En el marco del Día Internacional contra el Cambio Climático, investigadores advierten sobre el avance de nuevas amenazas ambientales y la necesidad de respuestas efectivas
por INFOBAE
El Día Internacional contra el Cambio Climático, conmemorado cada 24 de octubre, invita a analizar cómo el aumento sostenido de las temperaturas y las variaciones de fenómenos del clima afectan la vida en todo el planeta. Los científicos advierten sobre un abanico de consecuencias que crecen con la crisis climática global.
Los expertos documentan constantes cambios en la fauna, la aceleración del derretimiento glaciar, los riesgos de la contaminación y la expansión de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue. Estos acontecimientos ponen a prueba la capacidad de adaptación de las poblaciones y requieren respuestas urgentes.
En octubre de 2025, el Instituto de Historia Natural de Islandia registró la primera aparición del mosquito Culiseta annulata en la región de Kjós, un acontecimiento inédito para un país donde persiste la ausencia de estos insectos. Según el informe difundido por la institución, la detección de esta especie representa un hito dentro del estudio de la biodiversidad islandesa: “Identificado por primera vez un mosquito en Islandia”.
El biólogo Gísli Már Gíslason explicó a The New York Times que el clima tan variable de la isla, con frecuentes períodos de congelación y descongelación durante el año, limita el desarrollo de los mosquitos, ya que no encuentran condiciones estables para reproducirse y completar su desarrollo.

A diferencia de otras naciones nórdicas como Noruega o Dinamarca, donde estos insectos sobreviven el invierno en estado de larva o huevo, el entorno islandés impide que alcancen la madurez debido a los cambios bruscos de temperatura y la posible composición adversa del agua y del suelo.
De acuerdo con los reportes del instituto, la especie hallada posee adaptaciones que le permiten soportar inviernos como adulto refugiada en cobertizos y sótanos. Su presencia ilustra cómo el aumento de la temperatura media en el país, que subió 1,1°C en las dos últimas décadas según precisó Gíslason, junto con el auge del transporte internacional, favorece la llegada y posible permanencia de nuevos insectos en la isla.
La aparición de mosquitos en nuevas regiones podría vinculares con el incremento de enfermedades transmitidas por vectores, como el virus del dengue. En septiembre de 2025, una investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) anticipó que los casos podrían elevarse entre un 49% y un 76% hacia 2050 en América y Asia debido al calentamiento global.
El estudio analizó más de 1,4 millones de registros sobre incidencia de dengue entre 1995 y 2014 de 21 países. Calculó que el 18% de los casos en ese periodo puede atribuirse directamente a las variaciones de temperatura asociadas al cambio climático.

Los científicos establecieron que existe un rango térmico óptimo para la transmisión del dengue, que ronda los 27,8 °C. En esa franja, los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus encuentran condiciones ideales para proliferar y propagar el virus. Esta dinámica afecta más a regiones frescas, donde el aumento de temperatura incrementa notoriamente los casos, mientras que en áreas muy cálidas, la incidencia podría descender apenas superado ese umbral.
“Los efectos de la temperatura fueron mucho mayores de lo que esperaba. Incluso pequeños cambios de temperatura pueden tener un gran impacto en la transmisión del dengue, y ya estamos viendo las huellas del calentamiento climático”, declaró Marissa Childs, autora del trabajo y profesora adjunta de salud ambiental en la Universidad de Washington.
Las proyecciones advierten que, solo en las zonas templadas analizadas, donde habitan más de 260 millones de personas, los casos de dengue podrían más que duplicarse. Además, los brotes en zonas poco habituales como California, Texas, Hawái, Florida y algunos países europeos confirman la expansión del mosquito portador.
Los efectos del cambio climático amenazan la disponibilidad de agua dulce en grandes regiones. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró al 2025 como el Año Internacional de la Conservación de los Glaciares con el objetivo de concientizar sobre la importancia de estas reservas naturales estratégicas, que regulan el clima y garantizan el abastecimiento hídrico para millones de personas.

La iniciativa, respaldada por organismos como la UNESCO y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), busca promover acciones globales para preservar el hielo y proteger los ecosistemas asociados. El retroceso de estas masas de hielo amenaza el suministro de agua, la agricultura, la energía hidroeléctrica y la seguridad de comunidades.
La OMM informó que el año 2024 registró la mayor pérdida de masa glaciar en cinco décadas, resultado del aumento de 1,55 °C en la temperatura media global respecto a los niveles preindustriales.
Un estudio coordinado por científicos alemanes y argentinos registró que el Glaciar Perito Moreno retrocedió 800 metros entre 2020 y 2024, lo que pone en alerta a los especialistas. El glaciólogo Lucas Ruiz, quien participó del trabajo y es parte del CONICET, en diálogo con Infobae atribuyó el fenómeno a “los cambios que se han producido en la temperatura del aire y en la precipitación a nivel regional”.
Las consecuencias afectan especialmente a quienes viven en condiciones vulnerables. El informe “Overlapping Hardships” de la Universidad de Oxford calculó que casi 800 millones de personas en situación de pobreza multidimensional en el planeta enfrentan riesgos climáticos directos, como calor extremo, inundaciones, sequías y contaminación.

Según la directora de la Iniciativa de Pobreza y Desarrollo Humano de la Universidad de Oxford (OPHI), Sabina Alkire, el reporte identifica “dónde convergen notablemente la crisis climática y la pobreza”. La exposición simultánea a múltiples amenazas dificulta que estas poblaciones superen la pobreza y agrava sus condiciones de vida.
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostuvo que la contaminación del aire suma alrededor de 4,7 millones de muertes prematuras al año, según datos del 2021. Científicos europeos, en un estudio publicado en Science Advances, confirmaron que la adopción global de políticas ambientales de emisión cero podría salvar 207.000 vidas para 2030.
El investigador Enrique Puliafito del CONICET opinó en diálogo con Infobae que el valor de este tipo de estudios reside en “analizar si se puede descubrir alguna trayectoria que minimice las muertes evitables y, a la vez, cumpla con los objetivos de reducción de dióxido de carbono”.
El Día Internacional contra el Cambio Climático subraya la urgencia de responder a los desafíos que plantea la crisis climática en múltiples frentes: desde la expansión de especies y enfermedades hasta la escasez hídrica, el retroceso glaciar y la vulnerabilidad social. Cada uno de estos fenómenos muestra efectos directos en la salud, la seguridad y el bienestar de las comunidades, y refuerza la necesidad de comprometerse con acciones efectivas de mitigación y adaptación.