Unos científicos acaban de descubrir que la ciencia ha estado equivocada durante años acerca de uno de los cráteres de la Luna que más información podría darnos sobre nuestro satélite. Esto suena bastante mal, pero en realidad es una grandísima noticia.  Hay que saber buscar el lado bueno de las cosas y en este caso es algo literal, ya que el error situaba el lanzamiento de los materiales del cráter en una dirección que habría sido difícil de explorar, mientras que la realidad es que se encuentran justo en el punto en el que se espera que aterrice en 2027 la misión Artemis III. El error apunta hacia el lado bueno.

Gracias a este nuevo hallazgo, los astronautas de esta misión Artemis tendrán un nuevo ítem en su lista de tareas. Ahora tendrán también que estudiar la composición de los materiales que se expulsaron por el impacto de un gran asteroide muy poco tiempo después de la formación de la Luna.

Aquel impacto dio lugar a uno de los cráteres de la Luna más importantes, tanto por su tamaño como por su antigüedad. Conocer qué ocurrió en los albores de nuestro satélite puede darnos información útil incluso de la propia Tierra. Hasta ahora, los materiales que saltaron con la formación de ese cráter habían estado vedados, pero en realidad se le servirán a la nave de Artemis en bandeja. Ni a propósito habría salido tan bien,

¿Cómo se formó la Luna?

Antes de hablar de la formación de los cráteres de la Luna es importante saber cómo se formó la propia Luna. Todo ocurrió hace 4.460 millones de años, cuando Theia, un protoplaneta del tamaño de Marte, chocó con la Tierra, que también se encontraba en sus primeras etapas.

El impacto liberó una gran cantidad de material terrestre que se agrupó junto a los restos de Theia, dando lugar a un satélite que quedaría girando para siempre en torno a la Tierra. El choque fue tan colosal que liberó una gran cantidad de energía. Tanta, que todos esos escombros liberados se fundieron, de modo que durante los primeros millones de años la Luna estuvo cubierta por un océano de magma.

Es cierto que hay algunas dudas sobre si pudo ocurrir algo más. En ese escenario, lo lógico sería que lo minerales más pesados se fueran al fono y los más ligeros quedasen en la superficie. Casi todo lo que se ha podido estudiar en la Luna desde entonces cuadra con dicha hipótesis, pero hay un factor de confusión: el olivino. Este es un mineral muy pesado, compuesto por un silicato de algún metal como magnesio, hierro o níquel. Es muy abundante en la superficie lunar, por lo que puede que ocurriese algo más que aún no se haya descubierto. 

Lo que pueden contarnos los cráteres de la Luna

A pesar del olivino, la hipótesis más aceptada sobre el origen de la Luna sigue siendo la del mar de magma. Puede que ocurriese algo más que diese lugar a esa gran cantidad de olivino superficial, pero no se ha podido descartar todo ese material fundido. No obstante, es bien sabido que hoy en día la superficie lunar es totalmente rocosa. Esto se debe a que, con el paso de los años, todo ese magma se fue enfriando y solidificando.

Al principio la Luna sería una superficie lisa de roca. Sin embargo, cada cierto tiempo algún meteorito impactaría sobre ella, dando lugar a los famosos cráteres de la Luna. El más antiguo y grande de ellos se formó posiblemente hace 4.300 millones de años, cuando la Luna tenía apenas 160 millones de años.

Un satélite 10 veces más grande que el que extinguió a los dinosaurios impactó en el lado oculto de la Luna, dando lugar a un gran cráter, conocido hoy como cuenca del polo sur-Aitken (SPA). Tiene unos 2.500 kilómetros de ancho y hasta 8 kilómetros de profundidad. Su tamaño es colosal, pero eso no es lo más interesante. Lo más curioso es que el impacto pudo liberar del mar de magma una gran cantidad de material radiactivo, denominado «potasio, elementos de tierras raras y fósforo» o KREEP.

Imágenes de la Luna tomadas por la cápsula Orión de la misión Artemis IImágenes de la Luna tomadas por la cápsula Orión de la misión Artemis I
Imágenes de la Luna tomadas por la cápsula Orión de la misión Artemis I

Estudiar esos KREEP puede darnos mucha más información sobre los albores de la Luna y, por ende, de nuestro propio planeta. Podemos saber qué ocurrió en ese mar de magma. Incluso, quizás, podría dar una explicación al misterio del olivino. Pero, por desgracia, esos materiales se liberaron a un lugar difícil de estudiar. O eso creíamos.

Durante muchos años se ha pensado que el asteroide impactó la Luna desde el sur, liberando todos esos materiales hacia el borde norte del satélite. Sin embargo, un nuevo estudio, realizado por científicos de la Universidad de Arizona, apunta a todo lo contrario. La dirección fue hacia el sur. Justo hacia el punto en el que, casualmente, se espera que aterrice Artemis III en 2027.

¿Cómo han llegado a esa conclusión?

Estos científicos han llegado a dicha conclusión tras analizar otros cráteres del sistema solar, como el Hellas de Marte y el Sputnik de Plutón. Al igual que SPA, estos cráteres tienen forma de lágrima, con una punta redondeada y otra mucho más fina. Los autores de este estudio descubrieron que siempre se cumple que la parte fina apunta hacia el lugar en el que se emitieron los escombros. Como una flecha.

De ser así, el asteroide que impactó en la Luna debió enviar los KREEP hacia el sur. Esta era una buena pista, pero los autores del estudio que se ha publicado este mes querían saber más. Por eso, recurrieron a datos antiguos, procedentes de las observaciones del Lunar Prospector, una nave de la NASA que orbitó nuestro satélite entre 1998 y 1999. No solo está detrás de hallazgos como la posible existencia de agua helada en los cráteres de la Luna. También tomó mediciones muy interesantes.

Los resultados de estas mediciones están disponibles para los científicos que los quieran analizar hoy en día, por lo que a estos no les costó comprobar que el orbitador detectó niveles altos de radiactividad cerca del borde suroeste del cráter. Este procedía de grandes cantidades de torio, uno de los principales componentes del KREEP.

Nave Orión, Misión Artemis, NASANave Orión, Misión Artemis, NASA
La Nave Orión se dirigirá a la Luna con una tripulación de astronautas en 2027.

Más trabajo para Artemis III

Dado que los materiales radiactivos se lanzaron hacia el punto de alunizaje de Artemis III, está claro que este será uno de sus nuevos objetivos de estudio. En principio será en 2027, aunque no se descarta que deba posponerse la misión si hay algún problema previo. Sea como sea, está claro que descubrir este error ha sido una gran noticia. No todo va a ser siempre un desastre. 

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