Durante décadas, se ha hablado en el ámbito de la ciencia del fitness sobre algo conocido como presupuesto de la frecuencia cardíaca. Este señala que tenemos una cantidad limitada de latidos del corazón, como cuando se nos concede un presupuesto económico para llevar a cabo un proyecto. Nosotros decidimos en qué distribuimos ese dinero, como también decidimos cómo gastamos esos latidos del corazón. Por suerte, hoy en día se sabe que esto no es exactamente así. Si fuese algo tan radical, ni siquiera podríamos practicar ejercicio, ya que nos hace gastar una parte de ese presupuesto. No obstante, recientemente se ha publicado un estudio en el que se explora una versión más light del concepto.

El estudio lo ha llevado a cabo un equipo de científicos australianos, mientras que ha sido descrito en The Conversation por un profesor de la Universidad de Birmingham, Tom Brownlee. 

Se trata de un estudio pequeño, en el que han participado pocas personas, procedentes de un grupo poblacional muy reducido. Los propios autores lo reconocen. No obstante, también señalan que esta versión más amigable del presupuesto de latidos del corazón podría tener aplicaciones interesantes, siempre teniendo en cuenta que no se trata de un número escrito en piedra. Veamos entonces a qué se refieren.

Por suerte, no hay una cantidad de latidos del corazón a partir de la cual deje de funcionar

Durante mucho tiempo se pensó que nacíamos con un presupuesto máximo de 2,5 billones de latidos del corazón. Llegados a esa cantidad, la vida sería imposible. Esto, en un principio, haría que fuese peligroso practicar ejercicio físico, ya que aumenta mucho la frecuencia cardíaca y se gastan muchos latidos del corazón en poco tiempo. No obstante, es bien sabido que las personas que hacen ejercicio físico regular suelen tener una frecuencia cardíaca en reposo más baja. Lo comido por lo servido, como se suele decir. Incluso el balance sería positivo.

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El ejercicio físico aumenta la frecuencia cardíaca, pero se compensa con una frecuencia cardíaca más baja en reposo. Crédito: Freepik

De cualquier modo, hoy sabemos que no hay un número de oro de latidos del corazón. ¿Pero y si realmente hubiese una especie de presupuesto en la frecuencia cardíaca?

Lo que dice la nueva investigación

Este nuevo estudio se ha llevado a cabo con 147 personas. 109 eran atletas y 38 un grupo control sano. Es decir, personas que, sin hacer este deporte, mantienen un buen estado de salud y que, por lo tanto, pueden servir para comparar resultados y extraer el efecto de la práctica atlética. 

Los autores del estudio analizaron datos de aplicaciones de fitness de atletas de élite, comparando la frecuencia cardíaca en reposo con los latidos del corazón diarios totales. Así, estimaron que los atletas entrenados en resistencia «ahorran» alrededor de 11.500 latidos cardíacos por día en comparación con los adultos sanos no entrenados, gracias a tasas en reposo más bajas.

Aunque cabe destacar que no son ahorros duraderos en deportistas de élite. Por ejemplo, una sola etapa del Tour de Francia puede costar a los ciclistas alrededor de 35.000 latidos adicionales. En el cómputo diario, les sale a pagar.

No obstante, dejando a un lado el gasto extremo de los atletas de élite, estos científicos creen que, más allá de un presupuesto de latidos del corazón para toda la vida, es interesante estudiar ese cómputo diario. Y es que los latidos que lleva a cabo nuestro corazón al día son un reflejo de cómo responde a multitud de situaciones, desde el ejercicio físico hasta el estrés, pasando por el sueño o el consumo de cafeína. Incluso las temperaturas ambientales pueden cambiar nuestra frecuencia cardíaca. Lo importante, de todos modos, es que las reacciones no sean muy bruscas o que, al menos, se recuperen adecuadamente una vez pasado ese estímulo que nos acelera.

Los autores de esta investigación consideran que eso podría analizarse si, por ejemplo, los smartwatch comparasen la cantidad total de latidos del corazón en un día de una persona. Se pueden hacer comparativas entre días o incluso con la media para personas en situaciones de ejercicio físico similares.

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Los autores del estudio consideran que todo esto se podría controlar con un smartwacth. Crédito: Freepik

¿Para qué serviría saber todo esto?

Lo que estos científicos han estudiado sirve más como demostración de lo que se debe y lo que no se debe hacer. Por ejemplo, según explica en The Conversation el profesor Brownlee, puede ayudar a los atletas de élite a gestionar mejor sus descansos. “Entrenar demasiado duro, con demasiada frecuencia, puede elevar la frecuencia cardíaca en reposo, reducir la variabilidad de la frecuencia cardíaca y reducir el rendimiento, un signo clásico de sobreentrenamiento”, explica en su artículo. “Se sabe que las sesiones de recuperación más ligeras, las llamadas sesiones de recuperación activa, en las que la frecuencia cardíaca se mantiene baja, aceleran la recuperación, mejoran el rendimiento general y estabilizan el estado de ánimo”. 

Aunque esto es algo que se sabe sobradamente, quizás el presupuesto en los latidos del corazón ayudaría a los atletas a verlo de una forma más ilustrativa. 

En definitiva, nada de esto es una ecuación exacta. Simplemente es una forma interesante de analizar cómo los latidos de nuestro corazón se compensan a lo largo del día. Quizás no se compensen para cumplir un presupuesto fijo, pero sí siguiendo una especie de estándares no escritos. Unos estándares que, lógicamente, se alcanzarán de una forma mucho más saludable si practicamos ejercicio. Es la única verdad tajante de todo esto. Si nos ejercitamos, nuestro corazón lo agradecerá. Los presupuestos quizás deberíamos dejarlos para empresarios y economistas. 

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