Cuesta bastante elegir los mejores dibujos animados, especialmente para los niños más pequeños. Son muchos los expertos que alertan que muchos de estos programas están diseñados concienzudamente para generar adicción en los niños. Por eso, los desaconsejan encarecidamente. Sin embargo, hay algunos que no solo evitan esas triquiñuelas; sino que, además, añaden a sus historias ciertos mensajes muy positivos para los más pequeños. Según un estudio reciente, publicado por científicos de la CQUniversity, en Australia, una de las mejores opciones puede ser Bluey.
Esta es una serie de dibujos animados australiana en la que seguimos las vidas de una familia de perros y sus vecinos de la ciudad de Brisbane. Todos ellos también perros, por supuesto. Los autores del estudio han visto todos los episodios de las tres temporadas publicadas hasta el momento y han concluido que son ideales para ayudar a los niños a trabajar la resiliencia.
La resiliencia es una cualidad que nos ayuda a enfrentarnos a las adversidades. Cuanto antes empezamos a trabajarla, mejor que mejor, pues a lo largo de la vida tendremos que utilizarla muchas más veces de las que nos gustaría. Por eso, que Bluey aporte a los niños las herramientas necesarias para entrenarla es una grandísima noticia. Además, sin estrategias para generar ningún tipo de adicción.
¿Qué pasa hoy en día con los dibujos animados?
Siempre ha habido dibujos animados mejores o peores para cada grupo de edad. Algunos eran muy educativos. Otros no tanto y unos cuantos no deberían ser vistas por niños muy pequeños, pues su lenguaje y trama no era la más adecuada para ellos.
Hoy en día hay muchísimas opciones con tramas inocentes e ideales para los más pequeños, pero algunas esconden un peligroso secreto. Y es que, por mucho que busquen hacer felices a los niños, el principal objetivo de las productoras de dibujos animados es ganar dinero. Es lógico, al fin y al cabo. Por eso, buscan hacerlo de formas que quizás no sean demasiado éticas.
Todo ocurre muy deprisa, con cambios de escena extremadamente frecuentes, colores brillantes y un sinfín de estímulos dirigidos a los sistemas de recompensa cerebrales de los niños. Estas son las vías cerebrales que liberan dopamina y generan placer ante ciertos estímulos para que queramos llevarlos a cabo de nuevo. Hasta cierto punto son beneficiosos. Por ejemplo, cuando los adultos tenemos sexo se libera dopamina en nuestro cerebro de modo que queramos hacerlo de nuevo y aumentemos las probabilidades de reproducirnos y perpetuar la especie. Estamos hablando de beneficios evolutivos y viscerales, por supuesto.
Lamentablemente, los sistemas de recompensa también están relacionados con las adicciones cuando se llevan al extremo. Es algo que se facilita con ciertas sustancias que todos conocemos. Cuando además nuestro cerebro no está del todo maduro, es más fácil caer en esa adicción. Por eso, el hecho de que los dibujos animados busquen estimular los sistemas de recompensa de los niños no deja de ser una forma de generarles una adicción. No querrán parar de ver los dibujos.


Con Bluey no pasa lo mismo
Los dibujos animados de Bluey son mucho más pausados. No buscan generar esa adicción. Esto ya hace que sean mucho más recomendables para los niños pequeños. Pero, además, son recomendables por cómo les ayudan a entrenar su resiliencia.
Estos científicos lo han demostrado tras ver todos los episodios y analizar su temática principal, prestando especial atención a la resiliencia. Tras descubrir cuáles eran los episodios que se centraban en esta cualidad como temática primaria o secundaria, los clasificaron según los tres tipo de resiliencia descritos por Edith Grotberg en 1995. Esta profesora adjunta del Instituto de Iniciativas de Salud Mental de la Universidad de George Washington estableció tres tipos de resiliencia: el soy, el puedo y el tengo.
El primero se centra en los valores y fortalezas del individuo y en cómo pueden ayudarle a superar las adversidades. Por otro lado, el segundo se refiere a la capacidad para hacerlo. Finalmente, el tengo se refiere a las redes de apoyo y otras herramientas que pueden ayudarnos en ese mismo sentido.
Los autores del estudio vieron que alrededor de la mitad de los episodios presentaban la resiliencia como temática primaria o secundaria. Solo era superada en frecuencia por el juego creativo, que representó un 30 % de las temáticas primarias, frente al 27,3 % de la resiliencia. También observaron que los principales facilitadores de esa resiliencia fueron los padres, en un 64,4 % de casos, especialmente la madre de Bluey. Por lo tanto, los niños ven cómo la madre del personaje principal le enseña a superar algún problema de su día a día y luego él pone en práctica ese aprendizaje con buenos resultados.


Todo se puede aplicar a la vida real
Las herramientas que Bluey recibe en la pantalla pueden ser usadas por los niños. Sobre todo si ven los dibujos animados con sus padres y estos les refuerzan dicho aprendizaje.
En definitiva, aunque hay expertos que aconsejan que los menores de 6 años no tengan contacto con las pantallas, si no quieres llegar a ese extremo y deseas que tus hijos vean algo de televisión, pero solo con buenos aprendizajes, Bluey es una magnífica opción.