Estoy seguro de que conoces a alguien que le han robado un teléfono móvil, más probablemente un iPhone. También es muy probable que conozcas alguien a quién le han robado el coche. Si tuvo suerte, se lo compensó el seguro, lo mismo que el teléfono móvil.

En 2025 los robos no son lo que solían ser. Si hace unos años un teléfono se robabab para ser vendido y redistribuído en una tienda de segunda mano o un coche se robaba para cometer un delito (alunizaje o entrar en el comercio mediante romper el escaparate con un coche de alta gama o para huír de un atraco) o para venderlo por piezas (típico en coches con recambios caros) la actividad delictiva de hoy en día ya no es local, sino que funciona mediante pequeñas redes distribuidas en varios países. Ha habido varios artículos que explican como muchos iPhones robados en España acaban en Marruecos. Es normal, el bloqueo del IMEI no funciona en Marruecos, así que muchos teléfonos móviles acaban en tiendas de segunda mano donde el comprador no sabe que compra un artículo robado. No es raro encontrar artículos en los que un periodista se va a Marruecos a buscar su teléfono móvil robado, pero no lo acaba de encontrar.

Esta operativa criminal no es tan nueva, ya en 2016 una operación conjunta de fuerzas de España, Italia y Bélgica detuvo a 29 personas de Italia y Marruecos y encontró 40 coches valorados en tres millones de euros que habían sido robados. Esto sólo se incrementado mediante el incremento de la globalización (y las rutas marítimas)

 ¿Por qué se fijan los delincuentes en iPhones y coches de lujo? 

Los teléfonos son cada vez más valiosos, pero también adaptables al mercado negro gracias a cadenas globales de reparación y recambio. El teléfono es pequeño, valioso tanto de por sí como las piezas y todo el mundo tiene uno, por lo que tiene alta demanda y también es fácil de sustraer. Los coches modernos (“smart cars”) tienen más conectividad, llaves inteligentes, arranque digital… lo que abre nuevas vulnerabilidades. 

También tenemos la globalización. Se puede re-distribuir el producto y enviarlo fácilmente gracias al comercio global. Además hay puertos libres, países con fiscalidad laxa o lagunas legales facilitan el tránsito de bienes robados. Por ejemplo, Hong Kong como zona de tránsito para iPhones robados que acaben en la vecina Shenzhen, como piezas en un mercado. Estos mercados son esenciales para la industria de los gadgets chinos, no solo por reparaciones, sino por la facilidad del prototipado rápido. 

Los delincuentes ven menor riesgo (menos violencia) y grandes beneficios. Un teléfono robado puede dar 300 euros de beneficio, más de lo que muchos podrán conseguir por otros medios. Los delitos de robos masivos de dispositivos o vehículos requieren menor “trabajo sucio” que otros crímenes. Combinemos a este factor que las comunicaciones cifradas están disponibles hoy en día para cualquiera. Eso hace muy fácil a estas redes coordinarse. Saber que se vende (o qué se encarga) en la palma de la mano y que sea imposible para trazar para la policía.

Las trazas del robo pueden perderse al cruzar fronteras, falsificar o reprogramar dispositivos, coches y documentos, o usar “mercados grises”. Hay falta de cooperación internacional, diferencias legales entre países y lagunas en registro/tracking. En algunos casos, los fabricantes no bloquean el acceso a servicios en dispositivos robados, lo que mantiene un valor de reventa. Por ejemplo: en Reino Unido se ha acusado a Apple y Google de no impedir que los teléfonos robados accedan a la nube, lo que los hace más atractivos para venta. No obstante eso es algo que estos gigantes tecnológicos intentan impedir a toda costa. 

Las cantidades son grandes, en Reino Unido en 2024 se robaron 70.000 teléfonos móviles y 130.000 coches (ha subido desde los 90.000 de 2020), en París 40.000 móviles el año pasado. En España entre 2019 y 2023 se robaron 150.000 vehículos, el 70% de ellos no  se esclareció. Los iPhones no se quedan atrás, Sólo en Barcelona, ese mismo año se robaron 31.000 teléfonos móviles.

La dirección de operaciones en las multinacionales del crimen 

Se trata de estructuras complejas, con varias etapas: selección (aplica para coches), robo, cadena de intermediarios, exportación, venta o despiece.

Robo y obtención En el caso de los iPhones: persecución en la calle, hurto directo, robos en transporte (camiones) y manipulación de seguimiento/logística. En los Países Bajos se detectó un grupo que asaltaba camiones en marcha para sustraer cajas de iPhones valoradas en 500.000 € o más. En los coches: muchas veces se roban por encargo. Si supongamos que un cliente quiere un Porsche 911 gris, se localiza tal vez en Kent a las afueras de Londres o tal vez en Barcelona y seguramente se robará usando medios electrónicos o software, algo más frecuente debido a la digitalización del producto

Cadena de intermediarios y reempaque: Una vez robado, el objeto pasa a manos de “las mafias” que lo recogen, limpian su trazabilidad (y buscan y eliminan rastradores en los coches), lo preparan para exportación o mercado negro. Por ejemplo: iPhones robados en Reino Unido fueron rastreados hasta un almacén cercano al aeropuerto de Heathrow, listos para envío a Hong Kong. Hoy en día cualquier persona puede preparar un contenedor y enviarlo en transporte marítimo por poco dinero. Es cierto que los coches se suelen dañar en los contenedores, pero muchas veces estos daños no son más que chapa y pintura, se pueden arreglar facilmente por poco dinero en el destino.

Exportación y reventa internacional: En los vehículos, tras el robo pueden enviarse componentes, baterías, o el coche entero al extranjero. Si es un robo por encargo, es más fácil todavía, el comprador lo está esperando. Si se trata de un iPhone a veces son vendidos como productos de segunda mano. En España la mayoría acaban en Marruecos, pero los robados en otros países como Reino Unido muchas veces acaban despiezados en China para reparaciones. En África las resistentes Toyota Hilux son muy populares. Es decir, cada producto tiene su demanda.

Finanzas, blanqueo y reinversión: Estos grupos se comportan como empresas: usan pagos fraccionados, criptomonedas, empresas pantalla, “lavado” del producto mediante reparación/reventa, etc. En el caso de los coches híbridos robados se incautaron criptomonedas y grandes cantidades de efectivo como parte de la operación.

Lo peor no es esto, sino que el negocio no parece que se vaya a detener. Las mafias han encontrado un negocio lucrativo a base de empobrecer un poco más a los europeos. 

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