Alex de la Iglesia se especializa en un tipo de terror particular. El que surge al mezclar situaciones de la historia de España — o de Europa — con un tétrico sentido del humor. A eso habría que añadirle, una buena cantidad de guiños y referencia al cine de todas las décadas. Por lo que su propuesta en el género resulta entre muy oscura — como es el caso de El día de la bestia — y otras, burlonas sátiras al estilo Veneciafrenia.
Para su primer paso por Netflix, el director optó por un escenario intermedio entre ambas cosas. 1992, cuenta la historia de un despiadado asesino en serie, que mata a sus víctimas disfrazado de Curro, la mascota de la Expo de Sevilla de principio de la década de los noventa. A medida que transcurren los seis capítulos de la producción, lo que parece un elemento provocador, se transforma en la pista para descubrir las motivaciones del homicida.
En especial, cuando el guion — que también escribe el director — explora en los sucesos de la gran feria que celebró el 500 aniversario de la salida de Cristóbal Colón, como escenario de una tragedia. El misterioso individuo, centro de la trama, está obsesionado con lo ocurrido en el evento. Además, con el hecho de llevar el disfraz de la querida mascota, como una forma de aterrorizar a sus víctimas.
La mezcla entre la apariencia de Curro — un pájaro de pico largo, patas de elefante y melena colorida — y la brutalidad de los crímenes del asesino, apuntan entonces a un pasado violento. Eso, a medida que el argumento muestra cómo el criminal se cubre el cuerpo de látex y tiene la piel por completo quemada. Una imagen de pesadilla que se volverá el centro de la trama, de la vida de sus protagonistas y al final, la clave para detener la oleada de muertes que el asesino deja a su paso.
Seis capítulos para una trama complicada
Lo más interesante de 1992, además de un criminal que se apropia de un símbolo cultural para matar, es la forma en que utiliza la afamada feria de Sevilla al profundizar en su premisa. El evento, uno de los más exitosos en la historia de España y que convirtió a la ciudad en centro de las artes y avances tecnológicos, fue mucho más que un éxito comercial. Con el tema de ‘La era de los descubrimientos’, celebró la influencia de la cultura española en el resto del mundo.
Alex de la Iglesia integra ese punto de vista a su historia. Gracias a eso, la imagen grotesca de un hombre cubierto por un disfraz de Curro, se vuelve una amenaza. No solo contra las víctimas, todos ejecutivos de importancia en Europa que están unidos por su participación en la Expo. Asimismo, a todo lo que el acontecimiento sevillano significó tanto para los españoles como para el resto del continente.
Para dar con la identidad del criminal, el director y escritor imagina a dos personajes con motivos más que suficientes para arriesgar la vida en el intento. Amparo (Marian Álvarez), la viuda de un hombre asesinado por una explosión inexplicable, está convencida que la muerte esconde un homicidio. Mucho más, al encontrar un extraño muñeco junto al cuerpo de su marido y descubrir que lo que parece solo un accidente, esconde algo más.
Al otro extremo, se encuentra Richi (Fernando Valdivielso), el policía que le salvó la vida y que atraviesa problemas de alcoholismo. De la misma forma que Amparo, sospecha que la serie de homicidios en Sevilla no son casuales en absoluto. Peor aún, que están vinculados a un tenebroso incidente de que nadie habla — no al principio — ocurrido durante la feria y que el tráfico de influencias quiso ocultar. Juntos, los protagonistas comenzarán a unir piezas de hechos sin aparente relación entre sí, que les conducirán a un descubrimiento macabro. Cual es el rostro que se esconde detrás de la máscara de Curro.
La ciudad de Sevilla como escenario
Como ya hizo en Veneciafrenia con Venecia, Alex de la Iglesia utiliza en 1992 las calles andaluzas a la manera de un escenario. Que, progresivamente, se convierte en imprescindible para comprender el comportamiento del asesino. Para la ocasión, el realizador utiliza edificios y avenidas, como escenarios para las escenas más importantes de la serie. Pero en lugar de mostrarla luminosa, se inclina por su rasgo más siniestro. Algo que incluye, claro está, el lugar en que se oculta el siniestro criminal disfrazado.
Lo mejor de trama, llega cuando Alex de la Iglesia dedica tiempo e interés, en atar cabos sueltos. La trama de 1992, explora tanto en el pasado como el presente de sus personajes, uniendo ambas cosas en flashbacks cortos que no entorpecen la historia. Elementos que conducen que capítulo final de la miniserie — el mejor — descubrir la identidad del asesino permita recapitular cada pista que el argumento dejó a su paso. A la vez, tocar en uno de los temas favoritos del director español: el mal está en todas partes. Un mensaje al fondo de la historia, que es más evidente que nunca en su conclusión.