1. Diseñar un plan de ahorro simple, pero claro
La planificación son los cimientos de un ahorro efectivo, pero… ¿son sólidas tus bases? Lo más habitual a la hora de establecer objetivos es fijarse diferentes metas de ahorro como, por ejemplo, la entrada para una hipoteca, un coche nuevo o unas vacaciones. Pues esto, según la ciencia, no es el mejor camino.
Los amplios estudios sobre la voluntad y el autocontrol del especialista americano en psicología social Roy Baumeister determinaron que a la hora de ahorrar es mejor tener un único gran objetivo. Contar con múltiples partidas a las que destinar nuestro ahorro hace que la probabilidad de fracaso aumente considerablemente en todas ellas.
Otro error que solemos cometer es que somos muy poco precisos a la hora de definir objetivos, lo que no ayuda a motivarnos. Para echarnos una mano en este sentido, los especialistas recomiendan emplear la metodología SMART en la definición de objetivos. Se llama así porque sus siglas nos dictan cómo debe de ser nuestra meta financiera:
- Específica (Specific): ¿Qué quiero conseguir exactamente?
- Medible (Measurable): ¿Cuánto necesito en concreto?
- Alcanzable (Achievable): ¿Puedo llegar a conseguirlo?
- Realista (Realitic): ¿Cómo puedo abordarla mes a mes?
- Temporal o limitada en el tiempo (Time-bound): ¿Cuándo lo quiero conseguir?
Siguiendo estas pautas, deberíamos cambiar un “quiero ahorrar para unas vacaciones” por “quiero ahorrar 3.000 € para poder viajar 20 días a Tailandia el agosto del año que viene, por lo que tendré que ahorrar 250 € al mes”