A pesar de lo mucho que las han intentado desprestigiar desde algunos sectores, se calcula que las vacunas de la COVID-19 han salvado al menos 2,5 millones de vidas. Con ello se hace referencia a las personas que podrían haber muerto por esta enfermedad. Sin embargo, según un estudio recién publicado por científicos de las Universidades de Texas y Florida, también podrían haber salvado a muchas personas con cáncer.

De hecho, estos investigadores creen que las vacunas de ARN mensajero de la COVID-19 podrían seguir usándose en el futuro justamente para proteger a pacientes oncológicos. Este hallazgo se hizo por casualidad. Cuando se encontraban estudiando la eficacia de un tipo de inmunoterapia en pacientes con melanoma y cáncer de pulmón, vieron que esta terapia era mucho más eficaz en aquellos que habían recibido alguna de las vacunas de la COVID-19 basadas en ARNm. Es decir, o la de Pfizer o la de Moderna. Incluso en tumores que normalmente no responden bien a la inmunoterapia, se logró una buena respuesta con las vacunas.

Parece ser que el ARNm, aunque no se haya diseñado con ese fin, favorece el ataque del sistema inmunitario de los pacientes a las células tumorales. Tras este hallazgo casual, los autores de este nuevo estudio realizaron una serie de ensayos con animales que confirmaron que lo que vieron no fue casualidad. Ahora esperan empezar pronto los ensayos clínicos con humanos.

La importancia del ARNm en las vacunas de la COVID-19

El ARNm es una molécula que contiene las instrucciones para que las fábricas de proteínas de nuestras células, llamadas ribosomas, puedan construir una proteína concreta. Desde hace años, mucho antes de que surgiera la COVID-19, estas moléculas se han estudiado para el desarrollo de vacunas. Y es que, si hay algo aún más seguro que estimular el sistema inmunitario con un agente patógeno debilitado, es introducir una sola estructura de dicho patógeno que pueda ser reconocida por el sistema inmunitario. Es más, algo más seguro aún es no introducir dicha estructura, sino únicamente las instrucciones para que nuestras células la construyan. 

En eso se basan las vacunas de ARNm. Concretamente, en el caso de las vacunas de la COVID-19, se introduce en el organismo de los pacientes el ARNm que contiene las instrucciones para fabricar una proteína del virus causante de esta enfermedad: el SARS-CoV 2. Una vez que la propia maquinaria celular del paciente sintetiza la proteína, esta provoca el ataque del sistema inmunitario. Así, se genera memoria de cara a una futura infección en la que dicha proteína venga acompañada del resto del virus.

¿Qué tiene que ver el cáncer en todo esto?

También se pueden diseñar vacunas de ARNm para prevenir otros patógenos o incluso para tratar el cáncer. En el caso de las vacunas contra el cáncer, no previenen su aparición. Más bien estimulan al sistema inmunitario para que lo ataque. Para ello, se seleccionan las proteínas del tumor más vulnerables a las defensas del organismo. Esto favorece que se fabriquen en más cantidad dentro de las células. El problema es que esta selección normalmente se hace con algoritmos, de forma personalizada, y es compleja y costosa. Por eso, cuando estos científicos vieron que el ARNm de las vacunas de la COVID-19 también hacían más vulnerable al tumor, descubrieron que estaban ante algo muy interesante.

¿Cómo se dieron cuenta?

El hallazgo se llevó a cabo en un ensayo clínico con 1.000 pacientes en el que se estaba probando un tratamiento basado en inhibidores de punto de control inmunitarios. Estos son compuestos que bloquean una proteína que sirve como escudo tumoral contra el sistema inmunitario. Sin escudo, los tumores que normalmente pasan desapercibidos a nuestras defensas, conocidos como tumores fríos, se convierten en tumores calientes.

Se observó que los pacientes que recibieron las vacunas de la COVID-10 de Pfizer o Moderna en los 100 días posteriores al tratamiento tenían más del doble de posibilidades de seguir con vida 3 años después. 

Al probar las vacunas en ratones con esos mismos tumores, se vio que el ARNm funcionaba como una especie de alarma. Cuando se activa, las células inmunitarias acuden a atacar al tumor. Si eso se combina con los inhibidores de puntos de control inmunitarios, el éxito es mucho más probable. 

Vacuna Pfizer coronavirusVacuna Pfizer coronavirus

En definitiva, aunque aún será necesario seguir investigando, parece que las vacunas de la COVID-19 tienen muchas formas de salvar vidas. Y pensar que había y hay tantas personas que se oponen a ellas…

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