Los fármacos análogos de la GLP-1, como el Ozempic, se han puesto de moda en los últimos años. Si bien su objetivo principal es el control de los niveles de insulina en pacientes diabéticos, se ha observado que ayuda a reducir el apetito, por lo que en algunos casos muy concretos se receta para personas con obesidad. El problema es que, a través de las redes sociales, se ha publicitado como un remedio viral para perder peso, de manera que incluso se ha llegado a producir un desabastecimiento del fármaco en algunas farmacias. Para que esto no ocurra, también se han empezado a publicitar muchos suplementos naturales que, supuestamente, tienen el mismo efecto. Sin embargo, según ha explicado en un artículo para The Conversation el dietista Duane Meller, de la Universidad de Aston, en Reino Unido, estos producen más perjuicios que beneficios. 

Algunos de estos suplementos han mostrado buenos resultados en ratones, pero no en humanos. Otros parecen tener cierta eficacia en humanos, pero solo en algunos casos muy concretos. El resto solo han mostrado buenos resultados en estudios con procedimientos mal diseñados, de modo que no se puede asegurar que realmente funcionen. En cambio, la mayoría tienen efectos secundarios que, sin llegar a ser graves en algunos casos, sí que se convierten en molestias innecesarias cuando el supuesto objetivo por el que se toman no llega nunca.

Esto no quiere decir que sea mejor tomar Ozempic sin receta. Este fármaco tampoco está exento de efectos secundarios, por lo que solo debería tomarse si un médico lo recomienda. Las soluciones rápidas para perder peso normalmente tienen una letra pequeña que se nos pasa por alto. Lo ideal es que la leamos. Después, que cada uno tome sus decisiones.

¿Cómo funciona el Ozempic?

El Ozempic es un análogo de la GLP-1, una hormona que se libera cuando comemos, promoviendo la digestión y la liberación de insulina para que las células comiencen a incorporar la glucosa.

De forma natural, esta hormona solo dura unos minutos en nuestro organismo. En cambio, la semaglutida, de nombre comercial Ozempic, imita los efectos de la GLP-1, pero permanece hasta una semana en el organismo. Como resultado, el proceso de digestión no se realiza tan deprisa. El estómago se vacía más despacio, por lo que hay una mayor sensación de saciedad. Además, se promueve que se libere más insulina, ideal para pacientes con diabetes tipo 2.

Por otro lado, se ha visto que el Ozempic actúa sobre el cerebro, modificando las vías encargadas de producir la sensación de hambre o saciedad y decantándolas hacia lo segundo. Todo eso es muy ventajoso para perder peso, pero no deja de ser un fármaco con bastantes efectos secundarios; que, además, es muy necesario para otras personas, de modo que se debe evitar el desabastecimiento.

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