Alex Garland, uno de los directores más interesantes y queridos del siglo XXI, estrena en cines Warfare. Su nueva película abraza definitivamente el cine bélico tras haber coqueteado con él en su aclamado thriller Civil War. Esta vez, el cineasta se une a Ray Mendoza, un veterano de guerra, para narrar juntos las memorias de este en uno de sus peores momentos en la guerra de Irak. Para ello, reúne un reparto de lujo con las mejores estrellas jóvenes de Hollywood: Joseph Quinn, Kit Connor, Cosmo Jarvis, Michael Gandolfini, Will Poulter, Noah Centineo, Charles Melton, D’Pharaoh Woon-A-Tai…
La historia de Warfare nos lleva hasta Irak, donde un pelotón de los Navy SEALs estadounidenses se encuentran en territorio insurgente en una misión de vigilancia. Pero, cuando todo parece tranquilo, las cosas se tuercen al recibir un ataque desde todos los flancos que los dejará atrapados y con muy poco margen de reacción. Juntos, deberán tratar de sobrevivir y salir de la zona antes de que los islamistas acaben con ellos.


Warfare. Tiempo de Guerra
Alex Garland y Ray Mendoza ofrecen un espectáculo intenso e inmersivo en el que desmitifican la guerra enviando al espectador al frente para vivir su dolorosa realidad. Warfare. Tiempo de Guerra lanza un potente mensaje antibelicista por medio de una historia salvaje, visceral y horrible que, por momentos, se hace muy dura de ver. Una maravilla del género.
El lado más terrible de la guerra
Con Warfare. Tiempo de Guerra, Alex Garland y Ray Mendoza llevan a cabo un prodigioso ejercicio de cine que da la vuelta al género bélico. Si el séptimo arte nos ha acostumbrado a grandilocuentes batallas o misiones en el frente, este filme hace todo lo contrario. Desde el principio, nos muestra al pelotón protagonista -que forma parte de una de las fuerzas mejor entrenadas del planeta- como lo que son en realidad. Un grupo de chavales a los que les gusta reír, bailar, fumar… Nada fuera de lo común.
Solo con esa carta de presentación, la cinta ya desmitifica por completo la épica de la guerra. Pero todo va un paso más allá cuando estalla la acción. Tras unos largos y extremadamente tranquilos 15-20 primeros minutos, de pronto llega el caos. Warfare. Tiempo de Guerra demuestra lo rápido que se tuercen las cosas en un conflicto armado. Y, sobre todo, cómo las consecuencias son las más terribles en cuanto la situación se descontrola.
Explosiones aquí y allá. Tiroteos desde todos lados. Gritos. Pánico. Desesperación. Y, por supuesto, muerte. Warfare enseña sin tapujos el lado más crudo, sucio y visceral de la guerra. Sus protagonistas lo van a sufrir. Van a salir heridos o muertos, porque es lo que pasa en todas las guerras. Y es muchísimo peor de lo que el cine y la televisión siempre nos han hecho creer. En esto tiene mucha culpa la mano de Mendoza, que en la película de sus memorias busca, ante todo, hiperrealismo y fidelidad de lo que de verdad se vive desde dentro.


Contra el rearme
El filme alcanza unos picos de tensión demenciales y llega a volverse desagradable y difícil de ver. Lejos de romantizar la guerra y a sus soldados, como se había llegado a insinuar antes del estreno, Warfare es una evidente carta en contra. Un alegato por la paz, por evitar que más muchachos mueran de la forma más terrible posible.
Quizá se le pueda criticar que el punto de vista es exclusivamente el de los soldados y no ofrece una mayor perspectiva sobre el por qué de la insurrección iraquí, a quienes se les trata como simples antagonistas sin mayor contexto. De hecho, son conscientes de esta falta de visión porque tratan de paliarlo al meter con calzador a una familia de civiles que dan un toque más humano a la situación. Pero, en realidad, da igual, el objetivo de la película no es hablar de geopolítica sino de los desastres de la guerra, seas de donde seas.
Es curioso lo premonitorio del cine de Alex Garland. El año pasado estrenó Civil War justo antes de las elecciones estadounidenses. Ahora, cuando en el mundo real se habla de rearme y muchos apoyan la llegada de una nueva guerra, nos la muestra en su lado más salvaje, radical, real y doloroso con Warfare. Es imposible que nadie salga de esta película convencido de que la guerra es el camino.


Un prodigio técnico
Buena parte de la culpa de que el mensaje de Warfare. Tiempo de Guerra cale tan hondo es la forma en la que está rodada. Alex Garland alcanza el culmen de su estilo cinematográfico con una película impecable en lo técnico. Cada cámara está puesta en el sitio preciso. Cada plano es el que debe ser. Y el montaje incrementa todas las sensaciones que se buscan transmitir. Primero la calma, después la tempestad visceral, el pánico y el desasosiego.
Warfare. Tiempo de Guerra es una producción bélica que no tiene nada que envidiar a cualquier otra película del género, por muchos millones de más que se tuvieran. Los dos directores abrazan los efectos prácticos y exprimen al máximo su localización única. Todo transcurre en una casa y en la calle en la que se encuentra. No necesitan más para crear una de las experiencias inmersivas más bestias que se han visto nunca en este tipo de cine. En todo momento, el espectador tendrá la sensación de ser uno más del pelotón, de estar allí con ellos. Por eso se pasa tan mal.
Además, hay que celebrar lo entregadísimo que está todo su reparto. Garland y Mendoza diseñaron un boot camp de entrenamiento de varias semanas previo al rodaje para familiarizar a sus actores tanto en el uso de armas como de estrategias militares. Se aprecia lo mucho que se empaparon de la realidad de la guerra, porque en Warfare lo dan todo para amplificar aún más esa sensación de realidad. Un trabajo coral maravilloso.


En definitiva, Warfare. Tiempo de Guerra es una de las mejores películas bélicas que se recuerdan. Un portento en lo técnico que genera una sensación de inmersión apabullante. Y una historia que desrromantiza la guerra y el frente a golpe de realismo. Intensísima hora y media de pura tensión y acción, con imágenes muy potentes y un reparto impecable. Una experiencia muy dura de ver y que dejará a los espectadores exhaustos.