En 2013, Joaquin Phoenix interpretó a un hombre a punto de divorciarse que, en busca de un nuevo amor, lo encuentra en un sistema operativo llamado Samantha. Lo que vimos en Her era propio de la ciencia ficción. Sin embargo, solo 12 años después la Inteligencia Artificial ha avanzado tanto que ya nos hemos encontrado con las primeras historias reales de este tipo. Existen comunidades enteras de internet compuestas por personas enamoradas de la IA. Recientemente, un chico se suicidó en Estados Unidos después de una turbulenta relación amorosa con un chatbot de Daenerys Targaryen. ¿Se nos está yendo de las manos o es el futuro al que nos enfrentamos inexorablemente?
Para saber más sobre este tema en Hipertextual nos hemos puesto en contacto con la psicóloga y sexóloga Laura Marcilla. Nos ha explicado cuáles pueden ser las causas por las que hay personas enamoradas de la IA. También, lógicamente, nos señala cuáles son los riesgos. Y es que este tipo de relaciones no solo se centran en el ámbito sentimental. También están empezando a crecer los casos de pornografía que utiliza la IA para atraer más usuarios.
Ahora no solo hay personas que pueden sentir amor por la IA, como Joaquin Phoenix en Her. También hay quien se siente atraído sexualmente por ella. Esto, lógicamente, implica aún más riesgos a niveles de lo más variados. Vamos a ver algunos de ellos.
¿Por qué hay personas enamoradas de la IA?
Para Marcilla, hay muchos factores por los que una persona puede sentirse atraída por un algoritmo de IA. “Se me ocurren muchos factores diferentes, desde personas que tengan menos habilidades sociales y se les dificulte relacionarse cara a cara hasta personas que hayan pasado por experiencias dolorosas en el pasado que les dificulten exponerse a otro ser humano real”, explica la experta. “El hecho de tener determinados factores de personalidad puede dificultar que te relaciones con un ser humano con el que inevitablemente en algún momento va a haber conflictos”. Así es la vida. Es imposible encontrar a una persona con la que jamás tengamos un desacuerdo. En cambio, la IA siempre nos va a dar la razón.
“Desde un entendimiento erróneo de las relaciones, donde pensamos que el amor verdadero es que la otra persona siempre te dé la razón y siempre te apoye en todo, quizá hay personas que van a considerar que la IA se adapta más a lo que ellos y ellas necesitan. Además, de alguna manera, puede, entre comillas, moldearla o darle instrucciones a su antojo, cosa que con una persona real no pueden hacer”.
Cuidado con la teoría triárquica del amor
En 2022 se publicó un estudio en el que se señalaba que el amor se sostiene sobre tres pilares fundamentales: intimidad, pasión y compromiso.
El primero de estos factores consiste en la cercanía emocional y el vínculo íntimo entre las personas (o algoritmos) que componen la relación. Por su parte, la pasión hace referencia a la atracción física y emocional. Incluye sentimientos como el romance o el deseo sexual. Finalmente, el compromiso se refiere a la lealtad y la decisión de nutrir una relación.


Todos estos parecen factores a los que solo se podría adherir un ser humano. Sin embargo, la IA, entrenada con todo tipo de datos sobre relaciones entre personas, es capaz de imitarlos todos. De hecho, puesto que está diseñada para dar al individuo lo que desea, puede reforzar muchísimo esa sensación de intimidad y compromiso, al menos en la mente del usuario. El tema de la atracción es más complejo, pero la entrada de la pornografía a la IA facilita mucho el proceso.
No es amor, lo que tu sientes se llama FANTASÍA
En realidad, aunque aparentemente haya personas enamoradas de la IA, lo que sienten, según nos señala Marcilla, es más bien una fantasía creada por el algoritmo. “Realmente no hay una interacción humana, sabemos que las inteligencias artificiales están pensadas para tener ese sesgo de confirmación que siempre te da la razón, que siempre se pone de tu lado”, relata. “Claro que hay personas a las que esto puede darles falsa sensación de seguridad, porque esto con lo que estoy hablando me entiende, me comprende, me apoya, etcétera, etcétera”. Sin embargo, para la psicóloga, esto no puede definirse como enamoramiento. “Será una especie de sucedáneo que se puede confundir, igual que el enamoramiento y la dependencia emocional también se suelen confundir muy a menudo”.
Y es que, de hecho, como ya nos contaba Mariela Checa en el artículo sobre el intrusismo laboral de la IA en psicología, estos algoritmos están generados para crearnos una dependencia. Si se añaden sentimientos a la ecuación, la cosa se complica.
¿Corren riesgos las personas enamoradas de la IA?
Para Marcilla, las personas enamoradas de la IA pueden correr riesgos por varios motivos, pero sobre todo por aquello que ha podido llevarles a buscar refugio en un algoritmo. “Posiblemente, la persona que llega a tener este tipo de relación y sentir que se enamora de un personaje a través de este tipo de plataformas, ya venga con una serie de condicionantes de problemas anteriores”. Estos, según nos explica, pueden ser desde experiencias pasadas hasta falta de habilidades sociales.


Todo ello puede suponer ya de por sí un factor de riesgo para que esta persona acabe desarrollando otro tipo de problemas psicológicos. Y es aquí donde comienza el riesgo, ya que la IA puede acrecentar aun más sus dificultades para relacionarse. Al fin y al cabo, si nos acostumbramos a interaccionar con una máquina que nos da siempre lo que queremos, las personas nos parecen insuficientes.
Por otro lado, Marcilla comenta que “el propio enamoramiento en sí o la sensación de enamoramiento por parte de esa persona va a hacer que dedique, como nos pasa a los seres humanos en general cuando nos enamoramos, cada vez más tiempo a esa inteligencia artificial”. Esto puede hacer que descuide otros aspectos de su vida.
“Si a esto además le sumamos que este tipo de tecnologías están pensadas para generar un poquito de dependencia, que acabes recurriendo siempre a ellas antes de recurrir a cualquier otro recurso, ya bien sea para buscar información, para relacionarte, para resolver problemas, para hacer trabajo de clase, para lo que sea, se puede ir generando una dependencia que vaya a su vez convirtiéndose en aislamiento”. Esto es problemático porque, “en personas que ya de por sí tengan algún tipo de problema de sensación de soledad, va a hacer que cada vez se vayan sintiendo peor”.
El sexo entra en escena
La IA generativa se ha introducido en el ámbito de la pornografía y eso complica aún más la situación. Cualquiera puede ser protagonista de un vídeo pornográfico y eso, lógicamente, es un delito si no se cuenta con el permiso de dicha persona. Incluso se han dado casos deleznables de pornografía infantil generada mediante IA.
Dejando eso a un lado, sí que podría haber un uso más light de la pornografía realizada mediante IA. Puede ser otra forma de elaborar vídeos pornográficos en los que las personas que aparezcan hayan dado su consentimiento y no se atente contra ningún derecho humano. Dicho esto, como todo, también entraña ciertos riesgos. Ya no tanto visualización en sí de pornografía como la capacidad para interactuar con ella.
“Una inteligencia artificial no te va a decir que no a nada”, explica la sexóloga entrevistada para este artículo. “Si esas dinámicas que se aprenden en una interacción con una inteligencia artificial luego se extrapolan a una relación humana de verdad, puede dificultar que las relaciones sexuales entre personas sean realmente sanas e igualitarias”.


Esto se lleva viendo mucho tiempo con la pornografía sin IA
“Los aprendizajes extraídos de la pornografía tradicional no son extrapolables, no pueden sustituir a la educación sexual y no pueden enseñar a una persona cómo relacionarse”. Añadir IA a la ecuación no hace más que complicar las cosas, ya que el consentimiento se convierte en algo difuso. La IA no tiene que ofrecer su consentimiento, pero en la vida real es esencial. Esto puede generar frustración, pero también puede incluso llevar a algunos usuarios a cometer violencia sexual en la vida real, por no saber respetar los límites básicos de cualquier relación.
Y luego está el tema de la habituación. “Los seres humanos funcionamos mucho por habituación y cuando nos acostumbramos a hacer algo de alguna manera, resulta más difícil cambiarlo”, comienza Marcilla. “Por eso, puede ser que, de acostumbrarnos a ver pornografía o tener sexting con una máquina, cuando intentemos hacerlo de otra manera, a nuestro cuerpo, a nuestra mente, a nuestras fantasías le va a costar más adaptarse a esto”. Es algo que ocurre incluso si siempre llegamos al orgasmo mediante juguetes e intentamos pasar a hacerlo a través de sexo con otra persona. O si siempre lo hacemos mediante sexo oral y queremos probarlo con otras prácticas. El cerebro se acostumbra.
En realidad, no se trata solo de personas enamoradas de la IA…
La IA ya lleva mucho tiempo inmersa en nuestras relaciones amorosas. Por ejemplo, hace tiempo que existen aplicaciones de citas que calcula la compatibilidad entre personas. Esto se ha llevado a un nivel aparentemente más avanzado gracias a la IA. ¿Pero puede realmente un algoritmo calcular la compatibilidad amorosa entre dos personas? Para Laura Marcilla desde luego que no.
“Hay determinados factores que tienen más que ver con esa química que no se pueden medir con un simple número», señala la experta. “ Y aunque se pudieran medir, quizá tiene más sentido que las personas desarrollen cierto pensamiento crítico, cierta coherencia con entender, partiendo del autoconocimiento de qué es lo que yo quiero, qué es lo que yo necesito y cuáles son mis límites en una relación personal”.


Una máquina puede cometer errores y nuestra intuición, lógicamente, también, pero siempre será más útil entrenar esa intuición. Es algo que se ve muy bien en la película Materialistas, estrenada este año. La compatibilidad aparente no siempre supondrá el éxito de una relación. Despersonalizar la relación de esa manera puede ser incluso peligroso.
“Además, con personas con las que aparentemente no somos compatibles luego podemos tener muy buena relación en función de lo flexibles que seamos con determinadas cosas. Y con otras personas con las que en teoría deberíamos ser supercompatibles porque tenemos a lo mejor los mismos gustos, los mismos objetivos, etc., por lo que sea puede que no surja la chispa”.
En resumen…
Es mucho más interesante fomentar el autoconocimiento que dejar todo el peso del inicio de una relación en la IA.
De todos modos, para Marcilla, lo más probable es que, aunque la IA siga creciendo, no llegue a convertirse en un sustituto de las relaciones, ni siquiera en un futuro. Y es que la Inteligencia Artificial puede avanzar muchísimo, pero algo tan antiguo como el amor entre dos (o más) personas nunca podrá ser sustituido por una máquina. A veces, lo más primitivo es lo más difícil de imitar y este es un gran ejemplo de ello.