Muchos anticiparon que este año el premio Nobel de física podría ir dirigido a la Inteligencia Artificial. Así ha sido. El galardón ha caído en las manos de John Hopfield y Geoffrey Hinton, por sus importantes descubrimientos en el área de las redes neuronales. Ambos tuvieron un papel esencial, aunque el segundo ha sido el que ha estado más al pie del cañón en esta área con el paso de los años. Tanto como para llegar durante un tiempo a arrepentirse de sus descubrimientos, por el riesgo que pueden llegar a entrañar para la humanidad.

Son muchas las entrevistas en las que declaró haberse sentido arrepentido por la deriva que ha tomado la inteligencia artificial con el paso de los años. En una de las más recientes, publicada por XLSemanal, señala que no siente un arrepentimiento culpable. Sabe que si no hubiese sido él el responsable del hallazgo, más tarde habría sido otra persona. No obstante, le preocupa lo que puede llegar a ocurrir si la IA no se regula adecuadamente.

Y es que la Inteligencia Artificial (IA) es una herramienta apasionante. Puede hacer nuestra vida infinitamente más fácil, pero también tiene la capacidad de truncarla por completo. Es precisamente ese potencial el que la hace tan atractiva como para merecer un premio Nobel de Física. ¿Pero por qué han sido Hopfield y Hinton los afortunados? ¿Cuáles son esos riesgos que tanto preocupan a Hinton? Sobre esto y mucho más hemos hablado con Francisco Herrera, director del Instituto Andaluz Interuniversitario de Data Science and Artificial Intelligence (DaSCI)

Los primeros pasos de una ciencia que cambiaría el mundo

Las investigaciones de Hopfield y Hinton se llevaron a cabo en la década de 1980. Sin embargo, para ver el nacimiento de la IA debemos retroceder a los años 50. El informático John McCarthy propuso el término de IA para hacer referencia a la ciencia e ingeniería para el desarrollo de artefactos con comportamiento inteligente en tareas que lo requieren si las hiciesen los humanos. Por otro lado, el psicólogo Frank Rosemblatt desarrolló el modelo del perceptrón en el año 1958 basándose en ideas introducidas por McCulloch y Pitts en 1943. Fue entonces cuando hablaron por primera vez sobre la posibilidad de crear redes neuronales como si fueran ordenadores.

Con este modelo se intentó por primera vez desarrollar una serie de conexiones entre resistencias eléctricas que funcionan como las neuronas y sus sinapsis. Rosemblatt consiguió obtener una sola capa de neuronas artificiales. Lamentablemente, este modelo no llegó muy lejos, pues no desarrolló las capacidades que se esperaba de él. Como explica Herrera, “no tenía capacidad de llegar a alcanzar cualidades cognitivas potentes de aprendizaje”.

En los años 70, ante la imposibilidad de avanzar con el modelo del perceptrón, entramos en lo que se conoce como el invierno de la Inteligencia Artificial. No tenía potencial para avanzar y cayó prácticamente en desuso. Fue entonces cuando llegaron Hopfield y Hinton con esos rompedores hallazgos que acaban de valer un premio Nobel.

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