Joker: Folie à Deux se ha convertido en un fenómeno complicado de explicar. No solo terminó por decepcionar a la crítica especializada y obtener apenas 33% de críticas positivas en Rotten Tomatoes. También, aparentemente, al público, que le brindó un escaso 31% de opiniones positivas en el agregador. Como si no fuera suficiente, la secuela del éxito de 2019, ha recaudado 120 millones de dólares en su estreno. Muy por debajo de las expectativas — que hace dos meses rondaba casi el doble — y en especial, lo que demuestra una indiferencia total del público para con la cinta.

Lo ocurrido, parece ser parte de una reacción de una reacción poco común entre los fanáticos, que convirtieron al largometraje original en un éxito. En 2019, Joker de Todd Phillips, se convirtió en un suceso cuyo alcance nadie pudo prever en toda su magnitud. La cinta, que relataba la historia de Arthur Fleck (Joaquín Phoenix) y su caída a los infiernos hasta convertirse en una versión del Príncipe payaso de Gotham, sorprendió. Pero mucho más, causó una inmediata adoración de los fanáticos por la figura del atormentado personaje, que, al final, lograba una oscura redención a través de la violencia. 

El mensaje era, por tanto, de un evidente sesgo político, considerado subversivo y antisistema. Tanto, como para que varias publicaciones y críticos se preguntaran en voz alta, si la cinta era peligrosa. En especial, por la forma en que Todd Phillips retrató todo el contexto del personaje. Gotham era una bomba de descontento social a punto de estallar. Lo que hizo que el atormentado Arthur Fleck y la ola de asesinatos que desencadenó, se convirtieran en un símbolo de la lucha contra el privilegio y el poder. Pero mucho más en una alegoría de un tipo de malsano poder colectivo. 

Joker: Folie à Deux, desmonta todo lo anterior y se concentra, en mostrar que Arthur es una víctima. Primero de las circunstancias y después, de la presión cultural a su alrededor. Por lo que su final, conlleva toda una declaración de intenciones que le da una segunda mirada a todo lo planteado en la anterior película. Lo que lleva a la pregunta inevitable, ¿qué ocasionó un fracaso semejante? Para profundizar en lo ocurrido, te dejamos un análisis cuidadoso de los tres motivos principales del descalabro de la producción. Como es natural, en adelante, hay detalles específicos y spoilers de la trama, por lo que te recomendamos leer con cuidado si todavía no has visto la película.

Un antihéroe canalla convertido en solo una persona con trastorno mental

Joker: Folie à DeuxJoker: Folie à Deux

En la película original, Todd Phillips planteó varias cosas a la vez, que coincidían en la figura del Joker. Por un lado, el hecho que la ciudad se encontraba en su punto más bajo. Lo que era más preocupante, que en medio de protestas, violencia e indiferencia de los líderes en el poder, los ciudadanos se movían hacia la desesperación. Al otro lado, la corrupción del sistema político. En medio de todo el anterior, el Joker, casi de manera involuntaria, se convirtió en un interlocutor del descontento.

Mucho más, en el rostro de una protesta orgánica y brutal contra el privilegio. Lo que convertía a los asesinatos de Arthur, en una declaración de intenciones políticas. El giro, que llegaba a su punto más complicado en un asesinato transmitido en vivo en un programa de televisión, se consideró el punto más complejo del argumento. Mucho más, cuando la secuencia final, muestra a Arthur, ahora transformado por completo en el Joker, en medio de una salvaje manifestación callejera. 

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