Ayer, Microsoft puso punto y final al soporte para Windows 10. Si bien la «muerte» del sistema operativo tiene varios asteriscos, pues se ofrecerán actualizaciones de seguridad adicionales por tiempo limitado, la medida ha sido blanco de fuertes críticas. En especial, porque más del 30 % de los PC activos a nivel global todavía lo ejecutan.
Es por ello que durante la jornada del martes un grupo de activistas protestó frente a las oficinas en Microsoft en Bruselas, Bélgica, reclamando la extensión de las actualizaciones gratis de Windows 10 al menos hasta el inicio de la próxima década.
La coalición Right to Repair Europe criticó la decisión de los de Redmond, a la que calificó como un ejemplo más de una obsolescencia forzada. La protesta se vio marcada por el despliegue de varios ordenadores que pueden funcionar sin problemas con Windows 10, pero que van a quedar potencialmente en desuso por no poder actualizarse a Windows 11.
Lo que se le exige a Microsoft es que ofrezca actualizaciones sin coste adicional y automáticas de Windows 10 al menos hasta 2030. Algo que, al menos hasta ahora, es poco factible. Máxime, si consideramos el empuje de la corporación estadounidense para fomentar la adopción de Win11, que recién meses atrás pudo superar a su predecesor como el SO más usado del mundo.
Activistas reclaman actualizaciones gratis de Windows 10 hasta 2030


Según los impulsores de la protesta contra Microsoft, el problema no reside únicamente en la obsolescencia forzada a través del software, sino también en la falta de leyes que lo impidan y que impulsen el derecho a reparar.
«La decisión de Microsoft de poner fin al soporte de Windows 10 podría convertir millones de ordenadores funcionales en desechos electrónicos, no porque sean defectuosas, sino porque el software lo dice», remarcó Cristina Ganapini, de Right to Repair Europe.
Según se reportó a finales de 2023, la finalización del soporte a Windows 10 convertiría a unos 240 millones de PC en basura. Y los activistas ahora remarcan que la medida podría traducirse en más de 700 millones de toneladas de nuevos desechos electrónicos. Una cantidad alarmante, sin lugar a dudas.
Por lo pronto, quienes deseen seguir recibiendo las actualizaciones de seguridad extendidas de Windows 10, tienen que enrolarse en el programa ESU. En el caso de los usuarios finales, pueden optar por solo un año adicional de protección a cambio de 30 dólares. Dicho precio cubre hasta diez PC vinculados a la misma cuenta de Microsoft.
Quienes no quieran pagar también pueden canjear 1.000 puntos de Microsoft Rewards o activar Windows Backup en su PC. En el Espacio Económico Europeo, en tanto, estas actualizaciones se ofrecerán sin coste ni trucos para ajustarse a la Ley de Mercados Digitales. No obstante, los activistas afirman que esto es una medida temporaria que solo sirve para posponer un final ya dictado.
Las quejas contra el cese del soporte a Windows 10 no se limitan a Europa. En Estados Unidos se ha presentado una demanda colectiva contra Microsoft tratando de evitar que corte las actualizaciones del SO. No obstante, hasta aquí no ha impedido que los de Redmond avancen con su plan.