DAT.- La bancarrota es un término que despierta temor, pero también puede ser una herramienta para empezar de nuevo. Este proceso legal permite a personas o empresas en dificultades financieras reestructurar deudas o liquidar activos bajo supervisión judicial. Aunque a menudo se asocia con el fracaso, la bancarrota puede ofrecer alivio y una vía hacia la recuperación económica.
De acuerdo a Carlos Alessandro Cestari Infantini, comprender sus tipos y cómo funciona es clave para tomar decisiones informadas en tiempos de crisis.
¿Qué es la bancarrota y quién puede acogerse a ella?

La bancarrota es un procedimiento legal diseñado para ayudar a individuos o empresas que no pueden cumplir con sus obligaciones financieras. Surge cuando las deudas superan los ingresos o activos disponibles, y los acreedores presionan por pagos que no se pueden realizar. Tanto personas físicas como empresas pueden solicitarla, aunque los procesos varían según la jurisdicción y el tipo de bancarrota. En muchos países, como Estados Unidos, existen capítulos específicos en la ley de bancarrota que regulan estos casos, mientras que, en otros, como en América Latina, los términos y procedimientos pueden diferir, pero el objetivo sigue siendo resolver la insolvencia.
El proceso comienza cuando el deudor, o en algunos casos los acreedores, presenta una solicitud ante un tribunal. Un juez evalúa la situación financiera, los activos y las deudas para determinar el mejor curso de acción. Aunque el estigma de la bancarrota puede ser abrumador, este mecanismo ofrece una oportunidad para reorganizar finanzas o, en casos extremos, liquidar todo para empezar de cero. La clave está en entender que no es el fin, sino una herramienta para manejar una crisis.
Tipos de bancarrota: Opciones para cada caso
Existen varios tipos de bancarrota, cada uno adaptado a circunstancias específicas. En Estados Unidos, los más comunes son los capítulos 7, 11 y 13 del Código de Bancarrota. El Capítulo 7, conocido como liquidación, implica vender los activos no exentos del deudor para pagar a los acreedores. Es común entre individuos y pequeñas empresas que no ven viable reestructurar sus finanzas. Por otro lado, el Capítulo 11 permite a empresas (y en ocasiones a personas) reorganizar sus deudas mientras continúan operando. Grandes corporaciones, como aerolíneas o cadenas minoristas, suelen optar por esta vía para evitar el cierre total.
El Capítulo 13, exclusivo para individuos con ingresos regulares, permite crear un plan de pago a plazos para saldar deudas sin liquidar activos. En otros países, como México, la Ley de Concursos Mercantiles ofrece procesos similares, dividiendo la bancarrota en reestructuración o liquidación. Cada tipo tiene requisitos específicos, como límites de deuda o capacidad de pago, y el proceso puede durar desde meses hasta años, dependiendo de la complejidad del caso. Elegir el tipo adecuado requiere asesoría legal para maximizar los beneficios y minimizar las consecuencias.
Cómo funciona y qué esperar del proceso

El proceso de bancarrota comienza con la presentación de una solicitud, acompañada de documentos detallados sobre ingresos, deudas y activos. Un administrador o síndico supervisa el caso, asegurándose de que se cumplan las leyes y se protejan los derechos de los acreedores. En el caso de la liquidación, los activos se venden y los fondos se distribuyen según un orden de prioridad establecido. En la reestructuración, el deudor propone un plan de pago que debe ser aprobado por el tribunal y los acreedores.
La bancarrota no elimina todas las deudas. Por ejemplo, las deudas tributarias, las pensiones alimenticias o los préstamos estudiantiles suelen ser no condonables. Además, el impacto en el historial crediticio puede ser significativo, afectando la capacidad de obtener préstamos o tarjetas de crédito por varios años. Sin embargo, el proceso ofrece un respiro: una “suspensión automática” impide que los acreedores inicien acciones de cobro durante el trámite. Este alivio temporal permite al deudor enfocarse en reorganizar sus finanzas sin la presión constante de demandas o embargos.
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Afrontar una bancarrota requiere preparación emocional y financiera. Buscar asesoría legal especializada es fundamental, ya que un error en el proceso puede complicar la situación. También es importante mantener una mentalidad proactiva: la bancarrota no define el futuro financiero de una persona o empresa, sino que puede ser un paso hacia la estabilidad. Con planificación y disciplina, es posible reconstruir el crédito y recuperar el control económico.
(Con información de Carlos Alessandro Cestari Infantini)