La directora Kathryn Bigelow (En tierra hostil) vuelve tras un retiro de ocho años con el estreno de Una casa llena de dinamita, de Netflix. La cineasta, ganadora del Oscar, se une así a la larga lista de grandes directores que han colaborado con la plataforma de streaming: Marti Scorsese, Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón, Alex Garland, los hermanos Safdie, David Fincher, Spike Lee, los hermanos Cohen, Aaron Sorkin… Esta vez, lo hace regresando a su género favito, el thriller. Aunque en lugar de centrarse tanto en la parte bélica, Bigelow apunta ahora mucho más al drama político.

La historia de Una casa llena de dinamita se centra en un equipo de funcionarios gubernamentales que deben hacer frente a una crisis sin precedentes. Y es que un único misil nuclear no atribuido es lanzado contra Estados Unidos. La amenaza es inminente y la ciudad de Chicago, así como el futuro de la paz mundial, está en peligro. Comienza entonces una carrera contrarreloj para determinar quién es el responsable y cómo actuar para evitar el desastre atómico.

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Una casa llena de dinamita

La ganadora del Oscar Kathryn Bigelow vuelve a las andadas con Una casa llena de dinamita, un thriller enérgico e impetuoso que se convierte en una de las apuestas más potentes de Netflix de este final de año. Sin ser lo mejor de su carrera, sí es una película sólida y funcional gracias a su impecable puesta en escena y a su particular estructura, que se sirve del efecto Rashomon con enorme acierto.


























Puntuación: 4 de 5.

Una «americanada» muy entretenida

Como no podía ser de otra forma, la visión única de Una casa llena de dinamita es la del gobierno de los Estados Unidos. Un enfoque que hemos visto ya miles y miles de veces y que a muchos espectadores echa para atrás, sobre todo al público no estadounidense. Porque claro, ellos son los buenos, los guardianes de la paz mundial; mientras que sus enemigos son los que pueden romperla y destruir el planeta. En definitiva, la clásica «americanada». Pero, por favor, que esa forma de contar la historia, por conservadora que sea, no sirva de excusa para no verla. Porque es entretenidísima.

El filme arranca directo al grano. En unos pocos minutos ya tenemos el misil nuclear sobre nuestras cabezas cuando ni siquiera nos hemos quedado con los nombres y las caras de todos los personajes. Es un inicio un poco caótico, pero Bigelow consigue asentar la historia de una forma muy natural y orgánica a medida que pasan los minutos. Aunque pueda parecer fácil perderse entre protocolos y siglas de los distintos equipos que deben hacer frente a la amenaza, al final la cineasta lo equilibra de manera brillante. Y es que toma la decisión de reducirlo todo a personas que intentan trabajar juntas para evitar el apocalipsis.

Da igual dónde trabajen o cuáles sean sus cargos, Una casa llena de dinamita es muy sólida porque con cuatro trazos ya entendemos cuáles son sus diferentes puntos de vista. Y, con ellos, los conflictos internos que pueden desatarse. Además, las coherentes y certeras actuaciones de todo su reparto coral, acompañados de una estupenda puesta en escena, ayudan a sumergirnos en este maravilloso thriller. Aunque no seamos expertos en materia de defensa nacional, no se necesita nada más para entrar de lleno en la película y sentirse uno más en esa reunión por videollamada de la que depende el destino del mundo entero.

Una casa llena de dinamitaUna casa llena de dinamita

Tensión por las nubes

El gran acierto de Kathryn Bigelow con Una casa llena de dinamita pasa por marcar un ritmo elevadísimo. Tanto que, para que no se desgaste antes de tiempo, hace que la historia se repita varias veces desde el punto de vista de los distintos implicados. Con la ya reconocible estructura Rashomon, el filme cuenta lo mismo una y otra vez. Pero en cada repetición se añaden detalles, matices. Y con ellos, la tensión se dispara por las nubes.

La primera vez que vemos la historia, todo parece tenso pero distante. Hay unos protocolos a seguir, todo puede calcularse y actuar en consecuencia. Pero, a medida que avanza, nos implicamos más y más. Así, cuando llegamos al final de la primera versión ya sin uñas, volvemos al principio con un segundo montaje. Y esta vez lo que parecía frío y sin emoción ahora se vuelve vibrante. El endiablado pulso narrativo que imprime la cineasta logra que, para cuando llega el acto final, nos encontremos al borde de la butaca y con las pulsaciones tan disparadas como las de los protagonistas.

Una casa llena de dinamitaUna casa llena de dinamita

Un final arriesgado

En cualquier caso, lo que va a dar mucho que hablar es su final. Durante toda la película, Una casa llena de dinamita mantiene un cliffhanger constante: qué decisión tomará el presidente de los Estados Unidos. Cada protagonista intentará convencerle de hacer una cosa u otra. Pero al final todo recae sobre él. Y así, llegamos al final.

Un cierre de película que no vamos a destripar pero que va a provocar sensaciones muy encontradas entre los espectadores. Kathryn Bigelow se la juega con un final arriesgado y que no gustará a todo el mundo. En opinión de quien esto escribe, no es nada satisfactorio, aunque eso es una visión subjetiva y que será diferente para cada persona que vea la película. En cualquier caso, no hay duda, el final de Una casa llena de dinamita generará muchísimo debate.

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Quizá Una casa llena de dinamita no sea la mejor película de Kathryn Bigelow, pero sí es una propuesta muy sólida y enérgica. Un thriller trepidante y bien armado, marcado por un montaje a tres tiempos que se convierte en la mejor elección posible para retratar la escalada de tensión. Merece la pena verlo en pantalla grande para disfrutar aún más de esa sensación de inmersión total que genera. Pero, una vez que llegue a streaming, también será uno de los grandes estrenos de Netflix de este 2025.

Una casa llena de dinamita ya está en cines seleccionados de todo el mundo y se estrenará en Netflix el 24 de octubre.


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