Aunque la mayoría de los usuarios se conectan a través de Wi-Fi y otras tecnologías inalámbricas, el internet sigue dependiendo de un entramado de cables submarinos. Son estos quienes conforman la columna vertebral de la red y cuando uno falla, el caos se desata. El ejemplo más reciente ocurrió hace unas semanas en el mar Báltico, en donde dos cables habrían sido cortados intencionalmente por un barco chino.

Investigadores europeos han señalado al Yi Peng 3, un buque de carga que transportaba fertilizante ruso. Según el diario The Wall Street Journal, el granelero cortó deliberadamente los cables al arrastrar un ancla por más de 170 kilómetros. De acuerdo con los primeros reportes, agentes de inteligencia rusa habrían convencido al capitán del barco para llevar a cabo el sabotaje.

El corte de dos cables submarinos ocurrió el 17 y 18 de noviembre de 2024 en el mar Báltico. El primero de ellos, entre Lituania y Suecia, el cual interrumpió las comunicaciones. Posteriormente, un cable que une a Finlandia y Alemania registró daños, afectando la única conexión que existe entre Finlandia y Europa Central.

La evidencia arrojó que el segundo cable se encontraba a escasos 100 kilómetros del primero, lo que levantó sospechas. En una declaración conjunta, los Ministros de Relaciones Exteriores de Finlandia y Alemania declararon estar profundamente preocupados por el corte intencional de un cable submarino de fibra óptica.

«El hecho de que un incidente de este tipo levante inmediatamente sospechas de daños intencionales dice mucho sobre la volatilidad de nuestros tiempos. Se está llevando a cabo una investigación exhaustiva», mencionaron en un comunicado. «Nuestra seguridad europea no solo se ve amenazada por la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, sino también por la guerra híbrida de actores malintencionados».

Foto: Daily Monitor

Un barco chino ayudó a Rusia a cortar los cables submarinos de internet

De acuerdo con las primeras investigaciones, el Yi Peng 3 echó el ancla en aguas suecas el 17 de noviembre por la noche. Posteriormente, el barco apagó el transpondedor del Sistema de Identificación Automática (AIS) y comenzó a navegar mientras arrastraba el ancla. El granelero se desplazó unos 177 kilómetros, cortando los dos cables en su trayecto. Posteriormente, levó anclas y continuó hasta ser interceptado por buques de la Armada danesa.

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