El 8 de abril es el Día Mundial del Síndrome de Cushing. Una ocasión para visibilizar una de tantas enfermedades raras que, como su nombre indica, resultan muy poco conocidas para la población. Pero que la población las desconozca no las hace menos duras para quien las sufre. De hecho, es incluso peor, pues lo que no se conoce a menudo recibe menos financiación para investigación. Ese es el motivo por el que se celebran días como este, en el que se da a conocer una afección originada por un exceso de cortisol en el organismo.
Ese exceso de cortisol que da lugar al síndrome de Cushing puede ser endógeno o exógeno. En el primer caso, es el propio organismo del paciente el que sintetiza demasiado cortisol. Esta es una hormona muy necesaria para nuestra salud, pero en exceso, como casi todo, puede llegar a ser muy grave. En cuanto al síndrome exógeno, se produce cuando el exceso de cortisol lo generan factores externos, como el consumo de ciertos fármacos, especialmente los glucocorticoides.
Las personas con síndrome de Cushing padecen síntomas como debilidad en los músculos superiores de las piernas y brazos, hipertensión arterial y problemas cardiovasculares. También pueden sufrir trombos, diabetes mellitus, osteoporosis, piel fina, cambios de humor, crecimiento de vello, disminución de la fertilidad o cansancio extremo. Esto hace bastante complicado su diagnóstico, ya que se trata de un abanico variadísimo de síntomas, que puede relacionarse con otras muchas enfermedades. Es cierto que con el tiempo estos pacientes desarrollan un aspecto muy característico de la enfermedad, con obesidad en la parte superior del cuerpo y brazos y piernas delgados. También muestran un aumento de masa en la cara, denominado «cara de luna llena». No obstante, hasta que eso ocurre, el diagnóstico puede retrasarse bastante, retrasando también el tratamiento que tanto necesitan para seguir adelante.
¿Qué es el síndrome de Cushing?
Como ya hemos visto, el síndrome de Cushing es una afección que se debe a la presencia de niveles excesivos de cortisol en el organismo. Esta sustancia se conoce como hormona del estrés, pero en realidad es mucho más que eso.
De hecho, el cortisol interviene en multitud de procesos fisiológicos, como el metabolismo de la glucosa, el sueño, la función inmunitaria y la inflamación. Es necesario, en su justa medida. No obstante, a niveles excesivos es muy peligroso. Se sabe que tiende a elevarse en situaciones de estrés y que eso nos ayuda a permanecer alerta. En un principio es positivo, pero si esos niveles elevados se mantienen en el tiempo pueden producirse desde trastornos cardiovasculares hasta diabetes, pasando por insomnio, depresión y otras muchas afecciones.


En el caso del síndrome de Cushing, esos niveles son incluso más altos que cuando vivimos en una situación permanente de estrés. Así lo ha explicado a Hipertextual la doctora Rocío Villar Taibo, del servicio de Endocrinología y Nutrición del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela.
“El cortisol es una hormona que debe elevarse con el estrés. Es una respuesta normal del organismo en esas situaciones y en ningún caso lleva a un cuadro tan severo como el síndrome de Cushing”.
Y es que, según añade la doctora, “el síndrome de Cushing es una secreción anormal patológica, no fisiológica, de cortisol”.
Entonces, ¿a qué se debe?
Como ya hemos visto, el síndrome de Cushing puede ser exógeno o endógeno. El exógeno se debe al consumo de ciertos fármacos, especialmente los corticoides. La parte positiva de este es que puede desaparecer en el momento que se suspende o se cambia el tratamiento. En cambio, el síndrome de Cushing endógeno es mucho más complicado.
Suele deberse a la presencia de un tumor o crecimiento excesivo, ya sea en la hipófisis o en las glándulas suprarrenales. Esto se debe a que el cortisol es una hormona que se sintetiza en las glándulas suprarrenales, pero bajo el control de la hipófisis. Por eso, el crecimiento excesivo de cualquiera de estas estructuras puede llevar a una secreción inmensa de la hormona. A veces puede darse por tumores en otros órganos, pero no es lo más habitual.
¿Cuáles son los síntomas del síndrome de Cushing?
Al hablar de síntomas del síndrome de Cushing podemos mencionar los que normalmente afectan al físico y, por lo tanto, suelen servir para aumentar las sospechas de la enfermedad. También hay síntomas que afectan solo a los hombres o solo a las mujeres. Y, además, hay otros síntomas mucho más variados, que se pueden confundir con los de otras enfermedades.


En el primer grupo nos encontramos el aumento de peso en la cara y el tronco, con piernas y brazos finos, la acumulación de grasa entre los hombros, las estrías de color rosado o púrpura y la piel fina, que se amorata con facilidad. Hablando de la piel, también suelen darse problemas de cicatrización y acné. Por otro lado, las mujeres suelen experimentar el crecimiento de vello denso en la cara y el cuello y periodos menstruales irregulares. Los hombres, por su parte, suelen tener menos deseo sexual y problemas de erección. Todo esto lleva a que el síndrome de Cushing a menudo cause problemas de fertilidad.
En cuanto a los síntomas que pueden confundirse con otras enfermedades, los más comunes son el cansancio extremo, la debilidad muscular, la depresión, los cambios de humor y los problemas de concentración. También suele darse insomnio, hipertensión, dolor de cabeza o pérdida de densidad ósea, entre otros. En los niños, lógicamente, todo esto puede afectar a su crecimiento.
Como los síntomas pueden confundirse con los de otras enfermedades, suele ocurrir que el diagnóstico se retrasa a menudo. Lo sabe bien Marina Arias, una mujer española que convive con el síndrome de Cushing.
“Yo empecé con un gran aumento de peso, 20 kg en 2 meses, pero lo asocié a dejar de fumar”, relata la paciente. “Luego se fueron presentando otros síntomas, como dolores musculares, vello facial, insomnio, cambios de humor, retirada de la menstruación…”. Ante esta sintomatología ya sí decidió ir a atención primaria, donde rápidamente la derivaron a una endocrina.
Se necesita más conocimiento de la enfermedad
El caso de Marina fue relativamente sencillo de diagnosticar, según relata a Hipertextual. Había desarrollado cara de luna llena y las características estrías rosadas en el cuerpo, por lo que la sospecha saltaba a la vista.
Una analítica realizada por la endocrina mostró que tenía niveles muy elevados de cortisol. Ya sabían que tenía síndrome de Cushing, solo faltaba esclarecer el motivo.
Su caso fue relativamente sencillo, pero a veces, según nos cuenta la doctora Villar, puede ser bastante más difícil. “La sospecha diagnóstica a veces puede ser camuflada porque pueden presentar quejas que a un profesional no experto le pasan desapercibidas”, señala la experta. Es el caso de obesidad, distribución de la grasa a nivel central, problemas metabólicos como diabetes o hipertensión…
“Muchas veces con el tiempo van desarrollando un fenotipo, es decir un aspecto más característico, que hace más probable el diagnóstico. Quizás el principal problema no es llegar a la sospecha sino confirmarlo y confirmar la causa”. Con esto hace referencia a si procede de un exceso hormonal a nivel hipofisario, “que sería lo que se denomina síndrome de Cushing por enfermedad de Cushing», o a otra causa.
Por ejemplo, el exceso de cortisol “puede ser de otras fuentes como una lesión en la glándula suprarrenal que produce cortisol en exceso o un fármaco como los corticoides que producen síndrome de Cushing medicamentoso”. A veces es complicado sobre todo el diagnóstico diferencial de algunas causas de Cushing tumoral y “eso es lo que requiere hacer bastante pruebas, que el proceso sea bastante laborioso y que a veces haya cierto retraso en dar con el tratamiento más adecuado”.
¿Y cuáles son esas pruebas para diagnosticar el síndrome de Cushing?
Principalmente hay varias pruebas que ayudan a diagnosticar el síndrome de Cushing. En primer lugar están las pruebas bioquímicas en las que se analizan los niveles de cortisol, bien en orina o bien en saliva. En el primer caso, se suele recoger la orina durante 24 horas para ver cómo van variando los niveles de esta hormona. Es normal que varíen. Por ejemplo, suelen ser mucho más altos por la mañana, poco después de despertar. No obstante, en estos pacientes suelen ser mucho más altos de lo normal. En cuanto a la saliva, se suele solicitar solo una muestra que se extrae por la noche. De todos modos, previamente es habitual hace una analítica de sangre para analizar este y otros parámetros.


En el caso de Marina, por ejemplo, hemos visto que una analítica fue suficiente para llegar al diagnóstico. Pero aún quedaba saber la causa de su síndrome de Cushing. Con su caso y con cualquier otro, aquí empiezan a ser necesarias el resto de pruebas.
Puede bastar con pruebas de imagen, como la resonancia magnética o el TAC. Con estas se pueden obtener imágenes de la hipófisis y las glándulas suprarrenales, para comprobar si hay tumores. Si así no se esclarece nada, entraría en juego la toma de muestras del seno petroso inferior. Esto, según señalan desde la Clínica Mayo, sirve para “determinar si el síndrome de Cushing se debe a un adenoma hipofisario productor de adrenocorticotropina o a un tumor productor de adrenocorticotropina en otro órgano”. Para ello, “se toman muestras de sangre de las venas que drenan la glándula hipófisis, denominadas senos petrosos inferiores”.
Vale, ya tenemos diagnóstico, ¿pero cuál es el tratamiento?
Marina nos cuenta que para ella el diagnóstico fue un alivio, porque por fin supo qué le pasaba y ya sería posible buscar un tratamiento.
Este puede ser muy variado, sobre todo dependiendo del origen del síndrome de Cushing.
Si es un síndrome de Cushing medicamentoso, el primer paso es disminuir lentamente la dosis del fármaco que lo ha provocado y cambiarlo por otro que ayude a regular los niveles de cortisol. A veces es suficiente con esto. En otras ocasiones sigue siendo necesario el glucocorticoide que causó la enfermedad, por lo que se debe hacer un seguimiento médico muy cercano e ir tratando los síntomas que puedan aparecer. Es decir, regular los niveles de azúcar, reducir la tensión arterial, mejorar el estado de ánimo con psicofármacos… Todo depende de la sintomatología.
Si la enfermedad la ha causado un tumor hipofisario se debe valorar cuál es el mejor tratamiento en cada caso. Este puede ser la retirada del tumor mediante cirugía, la radioterapia, la quimioterapia o la terapia con medicamentos que ayuden a regular los niveles de hormonas. En cambio, si el tumor está en las glándulas suprarrenales y otros órganos (a veces puede ocurrir con el páncreas, por ejemplo) lo más habitual es la cirugía. El problema es que a veces el tumor no puede extraerse. En ese caso, habría que recurrir a medicamentos que regulen los niveles de cortisol.


Hecho esto, ¿los pacientes pueden llevar a cabo una vida normal?
Marina nos cuenta que hoy en día lleva a cabo una vida normal, marcada solo por un seguimiento médico y bioquímico muy cercano. En algunos casos, en cambio, no es tan sencillo. Por eso es tan importante un diagnóstico rápido. Nos lo explica la doctora Villar.
“La enfermedad de Cushing y el síndrome en general, de cualquier causa, son cuadros de distinta intensidad, pero con consecuencias potencialmente mortales. Acorta la vida, porque antes o después se asocia a comorbilidades importantes. Aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular sobre todo,pero también de trombosis y otras enfermedades graves. Puede ser más lento o con un inicio más agudo, pero en general acorta la vida del paciente y debe tratarse sí o sí”.
Cuanto antes se paute el tratamiento, más fácil será normalizar la vida de los pacientes.
¿Por qué existe el día del síndrome de Cushing?
La incidencia del síndrome de Cushing es de entre 2 y 4 casos por millón de habitantes y año. Esto lleva a que, como ocurre con otras enfermedades raras, no se investigue lo suficiente y, aun habiendo estrategias, no siempre sean accesibles para los pacientes o sus médicos. Además, no hay concienciación entre la población y para los pacientes puede ser muy shockeante el diagnóstico. Todo eso por no comentar que, como señala anteriormente la doctora Villar, puede ser difícil de detectar para alguien que no es especialista y pasar desapercibida durante bastante tiempo.
La endocrinóloga del Hospital de Santiago de Compostela hace hincapié también en el caso de los medicamentos poco accesibles. “Existen tratamientos bastante eficaces, pero su acceso a veces no es sencillo”, comenta. Esto se debe a que no son de primera línea, al menos en el sistema nacional de salud español. “Se requiere un intento primero con otras opciones para poder acceder a la financiación de estas terapias”. Esto puede retrasar mucho el tratamiento adecuado. “Aún hay muchos pacientes con dificultades para el control, que necesitan más de un fármaco para regular sus niveles de cortisol o múltiples estrategias (cirugía, fármacos y radioterapia), así que toda investigación es absolutamente necesaria”.
Aún hay esperanza
Afortunadamente, existen laboratorios especializados en la investigación de las enfermedades raras que están trabajando mucho para que los pacientes con síndrome de Cushing tengan una mejor calidad de vida. Es, por ejemplo, el caso de Recordati Rare Diseases. Se trata de una compañía farmacéutica que ofrece opciones terapéuticas en España y Portugal para 27 enfermedades raras y ultra raras. Entre ellas se encuentran, por ejemplo, la enfermedad de Castleman, la acromegalia, el neuroblastoma y, por supuesto, la enfermedad de Cushing.


A la cabeza de este equipo de científicos se encuentra el doctor Juan Vila, quien señala que su misión es mejorar la vida de los pacientes con enfermedades minoritarias. “Sabemos que el síndrome de Cushing sigue siendo poco conocido y que los afectados enfrentan muchas barreras, por eso apoyamos a la comunidad médica y a los pacientes con soluciones que marquen la diferencia”.
Por eso, sobre todo, es necesario un día como el de hoy. Aunque la lucha por las enfermedades raras se debe mantener cada año. Marina y los cientos de millones de personas con enfermedades raras en todo el mundo lo merecen.