del documental entrevistó a la propia Saorsa, aunque, para proteger su anonimato, la interpreta una actriz, Goize Blanco. La infiltrada contó cómo le surgió la oportunidad de infiltrarse, casi por casualidad, y cómo la aprovechó durante ni más ni menos que 18 meses. En ese tiempo fue ganándose la confianza de sus superiores y compañeros, participando cada vez en más estudios y pudiendo captar más imágenes comprometidas.

Una perra desangrándose a la que no se presta la más mínima atención, un conejo con la columna rota que se mantiene vivo y arrastrándose durante días hasta poder finalizar el estudio, ratas chillando de dolor, animales hacinados en jaulas en las peores condiciones posibles… Todo esto forma parte de las imágenes reales que hemos podido ver en el documental. El deseo de cualquiera que lo vea y tenga un mínimo de corazón es que deje de permitirse ese sufrimiento animal. Ahora bien, ¿obliga eso a cerrar todos los laboratorios como Vivotecnia? ¿Hay un término medio al que se pueda llegar? La respuesta no es sencilla, pero es importante buscarla, ya que a todos nos va literalmente la vida en ello.

El caso de Carlota Saorsa en Infiltrada en el búnker

Carlota Saorsa supo que Vivotecnia buscaba un técnico de laboratorio cuando estaba buscando trabajo como auxiliar veterinaria. Esta empresa es una CRO de experimentación animal. Es decir, una empresa que lleva a cabo la experimentación por contrato. Por ejemplo, puede contratarla una compañía farmacéutica para probar un fármaco concreto. 

Durante mucho tiempo, Carlota había sentido el impulso de salvar animales. Cuenta que ya intentó salvar un cerdo de una matanza cuando era niña. Trabajar en Vivotecnia sería una manera de ver de cerca lo que ocurre en estas compañías y, quizás, salvar a alguno de los animales que sufren en ellas. Tenía ahí la oportunidad y no iba a desperdiciarla. Así empieza el documental en el que la actriz desgrana las declaraciones reales de Saorsa. Unas declaraciones en las que manifiesta cómo se vio constantemente con el corazón dividido entre seguir con la infiltración o abandonar por no soportar lo que veía e incluso tenía que hacer para mantenerse en su papel.

Hemos vuelto a ver esas imágenes que en su día nos quitaron el sueño, esta vez narradas por la persona que se encargó de grabarlas armada con unas gafas y mucha valentía. El resultado es demoledor, ¿pero es eso lo que ocurre en todos los laboratorios de experimentación animal?

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Las imágenes se grabaron con unas gafas. Crédito: Amazon Prime.

No todos son Vivotecnia

En 2021, cuando Cruelty Free International publicó las imágenes de Saorsa, muchos expertos quisieron recordar que no todos los laboratorios son como Vivotecnia. Uno de los mayores expertos en experimentación animal de este país, Lluis Montoliú, entonces presidente del Comité de Ética del CSIC, señaló que lo sucedido en Vivotecnia es totalmente deleznable e irregular. En declaraciones a El País, recordó que la experimentación animal está muy regulada en España. De hecho, según él, todo se debió a una gran concatenación de errores en el sistema.

Y es que, en primer lugar, las personas que experimentan con animales deben estar capacitadas para ello. En los cursos de capacitación no solo se les enseñan las técnicas que se deben llevar a cabo. También trabajan en la ética y la empatía hacia los animales. Por otro lado, las empresas deben estar siempre atentas a que esas personas, por muy capacitadas que estén, actúen correctamente. Y, para terminar, la autoridad competente, que en este caso sería el Gobierno de Madrid (Vivotecnia se encuentra en Tres Cantos), tendría que supervisar las prácticas de la empresa.  

Uno de los perros que formaban parte del animalario de Vivotecnia. CFIUno de los perros que formaban parte del animalario de Vivotecnia. CFI
Uno de los perros que formaban parte del animalario de Vivotecnia. CFI

Para Montoliú, en el caso de Vivotecnia fallaron las tres patas y la supervisión brilló por su ausencia. 

¿Qué son las 3 R de las que hablan en Infiltrada en el búnker?

Hay un momento del documental en el que Saorsa señala que, supuestamente, Vivotecnia tenía la acreditación de las 3R, pero no las cumplía ni lo más mínimo. Esta es una normativa europea que se rige por tres principios fundamentales: reemplazar, reducir y refinar. 

El primero hace referencia a reemplazar a los animales siempre que sea posible, ya sea de forma absoluta, cuando se cambian por modelos informáticos, o relativa, si se cambian vertebrados por invertebrados. Con los conocimientos disponibles, se supone que estos últimos tienen una menor percepción del dolor, por eso se consideraría un cambio adecuado. La reducción, en cambio, se refiere a que se deben ajustar las estrategias para usar la menor cantidad posible de animales en cada experimento. Y finalmente, se habla de refinamiento cuando se modifican tanto los procedimientos como la cría de los animales para minimizar su angustia.

Todo esto debe cumplirse en todo momento en compañías de experimentación animal, como Vivotecnia. Según lo que vimos en 2021 y revivimos con Infiltrada en el búnker, no parece que la compañía de Tres Cantos siguiese esta normativa. Tenía la acreditación; pero, como lamentó Montoliú, no se estaba supervisando que se siguiera. 

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Amazon Prime

¿Necesitamos realmente la experimentación animal?

Es complejo pensar en la necesidad de la experimentación animal después de ver imágenes como las de Vivotecnia. Lamentablemente, hoy por hoy sigue siendo necesaria si queremos que la medicina siga avanzando sin que mueran personas en el intento. Y es que cada vacuna que evita una epidemia o cada antibiótico que nos salva la vida fue inicialmente probado en animales. Si se probasen directamente en humanos, costarían muchas vidas, iría en contra de todas las leyes de la bioética y, por supuesto, la sociedad no lo admitiría. No podríamos tener fármacos como la penicilina, vacunas como la de la COVID-19 o pruebas médicas como la resonancia magnética. Todo eso ha debido probarse en animales antes de llegar a los humanos.

Por eso, lo sucedido en Vivotecnia es aún más grave. Y es que, en las imágenes grabadas en su día por Saorsa, se reconoce también que se falsificaban datos. Si los datos se falsifican y se da el visto bueno para comenzar ensayos en humanos, el sufrimiento animal no habría servido de nada. Eso no solo se salta las 3 R. También es una falta de respeto.

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Experimento de las imágenes de 2021

En definitiva, ojalá en un futuro la experimentación animal sea totalmente innecesaria. Hoy en día es innecesaria en cosmética, por ejemplo. Pero cuando se trata de salvar vidas o mejorar la salud de las personas, y también de otros animales, por desgracia hay situaciones en las que sigue siendo necesaria. Aun así, lo que vio y grabó Saorsa en Vivotecnia es inadmisible. Quizás, gracias a Infiltrada en el búnker vuelva la presión mediática que en su día cerró los laboratorios y sirva para, como mínimo, comprobar si actualmente se hacen las cosas bien. Porque imágenes como esas no deberíamos verlas jamás y quienes las propiciaron y además se jactaron de ello no deberían tener permitido acercarse a ningún animal. 

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