A veces, buscar el cariño de nuestro gato puede ser complicado. Son animales bastante ariscos, pero saben muy bien cómo ganarse nuestro corazoncito. Ahora bien, ¿podemos nosotros ganarnos el suyo? Es algo más complicado que con los perros. Atraer a los gatos requiere algo de dedicación, pero también se puede lograr.
Lo ha explicado en un artículo para The Conversation la profesora de neurociencias de la Universidad de Londres South Bank Laura Elin Pigott. En él hace un repaso por algunos de los estudios que se han dedicado a analizar la relación entre los humanos y sus amigos gatunos y cómo ciertas actividades pueden ayudarnos a atraer a nuestros gatos para que se sientan bien con nosotros.
No solo eso. El vínculo que se genera entre los gatos y los humanos puede ser agradable y gratificante para ambas partes. Quizás no sea tan drástico como con los perros, pero cuando un gato se gana tu corazón se lo queda para siempre.
La clave para atraer a los gatos está en la oxitocina
A menudo oímos hablar de la oxitocina como la hormona del amor. Es cierto que predomina bastante en el cóctel químico del enamoramiento. Sin embargo, la oxitocina es mucho más que eso. Más que una hormona asociada estrictamente al amor podríamos hablar de ella como la hormona del apego y la creación de vínculos afectivos. Se genera durante el parto para promover las contracciones, pero también para generar ese primer apego entre madre y bebé. Además, se libera cuando abrazamos a un amigo o, por supuesto, cuando estamos frente a esa persona que nos gusta. Incluso se ha visto que tanto los humanos como los perros experimentan un chute de oxitocina en sus cerebros cuando se miran a los ojos.


La realidad es que los perros son amigos fieles, que forman lazos afectivos con nosotros sin que apenas tengamos que esforzarnos. En cambio, para atraer a los gatos y ganarnos su cariño tendremos que trabajar un poquito más.
¿Cuándo se genera esa oxitocina?
Pigott menciona en su artículo varios estudios sobre la oxitocina y el vínculo entre gatos y humanos. Señala que se ha comprobado que acariciar a un gato basta para generar una cantidad de oxitocina suficiente para calmar la frecuencia cardíaca y disminuir la presión arterial. Porque, efectivamente, la oxitocina también ayuda a generar una sensación de relajación. No solo crea vínculos.
Todo esto ocurre también con el ronroneo de los gatos. Escuchar este agradable sonido aumenta nuestros niveles de oxitocina. Ahora bien, ¿qué ocurre con los gatos? ¿Cuándo experimentan ellos ese vínculo?
En estudios más recientes se ha visto que cuando un gato es acariciado, acunado o abrazado por su amigo humano también puede experimentar un incremento en los niveles de oxitocina. Eso sí. Es muy importante que esos gestos no sean forzados. Si el animal quiere estar tranquilo y se revuelve ante los intentos de acariciarlo es mejor dejarlo. De hecho, si seguimos, provocaremos el efecto contrario, ya que puede que nuestros niveles de oxitocina aumenten, pero los suyos descenderán.


Por otro lado, el contacto visual no le dice nada a los gatos. En su caso no hay un incremento de oxitocina, como pasa con los perros. Para atraer a los gatos tenemos que camelárnoslos más.
La ‘gatonalidad’ también influye
Pigott explica también en su artículo que los resultados varían un poco con gatos distantes o ansiosos. Por ejemplo, los ansiosos pueden partir ya de niveles elevados de oxitocina. Quieren estar en contacto constante con sus amigos humanos. En cambio, los gatos distantes no experimentan diferencias en sus niveles de oxitocina al ser acariciados. Ni siquiera si la caricia no es forzada. Son un público mucho más difícil, pero podemos conquistarlos, simplemente puede ser necesario insistir más. Sin forzar, recuerda.
De todos modos, sí que tenemos que asumir que los gatos, por muy domesticados que estén, siguen teniendo muy a flor de piel sus instintos salvajes y son mucho más solitarios. Los perros, en cambio, han evolucionado para buscar continuamente nuestro cariño. Posiblemente sea por eso por lo que los perros experimentan un 57 % de aumento en sus niveles de oxitocina después de 10 minutos de juego con humanos, mientras que en el caso de los gatos solo ascienden un 12 %. Se vinculan a nosotros, pero no tanto. Para ellos, su individualidad está por encima de todas las cosas. Y conquistar el mundo. Eso también.