Llega la temporada de virus respiratorios al hemisferio norte y, con ella, la gripe, los resfriados y la COVID-19. Esta última, como es habitual, llega de la mano de una nueva variante del virus SARS-CoV 2: la variante XEC. Las autoridades sanitarias europeas han advertido que está empezando a expandirse por el continente y que podría llegar a convertirse en la variante principal este otoño. ¿Pero sabemos ya si entraña algún riesgo?
De momento no sabemos gran cosa. Solo que parece ser una subvariante de KS.1.1 y la KP.3.3, las dos variantes más comunes actualmente en Europa. Estas no son más peligrosas que el resto. Tampoco son muchísimo más contagiosas. El único problema de que haya surgido una subvariante es que nuestro sistema inmunitario podría no tener suficiente protección, de manera que aumentarían los contagios en otoño e invierno.
La parte positiva es que las versiones actualizadas de las vacunas de Pfizer, Moderna y Novavax aportan suficiente protección contra XEC. Más que la infección natural por las variantes anteriores. Por eso, es importante que las personas de riesgo se vacunen esta temporada.
Una nueva variante no es algo raro
Los virus mutan continuamente. Es la forma que tienen de sobrevivir y reproducirse, ya que no son capaces de replicarse por sí mismos. Necesitan secuestrar la maquinaria de replicación de las células que hospedan. Es decir, todos esos mecanismos que utilizan nuestras células para replicarse pasan a estar a su disposición.
Cuando secuestran esta maquinaria, comienzan a sacar múltiples copias de sí mismos. Es un proceso en el que, lógicamente, pueden ocurrir errores. Estos son mutaciones que pueden tener tres efectos. A veces impiden la supervivencia del virus, otras veces son beneficiosas para él y en muchas ocasiones tienen un efecto neutro. La cuestión es que, cuando se acumulan muchas de esas mutaciones, estamos ante un virus ligeramente diferente al anterior. Es aquí cuando podemos hablar de una nueva variante, que a su vez puede seguir mutando hasta convertirse en subvariante.


Por eso, aunque al principio cuando oíamos hablar de nuevas variantes nos llevábamos las manos a la cabeza, en realidad es un procedimiento totalmente normal. No quiere decir que este virus en concreto sea un supermutante.
La mayoría de veces no suponen ningún riesgo en comparación con otras variantes. Pero sí hay una diferencia. Nuestro sistema inmunitario genera anticuerpos específicos contra proteínas de la superficie de los virus. Tras encontrarse con uno de estos patógenos, tanto por infección natural como mediante vacunas, se queda preparado para una infección futura. Pero si la nueva variante ha modificado varias de esas proteínas, puede que la respuesta inmunitaria no sea tan fuerte.
¿Qué sabemos de XEC?
La nueva variante, XEC, difiere de otras, pero no lo suficiente como para que no tengamos la más mínima protección a través de las vacunas.
Por otro lado, sabemos que XEC ha llegado ya a Reino Unido, Dinamarca, Francia, Irlanda, Suecia, Italia, España, Eslovenia, Bélgica, Alemania y los Países Bajos. En total podría suponer el 1% de las infecciones en todos estos países, aunque en algunos concretos, como Alemania, alcanza el 20%.


Aún no está muy extendido, pero las infecciones son cada vez más habituales, por lo que esta nueva variante puede ser la predominante muy pronto. Algunos informes señalan que esto puede deberse a que tiene una mayor capacidad de propagación con respecto a otras variantes. Pero no es más grave. No se ha detectado un aumento de la mortalidad ni las hospitalizaciones, por lo que no parece que debamos preocuparnos en ese aspecto.
Simplemente, es importante que estemos pendientes de las próximas campañas de vacunación. Sobre todo las personas más vulnerables.