Los autónomos son un pilar esencial de la economía española, pero su futuro financiero continúa siendo incierto. Todo un clásico.
Mientras el Gobierno ajusta el modelo de cotización y las cuotas mensuales según los ingresos reales, el debate sobre la pensión que les espera en la jubilación parece nunca llegar a ninguna conclusión clara.
Los últimos datos oficiales reflejan una realidad muy preocupante: la mayoría de quienes han cotizado bajo el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) se retiran con pensiones muy por debajo del umbral de los asalariados.
Aunque recientemente el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones ha planteado subidas moderadas de las cuotas para quienes más ganan —en torno a un 2,5%—, el verdadero problema no está tanto en los incrementos actuales como en décadas de cotizaciones mínimas.
Este modelo ha generado una brecha insalvable entre autónomos y trabajadores del régimen general.
Qué explica la brecha entre asalariados y trabajadores por cuenta propia
Según los datos del propio Ministerio de Inclusión, los jubilados del RETA cobran de media 1.010,94 euros mensuales. En cambio, quienes han trabajado por cuenta ajena perciben 1.667,54 euros, una diferencia de más de 650 euros cada mes.
Este desequilibrio no es casualidad. La raíz está en las bases de cotización, que históricamente han sido mucho más bajas para los autónomos.
Mientras que un trabajador asalariado cotiza sobre una base mínima de 1.391,70 euros, la base general mínima del autónomo apenas alcanza los 950,98 euros, y puede ser incluso inferior si pertenece a la tabla reducida, fijada en 653,59 euros mensuales.
Aunque existe la posibilidad de elegir una base superior, el 86,6% de los autónomos opta por la mínima, según el informe anual de 2023 del Ministerio de Trabajo y Economía Social. Esto se traduce en cotizaciones muy reducidas y, en consecuencia, pensiones futuras más bajas.
Un sistema que penaliza la baja cotización
El sistema de pensiones español funciona bajo un principio contributivo: se cobra en función de lo que se ha aportado. En el caso de los autónomos, la combinación de cuotas bajas y carreras de cotización irregulares provoca una gran desventaja. De hecho, solo el 3% cotiza de forma constante por bases altas durante toda su vida laboral. La mayoría decide aumentar la base a partir de los 55 años, una medida tardía que apenas tiene efecto en el cálculo de la pensión.
La Ley 27/2011 y las reformas posteriores han establecido que el cálculo de la pensión se realiza sobre las bases de cotización de los últimos 25 años. Esto significa que incrementar la cuota en los últimos ejercicios laborales tiene un impacto limitado.
La futura reforma de 2026, que introducirá un sistema dual de cálculo, podría corregir parcialmente esta desigualdad, aunque la Seguridad Social insisten en que los efectos no serán inmediatos.
Cuántos jubilados viven con menos del salario mínimo
La magnitud del problema se evidencia en los datos más recientes: más de 1 millón de jubilados autónomos cobran menos del salario mínimo interprofesional (1.184 euros).
Según cifras del Ministerio, el 77,9% de los pensionistas del RETA perciben menos de esa cantidad. Es decir, tres de cada cuatro viven con ingresos mensuales que no alcanzan el umbral mínimo establecido por el Gobierno.
Solo un 0,2% de los pensionistas autónomos supera los 3.200 euros mensuales, una minoría que se corresponde con perfiles de cotización alta o con complementos especiales, como el de reducción de la brecha de género. Por tanto, el sistema actual genera una pirámide desequilibrada en la que casi todo el peso recae en pensiones de subsistencia.
Desigualdades entre provincias y sectores
La pensión media de los autónomos varía significativamente según la provincia. Gipuzkoa lidera el ranking con 1.185 euros mensuales, seguida de Bizkaia y Navarra, mientras que en Ourense y Lugo no se alcanzan los 800 euros.
Las diferencias geográficas están estrechamente ligadas a los sectores predominantes: las regiones con más profesionales liberales o autónomos de alto valor añadido tienden a registrar pensiones superiores.
Por otro lado, los territorios con mayor presencia de pequeños comerciantes o autónomos del sector servicios presentan las pensiones más bajas. Estas desigualdades internas reflejan también la fragmentación del sistema y la falta de mecanismos que equilibren los ingresos de los trabajadores por cuenta propia.
Qué ocurre si se cotiza siempre por la base mínima
Un trabajador autónomo que haya cotizado durante 36 años y medio por la base mínima percibirá, según las proyecciones de la Seguridad Social, una pensión aproximada de 815 euros mensuales en 2025.
Esa cifra podría verse complementada hasta el mínimo legal mediante el complemento a mínimos, pero aun así se sitúa muy lejos de la pensión media del régimen general. El problema de fondo es que cotizar por debajo de la base recomendada durante décadas deja una huella casi irreversible en la jubilación.
Este escenario explica por qué muchos autónomos continúan activos más allá de la edad legal de retiro: la pensión no les garantiza un nivel de vida digno. De hecho, la edad media de jubilación en el RETA se sitúa en 66 años y medio, medio año más tarde que en el régimen general, según los últimos registros oficiales.
La reforma que nunca llega
Aunque el nuevo sistema de tramos basado en ingresos reales pretende corregir parte de estas desigualdades, su aplicación será gradual.
El verdadero desafío no está solo en subir las cuotas, sino en fomentar una cultura de cotización adecuada y sostenida en el tiempo. Si el 85% continúa cotizando por lo mínimo, el resultado seguirá siendo el mismo: pensiones bajas, precariedad en la vejez y una dependencia creciente de los complementos públicos.
El futuro de la jubilación de los autónomos pasa por un equilibrio entre sostenibilidad del sistema y justicia contributiva. La cuestión es: ¿realmente cómo? El debate continua abierto.

