La situación por los incendios de Los Ángeles es insostenible. Se calcula que ya se han quemado más de 16.000 hectáreas de terreno y han muerto al menos 25 personas. Todo eso sin contar los innumerables daños materiales. El viento no ayuda y los bomberos ya no saben de dónde sacar suficiente agua para hacer frente a las llamas. Por eso, han acudido a una medida desesperada: utilizar agua de mar para apagar el fuego.

A bote pronto parece una solución magnífica. El océano Pacífico está a tiro de piedra de los incendios de Los Ángeles y contiene cantidades ingentes de agua. Visto así, resulta incluso sorprendente que no se les haya ocurrido antes. Pero si no lo han hecho ha sido por una buena razón, ya que el agua de mar puede ser un arma de doble filo.

Por un lado, sí, hay mucha cantidad y será útil para apagar las llamas. Pero, por otro, puede dañar los bosques afectados durante mucho tiempo. Ante la pérdida por el fuego o por los posibles daños del agua salada, finalmente los bomberos han optado por el que parece el mal menor. Mientras, los científicos expertos en fisiología vegetal no pierden de vista los resultados de sus desesperado experimento.

¿Por qué no han usado antes agua de mar en los incendios de Los Ángeles?

El agua salada no es buena para las plantas por el mismo motivo por el que los humanos no debemos beber agua del mar. Las células, ya sean vegetales o animales, tienden a tener siempre la misma concentración de sales en su medio interno y externo. Esto es lo que se conoce como equilibrio osmótico. Para lograrlo, tienden a perder o absorber agua según sea necesario. Por ejemplo, si la concentración de sales es mayor en el interior de las células, estas absorben agua de su medio externo. De este modo, las sales se diluyen en su interior y se concentran fuera. En cambio, si hay mayor concentración de sales fuera, ocurre lo contrario: las células pierden agua para diluir el medio externo y concentrar su interior.

Cuando todo esto ocurre con pequeñas cantidades de agua no hay riesgo para las células. En cambio, si deben perder o ganar mucha agua para igualar la concentración de sales, pueden secarse o hincharse hasta estallar.

Si regamos una planta con agua salada, procedente del mar, el medio externo se satura de sal, de manera que la planta debe perder su propia agua para igualar la concentración. Esto, como es lógico, puede llevarla a secarse. Además, se ha visto que el agua del mar puede contribuir a erosionar el suelo

Hasta ahora no se había usado agua del mar para apagar los incendios de los Ángeles porque la sal podría exponer a las plantas de los bosques a un estrés quizás no tan terrible como el del fuego, pero también muy peligroso. Finalmente no ha quedado más remedio. El proceso ya se ha puesto en marcha y muchos científicos tienen todos sus sentidos puestos en analizar los resultados.

No es solo cuestión del fuego

Uno de los científicos que está muy pendiente de lo que hacen los bomberos, como bien explica en un artículo para The Conversation, es Patrick Megonigal, del Centro de Investigación Ambiental Smithsonian. Él y su equipo llevan desde 2022 trabajando en una finca experimental precisamente con el objetivo de comprobar los efectos del agua salada sobre los bosques. Y es que el fuego, como el de los incendios de Los Ángeles, no es el único que puede exponer la vegetación al agua salada.

El cambio climático está propiciando un preocupante aumento del nivel del mar. También hay más fenómenos meteorológicos extremos. Como consecuencia, una tormenta puede causar grandes olas que empujen agua marina más allá de la costa, a lugares cuyas plantas nunca han estado expuestas a ella. Hay plantas que son muy capaces de resistir el agua salada, porque están adaptadas, pero este no sería el caso.

El proyecto diseñado por Megonigal y su equipo, llamado TEMPEST, empezó en junio de 2022, cuando estos científicoss tomaron agua de una bahía cercana y la bombearon durante 10 horas imitando el efecto de una ola arrastrada por una tormenta. Curiosamente, no observaron ningún efecto perjudicial en las plantas de su parcela de bosque experimental. Había esperanza.

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Los experimentos se llevaron a cabo en una parcela de bosque experimental. Crédito: Kazuend (Unsplash)

Todo seguía bien cuando en junio de 2023 decidieron repetir el procedimiento, esta vez durante 20 horas. Prácticamente todas las plantas permanecieron imperturbables. Solo notaron que los álamos absorbían el agua del suelo un poco más despacio. Pero nada demasiado grave.  Sin embargo, cuando en junio de 2024 subieron a 30 horas, todo empezó a empeorar. Las hojas de los álamos se secaron mucho antes de lo debido y a mediados de septiembre el dosel del bosque estaba desnudo, como si ya fuese invierno. 

En otra finca experimental se repitió exactamente el mismo proceso, año tras año, pero con  agua dulce, y no hubo problemas al bombear durante 30 horas. Estaba claro que el agua del mar estaba dañando el bosque. 

¿Por qué empeoró todo en 2024?

Los científicos tienen dos hipótesis sobre el origen de este cambio acelerado en el bosque. Por un lado, es cierto que en el estuario del que extrajeron el agua se mezclan agua de río y de mar, por lo que la concentración de sal no es tan alta como el océano. Podría haber sido necesario saturar muchísimo el suelo para que se percibiesen los daños.

Pero, por otro lado, es importante remarcar que en 2024 hubo un gran sequía en la zona experimental. Puede que en los años anteriores el agua de lluvia lavase la sal del suelo, mientras que la sequía llevó a que esta se acumulara más fácilmente y durante más tiempo.

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Los bomberos han tomado esta decisión por desesperación. Crédito: Manuel F. Guerrero, U.S. Marine Corps

¿Qué implica esto con los incendios de Los Ángeles?

Los bomberos estadounidenses esperan derramar al menos 1.500 galones de agua sobre los incendios de Los Ángeles. Esto equivale a más de 5.600 litros. Actualmente en la zona afectada sigue reinando la sequía, por lo que no podrían descartarse daños tan grandes en las plantas como los que observó el equipo de Megonigal. Lamentablemente, ya no quedaba más remedio, así que solo queda esperar que el mal menor no sea tan terrible. Bastante están sufriendo ya estos bosques de California. 

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