Ozempic no es la panacea que muchos creen. Es cierto que es muy útil para controlar los niveles de glucosa en sangre y que puede ayudar a personas con obesidad a perder peso. Incluso se ha visto que podría ayudar a prevenir otras enfermedades que no tienen nada que ver con esas dos cuestiones, como el alzhéimer. El problema es que no es un fármaco para todo el mundo, ya que puede causar muchos efectos secundarios, de manera que se debe elegir solo a pacientes en los que el beneficio vaya a ser mayor que el riesgo. Dada la obsesión de muchas personas con este medicamento desde que se empezó a publicitar en redes sociales, muchos científicos se han puesto manos a la obra en busca de alternativas naturales. Ya se han encontrado muchas, aunque de momento ninguna está en el mercado.
La última la han descubierto unos científicos de la Universidad de Stanford después de diseñar un algoritmo capaz de analizar miles de proteínas en busca de efectos similares a los del Ozempic. Había varias candidatas, pero solo una reunía todas las cualidades que buscaban. Ya la han probado en ratones y cerdos, con muy buenos resultados. También han pedido los permisos necesarios para comenzar los ensayos clínicos en humanos.
Si dichos ensayos clínicos llegan a buen puerto, ¿estaríamos ante el fin de Ozempic? Es una pregunta compleja, cuya respuesta no podemos conocer con certeza. Pero veamos qué es lo que sabemos hasta ahora.
¿Para qué sirve Ozempic?
Ozempic es uno de los fármacos conocidos como análogos del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1). GLP-1 es una hormona que se libera como respuesta al consumo de alimentos. Tiene varias funciones, pero las más relevantes son promover la liberación de insulina en el páncreas y favorecer la sensación de saciedad. Lo primero sirve para que la glucosa procedente de los alimentos se utilice para la obtención de energía y no se acumule en la sangre. En cuanto a lo segundo, se logra enviando señales al cerebro que activan la sensación de saciedad, pero también ralentizando el vaciado del estómago, de modo que el hambre tarda más en volver.


La GLP-1 tiene receptores en las células de muchos órganos. Especialmente el páncreas, el hígado, los riñones y el hipotálamo. La unión entre la hormona y sus receptores es muy efímera, por lo que su efecto no es muy duradero. Sin embargo, la semaglutida, conocida comercialmente como Ozempic, es un fármaco que imita su estructura y se une a los mismos receptores, pero de una forma más duradera. Este es el motivo por el que se potencian mucho más sus efectos. Es algo muy beneficioso para pacientes diabéticos. Por eso es a ellos a los que se prescribe principalmente el Ozempic. No obstante, en algunos casos concretos puede que los médicos lo receten con otros fines, como perder peso.
Esto último es muy importante: lo recetan los médicos. Consumir este fármaco sin revisión profesional puede causar bastantes efectos secundarios. Los más leves son las náuseas, la diarrea y los mareos. Pero en casos graves también puede producir enfermedad de la vesícula biliar, hipoglucemia y pancreatitis.
Un algoritmo para buscar alternativas
El algoritmo diseñado por estos científicos, cuyos resultados se publican en Nature, se encarga de analizar las estructuras y las posibles funciones de miles de prohormonas. Estas son moléculas proteicas que solo se activan cuando se cortan en fragmentos más pequeños.
Tras analizar una gran cantidad de estas prohormonas, el algoritmo encontró un buen candidato. Se trata de BLP, un fragmento de proteína de solo 12 aminoácidos (los bloques que constituyen las proteínas), cuya activación parece ejercer funciones sobre el sistema nervioso, aumentando la sensación de saciedad en el cerebro.


Llamó mucho la atención de los científicos justo por el hecho de que solo actúa en el cerebro. Al no tener receptores en otros muchos órganos, como el GLP-1 y el Ozempic, solo ejerce su función en el sitio deseado, sin causar efectos secundarios. O al menos eso es lo que se esperaba.
Para comprobarlo lo probaron en cerdos y ratones obesos, cuya masa corporal se redujo notablemente 14 días después del tratamiento. Se vio que la pérdida de peso se debía a la reducción de masa corporal, así como una mejor tolerancia a la glucosa y la insulina. Además, no hubo efectos secundarios.


¿Es el fin del Ozempic?
Hay muchísimas alternativas al Ozempic naturales que ya han dado buenos resultados en estudios en fase temprana. Es un buen camino; pero, si este fármaco llega a desaparecer, aún falta mucho para eso. Y es que cada vez se le encuentran más efectos secundarios, pero también más beneficios. Los científicos seguirán estudiando cuáles son los pacientes potenciales y nosotros, como consumidores, debemos entender que es un medicamento y que no se debe tomar sin receta.
Por lo tanto, más que esperar la panacea natural que derroque al Ozempic, deberíamos aprender que no hay una forma milagrosa de adelgazar. La divulgación sobre este tema es aún más importante que la búsqueda de alternativas naturales.