El pasado mes de diciembre se descubrió el asteroide 2024 YR4. Pronto llamó una atención especial, pues se comprobó que, con los datos disponibles sobre su trayectoria, esta parecía acercarse muchísimo a la Tierra. Tanto que había una probabilidad significativa de que colisionase con nuestro planeta en diciembre de 2032. A medida que fueron aumentando los datos, la probabilidad de impacto siguió ascendiendo. Llegó a superar el 3%. Sin embargo, poco después volvió a descender, hasta que el riesgo se consideró nulo. En febrero, el experto en defensa planetaria de la ESA Juan Luis Cano explicó a Hipertextual que esto es totalmente normal. A medida que la zona de incertidumbre disminuye por disponer de más datos, la probabilidad aumenta si la Tierra se encuentra de dicha zona. Pero lo habitual suele ser que, cuando ya aumenta mucho más, la Tierra termine saliendo fuera. Eso es lo que pasó. 

En ese momento, Cano también nos contó que se esperaba que el Telescopio Espacial James Webb analizase más a fondo el asteroide. Ya lo ha hecho y confirma que no hay riesgo para la Tierra, pero sí que señala que el objeto es más grande de lo que se creía en su momento. Tiene aproximadamente el tamaño de un edificio de diez pisos, suficiente para devastar una ciudad si chocase con nuestro planeta. ¿Pero qué implica eso?

Básicamente, poca cosa. Sí, es más grande, pero el riesgo de colisión con la Tierra sigue siendo nulo. La Luna sí que se encuentra aún dentro de su región de incertidumbre. No obstante, según explicó recientemente en una conferencia para la Universidad de Almería el propio Cano, ni siquiera con el nuevo tamaño se considera suficientemente grande como para provocar en la Luna daños que puedan afectar a la Tierra. En resumen, sería uno más de los muchos cráteres que tiene nuestro satélite. 

Entonces, ¿ya no hay nada que temer con el asteroide?

El crecimiento del tamaño conocido del asteroide 2024 YR4 ha dado lugar a multitud de titulares un tanto sensacionalistas en los que se apunta a que la situación preocupa a las agencias espaciales. Sin embargo, a día de hoy este satélite se espera con más expectación e ilusión que preocupación.

Como nos explicó Cano en su momento, si finalmente llegase a chocar con la Luna se trataría de una oportunidad científica única. Se podría observar de primera mano una colisión como tantas otras que han ido horadando nuestro satélite.

En cuanto al tamaño, no deja de estar dentro de la horquilla que ya se había predicho. Según las primeras observaciones que se realizaron, debía tener un tamaño entre 40 y 90 metros. Ahora, gracias a las mediciones infrarrojas realizadas por el James Webb, se ha acotado mucho más esa cifra. Muy probablemente, el asteroide mide entre 53 y 67 metros de diámetro. Se le denomina coloquialmente como “destructor de ciudades”, porque es cierto que podría destruir una si llegase a chocar con la Tierra, pero eso no va a ocurrir.

Minería lunarMinería lunar
Como mucho, habrá un nuevo cráter en la Luna.

Deberíamos preocuparnos de los que no conocemos

Actualmente, la Agencia Espacial Europea tiene bajo vigilancia unos 200 objetos cercanos a la Tierra (NEOs por sus siglas en inglés). Esos, en realidad, no deben preocuparnos. Es mucho más preocupante el caso de los asteroides que, de momento, no se han detectado. Sobre todo los que vienen de la dirección del Sol son imposibles de detectar para los instrumentos actuales hasta que no estén bien cerca. Por suerte, tanto la ESA como la NASA ya están trabajando en instrumentos capaces de dar con ellos. 

Esos objetos desconocidos son los que, quizás, podrían darnos un susto (aunque la probabilidad es muy baja). Los que ya están bajo vigilancia, incluyendo este destructor de ciudades y protagonista de titulares, no entrañan el más mínimo riesgo. 

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