Llegas a la playa, te sientas en la arena, tomas un poco el sol, pero el calor es asfixiante, así que decides darte un baño. Te quitas las gafas de sol graduadas, te diriges al agua y nadas un poco, pero decides salir pronto, pues no ves nada y la inmensidad del mar se te hace terrorífica. Apenas te has alejado de tu toalla, pero no logras encontrarla, así que acabas pidiendo ayuda a la primera persona de voz afable con la que te encuentras. Vale, el próximo día será mejor bañarse con lentillas.
Cualquiera que tenga una cantidad relativamente alta de dioptrías ha sufrido esta situación al ir a la playa. Tomas la decisión de bañarse con lentillas porque es la única forma de ver por dónde vas. Sin embargo, es un gesto aparentemente inofensivo que nos puede salir muy caro. No solo en la playa. También en la piscina, un lago, un río o incluso en la ducha.
En todos esos lugares habita una ameba oportunista, llamada Acanthamoeba, que puede causar una infección muy grave en el ojo. Tanto, que en los peores casos puede acabar causando pérdida de visión. Se calcula que aproximadamente el 90 % de las personas con queratitis causada por esta ameba eran previamente usuarias de lentillas. Por eso, aunque es cierto que es algo raro y no debemos asustarnos si ya nos hemos bañado con ellas en más de una ocasión, no está de más tomar medidas a partir de ahora. Cuanta más prevención, mejor.
¿Dónde se encuentra Acanthamoeba?
Acanthamoeba es un protozoo oportunista que puede vivir en todo tipo de ambientes acuáticos. No se trata solo de aguas estancadas o insalubres. Se puede encontrar incluso en el agua del grifo. De hecho, se ha visto que la cal que se acumula en los sistemas de distribución de agua es un hábitat ideal para esta ameba.
Puede causar multitud de infecciones que afectan a todo tipo de órganos, desde la piel hasta los ojos. Es cierto que, normalmente, los casos graves se dan en personas con el sistema inmunitario debilitado. En las que no lo tienen puede no causar ni siquiera síntomas. Sin embargo, en el caso de los ojos, los usuarios de lentillas pueden tener ya previamente algunas lesiones que facilitan la infección.
Entonces, ¿por qué es peligroso bañarse con lentillas?
Antes de hablar sobre los riesgos de bañarse con lentillas, debemos recordar qué es la córnea. En Hipertextual nos hemos puesto en contacto con Elena Salobrar-Garcia, profesora de la Facultad de Óptica y Optometría de la Universidad Complutense de Madrid, quien nos lo ha explicado de forma sencilla. “La córnea es un tejido muy delicado y expuesto que es transparente, pero en su parte más externa tiene una barrera super blindada que evita que cualquier patógeno entre y la dañe”. También protege el ojo del polvo y otros agentes dañinos.
El problema es que este escudo no es infalible. A veces se rompe. “Si por un casual tenemos una heridita en la córnea, el protozoo puede penetrar de forma más sencilla, haciendo como quistes y protegiéndose y haciéndose super resistente mientras se come el tejido”. Esa es la queratitis que puede causar Acanthamoeba. ¿Pero por qué aumenta el riesgo si nos bañamos con lentillas?


“El uso de lentillas ya de por sí altera esa superficie tan resistente y hace que sea menos fuerte”, relata Salobrar-García. “Además, al ponerlas y quitarlas podemos hacer microheriditas”. Por otro lado, “las lentillas que utiliza gran parte de la población son las que llamamos lentillas blandas, que actúan como esponjas empapándose del líquido que las baña”. Es aquí donde llega el problema. “Si nos bañamos en agua corriente con las lentillas y el protozoo anda por el ambiente puede absorberse en la lentilla y colonizarla y en cuanto pueda va a intentar comerse el tejido corneal, que es lo que más le gusta”. Si además el tejido está previamente dañado, es un win win para el patógeno.
¿Cuáles son los síntomas de la queratitis por Acanthamoeba?
Los síntomas más habituales de la queratitis por Acanthamoeba son inflamación corneal, lagrimeo, enrojecimiento, dolor muy intenso y deterioro de la visión en los peores casos. A menudo puede confundirse con otras infecciones y patologías, retrasando el diagnóstico y el tratamiento más adecuado. Si somos usuarios de lentillas y tenemos esos síntomas, es importante que acudamos a un médico cuanto antes para que realice las pruebas pertinentes y comience con un tratamiento si es necesario.
No todo es bañarse con lentillas
Hay otros factores que aumentan el riesgo de esta infección más allá de bañarse con lentillas. Por ejemplo, lavar las lentillas con agua del grifo en vez de con los líquidos dispuestos para ello. Tampoco se deben usar los líquidos caducados o añadir líquido nuevo al viejo sin lavar adecuadamente el estuche. Una vez lavado el estuche hay que secarlo bien y, aun así, es esencial cambiarlo cada cierto tiempo.


Dicho esto, tampoco debemos frotarnos los ojos con las lentillas puestas y mucho menos dormir con ellas. Todo esto aumenta el riesgo de esas microheridas que tanto le gustan a la ameba.
Vale, ¿pero qué pasa si no veo nada?
Hay personas que no pueden evitar bañarse con lentillas. No se trata de una cuestión de estética, sino de saber por dónde van. En esos casos, Salobrar-García recomienda el uso de lentillas desechables. “Si tienes mucha graduación y no ves nada cuando vas a la piscina o el mar sin gafas puedes usar lentillas de usar y tirar”, aconseja. “Te las pones cuando vas a bañarte y las tiras al salir”. Además, si es posible, añade que se deberían añadir gafas de natación.
De todos modos, la mejor opción es no usarlas. Si ves mínimamente bien sin necesidad de lentillas ni gafas, báñate sin ellas. Y, por supuesto, retíralas siempre antes de entrar a la ducha. En ese caso, si no te las quitas es solo por pereza, y es una pereza que te puede salir cara. Báñate sin ellas.