Nadie lo duda: el director Steven Soderbergh tiene una de las carreras más singulares de Hollywood. En especial, debido a su capacidad para ahondar en temas complicados a partir de ángulos originales y poco frecuentes. Del controvertido éxito de Sexo, mentiras y cintas de video en 1989 a la escalofriante y casi premonitoria Contagio de 2011. Lo cierto es que el realizador ha brindado una vuelta de tuerca a premisas dolorosas y la mayoría de las veces, difíciles de explorar en el cine. Algo que hace de nuevo en Presence, su primera incursión en el cine de terror.
Pero, la cinta es mucho más que una historia sobrenatural. Que lo es y una filmada a partir de la habilidad de Soderbergh con la cámara subjetiva. También, es una reinvención del tropo de casas embrujadas y de apariciones sobrenaturales, usando los recursos cinematográficos para hacerlo más siniestro y novedoso. De modo que toda la cinta, se relata a través del punto de vista del espectro, que pasea de habitación en habitación del lugar en que se encuentra, incapaz de recordar quién es. Tampoco, cómo murió o el motivo por el cual, se encuentra ligado a la familia que observa.
Se trata de una fórmula astuta, que permite al director explorar y experimentar con la perspectiva cinematográfica para contar su historia. De modo, que Presence juega con el punto de vista de la cámara como narrador, pero también, en la manera en que ordena la información que brinda. A ratos, la cinta parece dar saltos de tiempo, volver a escenas inesperadas o simplemente, avanzar al futuro. Eso, a medida que el argumento se hace más espeluznante pero sin perder cierto trasfondo conmovedor.
Una nueva manera de relatar una historia tenebrosa

Para lograr lo anterior, Presence toma una decisión complicada: la de jamás identificar a su espectral protagonista. De modo, que el espectador solo conoce su existencia a través de su capacidad para ser un testigo silente y desligado por completo del mundo en que se encuentra. En especial, de la casa centro de todo el argumento. De vacía y desolada, Soderbergh rápidamente muestra que el lugar pronto será habitado por una nueva familia. Por lo que durante los primeros minutos de la cinta, el director logra plantear su singular idea sobre una película de terror. Todo será narrado a partir de lo que un espectro puede ver y concluir.
La cámara se convierte entonces en un ojo omnisciente que sigue a los personajes ahí a dónde van. Lo que permite al director hacer más incómoda la forma en que los presenta o explora en sus conflictos. Con rapidez, queda claro que no hay puertas cerradas ni intimidad para el espectro. Mucho menos, un límite que seguir. Un giro ingenioso que permite que el guion tenga una perspectiva privilegiada sobre cada miembro de la familia recién llegada a la casa.

La madre, Rebecca (Lucy Liu), es una mujer con un secreto a cuestas y una enorme culpabilidad que ocultar. Por el otro lado, Chris (Chris Sullivan), es un padre preocupado que no sabe muy bien cómo sobrellevar la creciente tensión que abruma a todos los habitantes de la casa. Por último, su hija Chloe (Callina Liang), atraviesa un duelo complicado y comienza a pensar en la muerte más de lo conveniente. Todas situaciones que tendrán que afrontar, además de la eventualidad de la fuerza sobrenatural que habita la casa.
Un inteligente apartado visual

Para lograr el efecto real de una entidad capaz de atravesar paredes y puertas, Steven Soderbergh recurre entonces a un truco visual brillante. Eso, al combinar lo que parece metraje found footage con largas tomas sin edición. Paso a paso, lo que parecen secuencias desordenadas que se esfuerzan por narrar la vida y circunstancias de cada uno de sus protagonistas, terminan por brindar peso al fantasma.
Eso, al combinar la sensación de acecho — después de todo, Presence es una película de terror y no lo olvida — y también, de peligro inminente. Lo que sea que ocurre en la casa familiar, centro del argumento, no es inofensivo. Tampoco por completo pasivo. Gradualmente, el juego de perspectiva de la cinta, se transforma también en una manera de explicar el fenómeno que ocurre en la casa.

De solamente ser una presencia contemplativa, el espectro comienza a interactuar con su entorno. Por lo que Chloe de inmediato percibe que la casa está habitada por algo que no puede ver. Es a través del personaje, que el guion logra contar la mayor parte de su conflicto y ahondar en el terror que se insinúa. El director alcanza una creciente sensación de miedo, al trabajar en la perspectiva del fantasma. De modo que evita parecer solo found footage, para combinar dos escenarios distintos.
A un extremo, la forma en que Chloe percibe al espectro que la sigue a todas partes. Al otro, cómo la familia reacciona a la evidencia de que no están solos en la casa. Soderbergh explora entonces en el miedo a lo desconocido desde la óptica del que lo provoca. También, a partir de la idea de lo terrorífico, como una combinación entre lo humano y lo inexplicable.
Cine experimental para contar una historia universal

Presence tiene la ventaja que a pesar de ser toda una novedad desde el punto de vista del apartado visual y la forma de narrar su historia, es en esencia, un relato sobre la soledad. A la vez, sobre la ausencia, el duelo y la culpa. A medida que la presencia comprende el lugar en que se encuentra, quién es e incluso, que le ata a la familia que sigue a todas partes, Soderbergh logra que su cinta sea más enigmática. Eso, el anteponer la experimentación a una idea lineal o tradicional sobre el terror.
Por lo que la cinta está llena de largas secuencias que muestran a sus personajes haciendo cosas comunes. No obstante, el argumento es lo suficientemente hábil, como para mezclar toda la información que brinda para aumentar la tensión. Paso a paso — en especial, en sus últimos diez minutos — Presence se vuelve cada vez más incómoda y claustrofóbica. Eso, al revelar de forma parcial sus secretos y dejar claro, que es lo que oculta el concepto que maneja sobre la vida y la muerte.
Soderbergh no desea dar explicaciones y mucho menos, ponderar sobre dilemas divinos o místicos. En lugar de eso, enlaza los diferentes escenarios de la película, en una conclusión dolorosa y dura. Todo, sin perder el aire elegante y contenido de la cinta. Un logro que convierte a Presence en una de las mejores películas de terror de los últimos años.