2. Sigue el plan tanto en las duras como en las maduras
Como acabamos de comentar, los planes financieros suelen pensar tanto en corto como en largo ya que saben que la economía fluctúa. Sin embargo, cuando el valor de la cartera cae, los mortales tendemos a querer correr para refugiarnos. Los inversores exitosos usan el miedo para combatir la tormenta, manteniendo una asignación a valores con la que pueden vivir tanto en los buenos tiempos como en los malos.
¿Suena demasiado épico? Veámoslo con un ejemplo. En la crisis financiera vivida a finales de 2008 y principios de 2009 muchos acudieron a buscar refugio en el efectivo, ya que les parecía un valor mucho más seguro en comparación de sus acciones, que solo perdían valor. Pues bien, la firma estadounidense Fidelity realizó un estudio sobre 1,5 millones de ahorradores en el que se demostró que aquellos que decidieron permanecer en Bolsa estaban mucho mejor financieramente que los que decidieron buscar una alternativa o directamente no invertir debido a las malas condiciones.
En la siguiente década (2018-2019) estos mismos inversores fieles vieron como sus cuentas, a base de réditos y aportaciones, habían crecido una media de un 147 %. Este dato choca con la rentabilidad obtenida por el resto de inversores que prefirió cambiar su estrategia, quién pasada una década “solo” había obtenido una rentabilidad del 74 %. A este dato lo acompaña otro todavía peor: más del 25 % de los inversores que decidieron desprenderse de sus acciones, no quisieron volver al mercado debido a las ganancias perdidas.
Así que si tienes tu plan de inversión y las cosas se ponen feas en un momento dado, recuerda esta historia. Es normal que los nervios afloren, pero piensa que las caídas o pérdidas son fruto de la volatilidad. La idea aquí es tener una cartera de inversión que te permita alcanzar tus objetivos a largo plazo, no hacerse millonario de la noche a la mañana. Así que si los altibajos en tus activos no te dejan dormir, piensa en combinar inversiones con opciones más estables.