Nonnas, la más reciente película de Netflix, tiene mucho de un homenaje sincero hacia la cocina como arte y disciplina. Que lo es y con varias de las mejores escenas que puede ofrecer un drama gastronómico que se precie. Pero también, es una reflexión en clave melancólica sobre la familia, la muerte, el duelo y la conexión espiritual. Todo, desde la cocina de varias abuelas italianas, cocinando no solo para demostrar el poder ancestral de los más deliciosos platillos. También, la forma en cómo la comida, puede convertirse en una herencia entre miembros de una familia. 

Por supuesto, es inevitable pensar en The Bear al hablar sobre historias que transcurren en la cocina y que utilizan la preparación de deliciosos platillos como metáfora sobre la vida. No obstante, el director Stephen Chbosky plantea la historia no desde el terreno de chef profesional o las exigencias de los grandes restaurantes. En lugar de eso, se concentra en las cocinas de madres y abuelas. Pero mucho más, en los recuerdos que puede despertar la comida preparada como una forma de comunicación amorosa. 

Un punto que el guion de Liz Maccie explora con sensibilidad, alegría y una perspectiva conmovedora, para adaptar de manera libre la experiencia de Jody Scaravella. El escritor y empresario, es el fundador del restaurante Enoteca María, un local italiano real en Nueva York en el que cocinan abuelas. Pero más allá de la anécdota central, Nonnas es una travesía amorosa a través de la posibilidad de que la cocina sea una forma de homenaje a la sabiduría familiar. A la vez, un punto de encuentro entre generaciones. Una óptica que hace de la cinta no solo una exploración cariñosa sobre la pérdida, la esperanza y la redención. A la vez, de la felicidad de comer como parte esencial de la vida. 

Un largo trayecto hacia los sabores de la infancia

Para eso, el argumento se enfoca en Joe (Vince Vaughn), que atraviesa el duelo de la muerte de su madre. Un giro de los acontecimientos que le llevará no solo a replantearse la vida tal y como la conoce, sino también, el pasado. De la misma manera que The Bear, Nonnas encuentra la manera de unir un suceso doloroso con una decisión que tiene el potencial de cambiar el futuro. Que es precisamente lo que le ocurrirá a Joe. En especial, cuando decida que el fallecimiento de su madre — y perder, de alguna forma, una parte de su vida — puede ser el inicio de un camino para recuperar y celebrar sus recuerdos más preciados.

La premisa puede resultar empalagosa y hasta romántica — lo es, en algunos momentos — pero lo cierto es que la trama tiene el ingenio suficiente para evitar la sensiblería gratuita. Aconsejado por sus amigos Bruno (Joe Manganiello) y la esposa de este, Stella (Drea de Matteo), se embarca entonces en un proyecto que, al principio, parece disparatado. El de contratar abuelas para cocinar en un restaurante en el que, únicamente, se servirá comida casera. Mucho más, que será un homenaje sentido a toda una larga línea de cocineras que han marcado, su manera de comprender la cocina. 

Para la misión, se une a Roberta (Lorraine Bracco), la mejor amiga de su madre y espíritu del proyecto. El guion permite que la veterana actriz marque entonces el ritmo y el tono de la película. Reclutar a otras veteranas en la cocina, no es solo parte de un negocio. También es profundizar en el significado que Joe quiere brindar a su negocio. No solo se aleja de los grandes nombres, estrellas Michelin o solo para ganar dinero. El restaurante será un lugar de reencuentro. Una familia adquirida que brindará a los comensales la experiencia de recuperar el sencillo placer de comer en la mesa familiar. O al menos, esa es la intención de Joe y Roberta. 

Un equipo fantástico para ‘Nonnas’

Por lo que encontrar al resto de los miembros del futuro restaurante se vuelve un deber casi espiritual. A Roberta, le sigue la ex religiosa Teresa (Talia Shire), con un talento extraordinario para las salsas. Luego, Antonella (Brenda Vaccaro), una siciliana capaz de cocinar la mejor pasta del país, o eso afirma. Finalmente, se encuentra Gia (Susan Sarandon), la peluquera de su madre de Joe y responsable de los mejores postres que recuerda de su infancia. 

Juntas, se esforzarán no solo por llevar el restaurante de Joe adelante, sino recuperar la ancestral idea de comer como un placer de los sentidos. Por supuesto, Nonnas es mucho de un homenaje a la cultura Italoamericana, aunque su mensaje es universal. Después de todo, se trata de explorar en el valor de un acto tan sencillo como compartir la mesa con buena compañía. Paso a paso, el proyecto de Joe se vuelve algo milagroso: un hilo que conecta al pasado con el futuro. También, una manera de recordar a través del paladar que tiene mucho de sensorial y emotivo. 

Claro está, como película coral, la cinta encuentra sus mejores momentos cuando es capaz de equilibrar la química de sus actrices. Y lo logra, en varias de las escenas de cocina más conmovedoras que el género de drama gastronómico ha tenido en años. De la misma manera que The Bear— de la que Nonnas hereda su sentido entusiasta sobre el hecho de comer — la cinta reflexiona sobre el sentido de comunidad que todo restaurante representa. Pero mucho más, su capacidad para mezclar la vida, la alegría y los recuerdos, en un mismo escenario. El mayor mensaje que Nonnas deja a su paso. 

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