Los problemas de salud de las mujeres se subestiman muy a menudo. La ansiedad es el diagnóstico estrella cuando acuden en busca de ayuda médica con cualquier tipo de molestia y, desgraciadamente, no es raro que una enfermedad grave tarde en diagnosticarse más de la cuenta por culpa de ese diagnóstico casi automático. Por eso, no es sorprendente el hallazgo de que el cansancio de las mujeres también se subestima.
Es la conclusión de un estudio publicado recientemente por científicos de la NASA y varias universidades estadounidenses. La participación de la NASA se debe a que la detección de la fatiga es muy importante para evitar accidentes en el espacio. No basta con la propia percepción de quienes la sienten. También es importante detectar signos tempranos de cansancio en su lenguaje no verbal.
Con el fin de detectar cuáles son esas señales de alerta, estos científicos realizaron un estudio en el que un grupo de voluntarios debía observar clips de personas conversando a las que se les había preguntado sobre su estado de fatiga. Así se vio que, a pesar de ser las que más a menudo se declaran como cansadas, el cansancio de las mujeres estaba subestimado, mientras que el de los hombres se sobreestimaba.
Los signos de cansancio en mujeres y hombres
Para la realización del estudio se grabaron conversaciones casuales entre hombres y mujeres y luego se captaron clips aleatorios de 10 segundos y se silenciaron. Estos fueron los que se pusieron a los voluntarios. Previamente, se había preguntado a los participantes en los vídeos cómo de cansados se encontraban, tanto en el momento como en los días anteriores.
A los observadores se les pidió que evaluaran el cansancio de las personas a las que veían y, además, que explicaran los motivos por los que habían dado una calificación u otra. En general, se vio menos cansancio en las mujeres que en los hombres, a pesar de que fueron las que se definieron como más cansadas.
El motivo, según los propios voluntarios, fue que ellas se veían más atentas a lo que les contaban sus interlocutores y, además, mostraban gestos más positivos de afecto. Si escuchan a quienes les hablan y les sonríen, ¿cómo van a estar cansadas?
Un claro problema social
Este sesgo a la hora de definir el cansancio se relaciona precisamente con los convencionalismos sociales. Históricamente se ha concebido que las mujeres tienen la obligación de cuidar a las personas a su alrededor. Pero los cuidados no requieren solo velar por otras personas. También incluyen prestarles atención y ser amables con ellas para que se sientan bien. Consciente o inconscientemente, las mujeres tendemos a vernos obligadas a agradar. Si un hombre está cansado nadie lo critica. Simplemente es la consecuencia de trabajar duro. En cambio, el cansancio de una mujer, si se exterioriza, puede verse como desaliño o pereza. Por eso, aunque sobran los motivos para que una mujer esté cansada, normalmente no exhibe ese cansancio de una forma tan clara como lo haría un hombre.
Como resultado, ocurre lo que se ha visto en este estudio. Basta con que un hombre muestre cierta desgana en una conversación para que se achaque a que está cansado. En cambio, ¿cómo va a estar cansada una mujer? Mira qué dicharachera y sonriente escucha a ese hombre.
Desgraciadamente, esto a veces se extrapola a la atención sanitaria. Que un desconocido no sepa reconocer el cansancio de una mujer no es grave, pero que un profesional sanitario lo subestime sí puede ser peligroso. Por eso, los resultados de este estudio pueden ser interesantes en el espacio, pero sobre todo tienen una gran aplicación aquí en la Tierra. Es muy importante darlos a conocer.